sábado, 20 de junio de 2015

El Libertador de Israel - ÉXODO (Parte I) - [Ex 1 al 12]

(Nota: Los párrafos en negrita son un resumen de los versículos bíblicos que se están estudiando (identificados al pie de cada párrafo, versión RVR60); los textos en cursiva son los comentarios que surgen respecto de esos textos. Para ir al link de respaldo bíblico o de apoyo, hacer click en los enlaces.)

[Deseo empezar a leer desde Génesis.]



DATOS GENERALES


Título del Libro: ÉXODO  (Ex)
N° de Capítulos: 40
Autor: Moisés, según la tradición judía.
Fecha: Alrededor de 1440 a.C.
Clasificación: Segundo Libro del Pentateuco (Los demás son:1° Génesis; 3° Levítico; 4° Números; 5° Deuteronomio)
Tema: Liberación de la esclavitud del pueblo de Dios.



Introducción:


El libro de Éxodo nos cuenta cómo Dios liberó al Pueblo de Israel de la esclavitud a la que fue sometido por más de cuatrocientos años en Egipto. Conoceremos a quién escogió Dios, de entre los hijos de la tribu de Leví, para actuar como intermediario entre Dios y Faraón, y para guiar al pueblo escogido hasta la tierra que había prometido dar a Abraham y a su descendencia.

Iremos descubriendo cómo Dios preparó a su pueblo, para que pudiera recibir la tierra en herencia. Los sacó de Egipto en medio de prodigios y señales; entró en pacto con ellos, y les dio una Ley para ensañarlos en Sus Caminos, pidiendo a cambio sólo obediencia y fe; fue abriendo caminos, derrotando a los enemigos que se le presentaban a Israel y, como un Padre protector, los fue guiando a través del desierto, sin que nada les faltara.

Durante este estudio, iremos descubriendo que todo lo que Moisés nos relata, trae ocultos los pasos del plan de salvación que Dios preparó no sólo para Israel, sino para todas las naciones, y comprenderemos de qué forma se relacionan estos hechos históricos, ocurridos hace miles de años, con la salvación provista por Jehová por medio de Su Ungido para restaurar lo que se perdió tras la desobediencia de Adán.


ESTUDIO


LA ESCLAVITUD


Cuando Jacob llegó a Egipto, su grupo familiar estaba formado por setenta personas (ver historia de José, en el estudio de Génesis, IV Parte), pero con el paso del tiempo, llegaron a ser muy numerosos, y la tierra se llenó de ellos. Después de la muerte de José y de toda esa generación, llegó al poder un nuevo faraón que no conocía a José, y comenzó a percibir a los israelitas como una amenaza, y temió que se volvieran en su contra. A fin de dominarlos, resolvió someterlos a trabajos duros, bajo las órdenes de capataces que los oprimían diariamente. Al ver que la población seguía multiplicándose, ordenó a las parteras de las hebreas matar a todo varón recién nacido, pero ellas temían a Jehová, por lo que desobedecieron a faraón, argumentando que las hebreas eran muy fuertes, y tenían a sus hijos antes de que ellas llegaran. Jehová las prosperó por lo que ellas hacían. Así que, viendo faraón que los hebreos se multiplicaban, ordenó a su pueblo echar los bebés varones al río y preservar sólo a las niñas. (1:1-22

* No pocas generaciones habían pasado desde que Israel llegó a Egipto, hasta que el faraón, que aquí se menciona, asumió en su cargo. Si consideramos que la permanencia de Israel en Egipto duró 430 años, un cálculo estimativo es que, a lo menos, habían transcurrido unos trescientos años desde la muerte de José, quien murió de ciento diez años.

Estando vigente este decreto de faraón, hubo un matrimonio de la tribu de Leví que tuvo un bebé varón, al que ocultaron durante tres meses. Pero cuando se hizo insostenible seguir escondiéndolo, su madre decidió ponerlo en una cesta calafateada, la que depositó junto a los juncos en el río Nilo. Su hermanita seguía de cerca el trayecto de la canasta. Sucedió que la hija de faraón se bañaba junto al río, y al ver la cesta, mandó a una de sus doncellas que la sacara del río. Cuando vio al niño, aun sabiendo 
que se trataba de un niño hebreo, quiso adoptarlo. Entonces, la hermanita ofreció a la egipcia buscarle una nodriza hebrea para que lo alimentara. La hija de faraón aceptó. Y aconteció que la nodriza era la madre del niño, a quien la princesa egipcia le encomendó: “llévate al niño y críamelo. Yo te pagaré por hacerlo”. Una vez destetado, el niño fue devuelto a la hija del faraón, quien lo adoptó como hijo suyo y lo llamó Moisés, [Mosheh, en hebreo] diciendo, porque yo lo saqué [mashah, en hebreo] del río.  (2:1-10)

* Moisés, que iba a ser escogido para liberar a Israel de la esclavitud en Egipto, vio amenazada su existencia apenas llegó a este mundo. Satanás, el espíritu engañador, siempre ha tratado de bloquear los planes de Dios. El éxodo de Israel era sombra de lo que más adelante sería la obra libertadora de Jesús, a favor de los escogidos de Dios. Así como muchos bebés murieron por el temor de faraón, cuando Jesús vino al mundo, el rey Herodes, al oír que decían que había nacido el Rey de los judíos, también vio amenazado su poderío y, en su desesperación e ira, llevó a cabo una cruel matanza de todos los pequeños menores de dos años nacidos en los alrededores de Belén, pero el Espíritu Santo ya había mandado a José, el padre adoptivo de Jesús, que huyeran a Egipto.
 
En Apocalipsis 12:4-6, vemos cómo el diablo siempre estuvo amenazando a Israel, de donde habría de venir el Redentor: "el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese. Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono."

Pasaron los años, y cuando Moisés ya era un hombre, salió a ver a sus hermanos hebreos, y observó que estaban siendo sometidos a duras tareas, y al ver a un egipcio que golpeaba a un hebreo, se cercioró de que nadie estuviera mirando, y dio muerte al egipcio, y ocultó su cuerpo en la arena. Al día siguiente, vio a dos hebreos que reñían, y reprendió al que maltrataba, diciéndole que no debía hacer eso con su prójimo; y el hebreo le respondió que él no era juez, y le preguntó si pretendía matarlo como había hecho con el egipcio. Al oírlo, Moisés sintió miedo de que el hecho se hubiera descubierto. Cuando el faraón se enteró del asesinato del egipcio, dio orden de matar a Moisés, por lo que éste huyó de Egipto hacia la tierra de Madián. (2:11-15)

* Según se desprende del texto, Moisés no ignoraba su origen, y es muy probable que a faraón no le agradaba tener en su familia a este hebreo que la princesa había adoptado como hijo, pues, tan pronto supo de la muerte del egipcio en manos de Moisés, ordenó su muerte, a pesar de que había vivido por casi cuarenta años como un príncipe en palacio.

Por otra parte, Esteban, el primer mártir en dar su vida por el evangelio, cuando hacía defensa del motivo de su fe ante sus opositores, lleno del Espíritu de Dios, dijo que Moisés pensaba que los hebreos entendían que por su mano Israel sería liberado de la esclavitud en Egipto. Es decir, Moisés, de alguna forma sabía o intuía el motivo por el cual fue criado como un príncipe egipcio. Lo que él no entendía era el "cómo" iba a ser usado para esa tarea, y al parecer, pensó que sería en su fuerza humana, pero los planes de Dios no son como los nuestros


MOISÉS EN MADIÁN


Reuel, el sacerdote de Madián, era padre de siete hijas. Un día, ellas llevaron su rebaño a abrevar. Cuando llegaron, Jacob se encontraba sentado junto al pozo. Al mismo tiempo, vinieron al lugar otros pastores que intentaron echar a las siete mujeres, pero Moisés se levantó, y las defendió, y dio de beber a las ovejas. Cuando Reuel supo lo que Moisés había hecho, lo invitó a comer. Finalmente, Moisés se quedó a vivir con él, quien le dio por esposa a su hija Séfora, con quien tuvo a su primer hijo Gersón, porque dijo “Forastero soy en tierra ajena”. (2:16-22)

* Probablemente, cuando Moisés se vio obligado a huir de Egipto, pensó que ya no podría ser el libertador de sus hermanos hebreos, y aceptó sin cuestionar la idea de convertirse en pastor de ovejas en Madián; pero, como sabemos, Dios hace que todas las cosas cooperen para cumplir sus propósitos en aquellos que ha llamado, y Moisés necesitaba aprender a guiar y cuidar de un rebaño de ovejas, pues, la misión que estaba por asumir le exigiría haber adquirido los atributos de un pastor ampliamente experimentado.

 

EL SEÑOR ESCUCHA EL CLAMOR DE ISRAEL 


Tiempo después, el faraón murió, pero los israelitas seguían sufriendo la esclavitud en Egipto, "subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbreY oyó Dios el gemido de ellos, y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y JacobY miró Dios a los hijos de Israel, y los reconoció Dios". (2:23-25)


Un día, mientras Moisés apacentaba las ovejas de su suegro Jetro, fue por el desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Diosy se le apareció el Ángel de Jehová en medio de una zarza que ardía, pero que no se consumía, lo que llamó la atención de Moisés, quien se acercó para saber de qué se trataba esa visión. Entonces, Dios lo llamó de en medio de la zarza, diciendo: "Moisés, Moisés", y contestó Moisés: "Heme aquí". Dios le ordenó quitarse el calzado, diciendo: "porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob". Le dijo que había oído el clamor de su pueblo esclavizado en Egiptoy agregó: "he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel", y le encomendó que se dispusiera a partir para rescatar a su pueblo de la esclavitud en Egipto. (3:1-10).

* El nombre del suegro de Moisés aparece de dos formas en este libro: primero, como Reuel, que es una palabra hebrea que significa "Amigo de Dios"; y en este párrafo, lo vemos como Jetro, que en hebreo significa "Excelencia". Los estudiosos han concluido que Reuel es el nombre que se le dio al nacer; y Jetro sería el título honorífico que, como sacerdote, recibió Reuel al ser ordenado.
** En la Biblia, Egipto representa al Mundo. Moisés debía rescatar a Israel del sometimiento abusivo por parte del faraón de Egipto. El Faraón es una representación de Satanás. No olvidemos que el mundo está bajo el dominio de Satanás, pues, cuando Adán y Eva desobedecieron a Dios y comieron del fruto prohibido, quedaron ellos, y sus descendientes bajo su potestad, porque nos hacemos esclavos de aquello a lo que obedecemos. La historia que estamos conociendo en este libro de la Biblia es una pequeña proyección del verdadero rescate que practicó Jesucristo, quien fue enviado por Dios para deshacer las obras del demonio, y restaurar todas las cosas


EL NOMBRE DE DIOS


Moisés sintió mucho temor, y no creyó estar capacitado para encabezar semejante
 desafío, pero Dios le dijoYo estaré contigo”. Cuando Moisés le consultó qué diría si le preguntaban ¿y cómo se llama el que te envía?, respondió Dios: “YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros". Y reiteró Dios: Jehová, el Dios de vuestros padres [BTX traduce: "YHVH, el Elohim de vuestros padres"], el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos". (3:11-15).

* La expresión usada en los textos hebreos dice que Dios respondió: “Ehyeh-Asher-Ehyeh", que literalmente, se traduciría como "seré el que seré", y que la versión Reina Valera 60, que estamos usando para este estudio, traduce como "Yo Soy el que Soy". Lo cierto es que la expresión hebrea lleva inherente la idea de un Ser que subsiste por sí mismo, que es eterno, y no tiene principio ni fin; es el atributo de Dios que conocemos como "aseidad".
 
En hebreo, el Nombre de Dios se escribe יהוה , letras que, leídas de derecha a izquierda (como se lee el hebreo), son yód, he, waw y he, traducidas con las consonantes YHVH”que conocemos como el tetragrámaton. El hebreo primitivo carecía de vocales, así que, para facilitar su pronunciación, se agregaron al tetragrámaton las vocales e, o, a, lo que resultó en la forma latinizada “Jehovah” o Jehová. Los estudiosos del hebreo concuerdan en que la pronunciación original debe haber sido “Yahveh, que es como a veces oímos decir el nombre del Señor. 
 
** Hubo varias ocasiones en que Jesús dijo "Yo Soy", dando a entender que Él era el Mesías del que hablaban las Escrituras del Antiguo Testamento: "Yo Soy el pan de vida"; "Yo Soy la Luz del mundo"; "Yo Soy la Puerta de las ovejas"; "Yo Soy el buen Pastor"; "Yo Soy la resurrección y la vida"; "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida"; "Yo Soy la Vid verdadera". No siempre fueron bien recibidas estas expresiones, como cuando dijo: "antes que Abraham fuera, Yo Soy" (Jn 8:58-59); al oírlo, los líderes judíos se indignaron, y quisieron lapidarlo, porque comprendieron que Jesús se estaba haciendo igual a Dios; o como cuando una multitud, provista de palos y armas, vino a detenerlo para someterlo a un juicio, que de justicia nada tenía, y Él preguntó: ¿A quién buscáis?, y le respondieron: "A Jesús nazareno"; y el Señor dijo: "Yo Soy". Al escuchar estas palabras, todos retrocedieron y cayeron a tierra. 

*** Cuando iniciamos el estudio del libro de Génesis, dedicamos un espacio no menor a referirnos a la importancia de que el Nombre de Dios sea mantenido lo más fiel posible a la forma original. Para ver los argumentos, te invito a hacer click en siguiente enlace: Estudio del Libro de Génesis, primera parte, e ir al análisis de Gn 1:24-31.


Jehová dijo a Moisés que reuniera a los ancianos de Israel, y les dijera que el Dios de sus padres Abraham, Isaac y Jacob, había oído su clamor, y lo había enviado para sacar de Egipto a su pueblo, y que los ancianos lo escucharían, e irían con él hasta Faraón. Sin embargo, también le advirtió que el rey de Egipto no los dejaría partir, sino hasta que Jehová hiriera a Egipto fuertemente. Además, el pueblo hebreo hallaría gracia entre los egipcios, los cuales les entregarían riquezas para llevar con ellos, despojando de esa manera a Egipto. (3:16-22)


LA VARA DE MOISÉS


Moisés insistió en que no le creerían, entonces, el Señor le preguntó a Moisés qué tenía en su mano, y Moisés le respondió que tenía una vara; y Dios le dijo que la arrojara en la tierra, y cuando lo hizo, al instante, ésta se convirtió en culebra, y Moisés huía de ella. Dios le dijo que extendiera su mano, y la tomara de la cola, y la culebra volvió a ser una vara en mano de Moisés. Entonces el Señor le dijo que con esa señal creerían que el Dios de sus padres, Abraham, Jacob e Isaac, se le había aparecido. Luego le dijo que metiera su mano en su seno. Cuando la sacó, su mano estaba llena de lepra. Entonces, el Señor le dijo que volviera a meterla en su seno; y lo hizo, pero esta vez, al sacarla, se había sanado. Dijo Dios: "si aún no creyeren a estas dos señales, ni oyeren tu voz, tomarás de las aguas del río y las derramarás en tierra; y se cambiarán aquellas aguas que tomarás del río y se harán sangre en la tierra". Moisés seguía sintiéndose incapaz para esa misión, y dijo a Dios que no tenía facilidad de palabras; entonces Jehová le respondió: "¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar". Moisés insistió en que no lo enviara, pero Jehová se enojó, y le dijo que Aarón, su hermano, iría con él y sería su boca, y que Jehová les daría qué hablar. Además, le dijo que llevara consigo la vara, porque con ella harían señales milagrosas (4:1-17).

En las Escrituras, la vara, por lo general, se presenta como un símbolo de poder, de autoridad, de mando, de fuerza. La palabra en hebreo es "matteh", que también tiene una connotación de castigo.

Las varas de Moisés y Aarón no eran milagrosas; el milagro provenía de Jehová. Todas las señales que Jehová estaba por hacer a través de la vara apuntaban a la salvación provista en Jesucristo, porque la vara representaba todo lo que nos fue dado en la cruz de Jesús. 

La culebra o serpiente simboliza el pecado, y la vara se convierte en culebra, porque Jesús fue hecho pecado por nosotros en esa cruz. Allí Él murió como nuestro sustitutocargando nuestros pecados sobre él, para borrar de nuestro expediente todo el historial que nos condenaba. Tomar en la mano la vara es asirnos de la obra vicaria que Jesús hizo en la cruz para salvarnos.   

La lepra en la mano de Moisés representa nuestro corazón antes de la cruz; un corazón lleno de pecado e inmundicia, que necesitaba ser sanado. En la cruz de Cristo ese corazón en tinieblas es mudado en un corazón que ahora quiere hacer la voluntad de Dios. En Cristo, nos fue dada una vida regenerada para que sirvamos, aquí en el mundo, como embajadores del Señor que está en los cielos.

La vara que cambia el agua en sangre significa que, después de la cruz, el creyente debe bautizarse en arrepentimiento, y fe; es decir, presentarnos ante el Señor con un sincero anhelo de tener una conciencia limpia ante Él (lavados en agua de arrepentimiento), creyendo que la sangre que el Cordero de Dios derramó en la cruz es suficiente para purificarnos y justificarnos ante el Trono de Dios. Sólo entonces recibimos el Espíritu Santo, que garantiza nuestra salvación para vida eterna. Sin arrepentimiento, y sin fe, no hay salvación.

 

DE REGRESO A EGIPTO


Entonces, volvió Moisés a casa de su suegro, y le explicó que debía regresar a Egipto, y Jetro lo despidió, diciendo "Ve en paz". Así que montó en un asno a su esposa y dos hijos, y se dispuso a partir. Mientras aún estaba en Madián, Jehová dijo a Moisés que volviera a Egipto sin temor, pues el que procuraba matarle ya estaba muerto. Además, le explicó que no olvidara hacer ante faraón todas las maravillas que él le había mostrado, y que debía decirle a Faraón que Jehová le enviaba este mensaje: "Israel es mi hijo, mi primogénito. Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo, para que me sirva, mas no has querido dejarlo ir; he aquí yo voy a matar a tu hijo, tu primogénito". (4:18-23)

Ocurrió que cuando iban camino a Egipto, el Ángel de Jehová se apareció a Moisés y quiso matarlo, entonces Séfora tomó un cuchillo de pedernal y cortó el prepucio de su hijo, y lo arrojó a los pies de Moisés, diciendo: "A la verdad tú me eres un esposo de sangre", refiriéndose a la circuncisión, y Jehová los dejó. (4:24-26)


* Según el Libro del Justo (mencionado en Jos 10:13, y 2S 1:17), capítulo 79:8-18, el motivo por el cual el Ángel de Jehová quiso matar a Moisés fue porque éste, habiendo seguido el consejo de su suegro, no había circuncidado a su primer hijo a los ocho días, transgrediendo de ese modo el pacto entre YHWH y Abraham. Cuando Séfora vio al Ángel ir contra su esposo y su hijo, comprendió el pecado que habían cometido, y rápidamente consiguió un cuchillo de piedra para remediar la grave omisión y, de ese modo, liberar a ambos de sus manos.
 
Por otra parte, a través del Libro del Justo, también podemos saber que la ausencia de Séfora durante el rescate de Israel en Egipto se debe a que, cuando Aarón se encontró con Moisés, no estuvo de acuerdo en que Séfora y sus hijos (que probablemente ya eran jóvenes o adultos) acompañaran a Moisés en esta misión, y le pidió que los enviara de regreso. Así que la mujer y los hijos debieron volver a casa de Reuel, y sólo se reencontraron después de que Israel fue liberado. (Con respecto a la versión del Libro del Justo que circula en internet, no podemos asegurar que sea exactamente el referido en las Escrituras, pero lo mencionamos aquí, porque nos da una visión sobre estos temas que nos confunden un poco. Lo que sí me atrevo a afirmar es que no es Palabra de Jehová, sino más bien se trata de un recuento histórico de los hechos relatados en el Pentateuco).

Luego, Jehová se dirigió a Aarón, y le dijo que fuera a recibir a Moisés en el desierto, y éste fue, y lo encontró en el monte de Dios. Moisés le contó todo lo que Jehová le había dicho, y las maravillas que le había mostrado. Entonces, fueron hasta los ancianos de los hijos de Israel, y Aarón relató lo sucedido, e hizo las señales que Jehová les había mandado ante el pueblo, y el pueblo creyó, y se inclinaron y adoraron. (4:27-31)

* Durante toda la historia de Israel, cada vez que Jehová envió profetas a hablar al pueblo, una forma de dar testimonio de que eran enviados por Él eran los milagros que les daba que hicieran. Por eso, cuando Nicodemo se acercó a Jesús, su argumento para creer que Él era un enviado de Dios se basaba en las obras que Jesús hacía. Jesús mismo dijo que las obras que hacía demostraban que era el Hijo de Dios, es decir, el Mesías. Incluso a los apóstoles se les dio que hicieran milagros por el Espíritu Santo, para certificar que el evangelio que predicaban era de Dios

Una vez que el canon bíblico fue cerrado, no hay más profecía, por tanto, no hay personas que hagan milagros como era en los tiempos de la iglesia primitiva, porque todo lo que necesitamos saber para creer y ser salvos ya está en las Escrituras. Los milagros siguen existiendo, pero Dios los concede por medio de la oración, y muy poderosa es la oración del que ha sido justificado en la sangre de Jesucristo, más aún, si se reúnen dos o más hijos de Dios a orar, en el Nombre del Señor, por una causa noble. Así que, cualquier milagrero que ande llamando la atención de la gente, pretendiendo hacer sanaciones, con escandalosas manifestaciones resultantes de las emociones fuera de control de los incautos que les siguen, que lloran, gritan, se ríen, o se desmayan, no es de Dios.


MOISÉS Y AARÓN ANTE FARAÓN


Aarón y Moisés se presentaron ante faraón y le dijeron: “Jehová el Dios de Israel dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto”. Faraón respondió que no conocía a Jehová, y que no tenía motivos para dejar ir a Israel. Entonces ellos insistieron “...El Dios de los hebreos nos ha encontrado; iremos, pues, ahora, camino de tres días por el desierto, y ofreceremos sacrificios a Jehová nuestro Dios, para que no venga sobre nosotros con peste o con espada”. Pero faraón les respondió que no hacían más que distraer al pueblo de sus labores. (5:1-5).

* A través de este estudio, hemos aprendido que, en las Escrituras, a veces, se habla de ciertos períodos de tiempo para referirse a algunas de las etapas del plan de redención. Aquí el escritor habla de un período de "tres días por el desierto", (más adelante, veremos que, por mucho, fueron más que tres días), que los hebreos debían destinar a ofrecer sacrificios a Jehová, para evitar que el Señor se volviera contra ellos con peste y espada. El sacrificio, probablemente, se refiere al tiempo en que el pueblo de Dios debe despojarse del "viejo hombre", (como lo llama el apóstol Pablo), que está viciado con las costumbres mundanas, para comenzar a andar en los caminos de Dios, depositando su fe sólo en Él, ya no en esfuerzos humanos, y dependiendo sólo de Él. Obedecer al Señor es mejor que los sacrificios de animales y holocaustos, dice la Palabra; es decir, el que no se vuelva a Jehová con un espíritu quebrantado, y un corazón contrito y humillado, seguirá estando bajo su ira.

En cuanto a los tiempos, intentar dilucidar a qué período corresponden estos "tres días" no es fácil; sin embargo, conociendo cómo sigue el peregrinaje terrenal de Israel por el desierto hasta que entra en Canaán, me inclino a pensar que esa etapa correspondería al período que transcurre desde el éxodo de Egipto, cuando Israel recibió la Ley, hasta la primera venida del Mesías, pues, es Cristo quien, al trasladar a los escogidos de las tinieblas a su reino de Luz, los introduce a la verdadera tierra prometida. 

Luego que el Mesías es recibido en el cielo, comienza una nueva etapa, donde el sequedal comienza a cubrirse de aguas vivas, que corresponde al derramamiento del Espíritu Santo sobre la generación de los santificados en CristoEsta etapa continuará hasta la segunda venida del Señor.  

De más está decir que, lo que vivió Israel en el desierto, es semejante a lo que debemos atravesar los que oímos el llamado. La perseverancia en medio del desierto es señal de que somos hijos de Dios, por eso, la exhortación es a no desfallecer hasta alcanzar la salvación. El tiempo que toma la travesía por el desierto, hasta que las aguas cubren el sequedal, es distinto en cada creyente, y muchos, como ocurrió a los hijos de Israel, no llegan a cruzar el Jordán.

 
Ese mismo día, faraón impuso más carga de trabajo a los hebreos, lo que provocó que éstos se rebelaran contra Moisés y Aarón. Moisés habló a Dios, lamentando haber ido a hablar con faraón, pues éste había agravado su mano contra el pueblo de Israel, y Dios aún no los había liberado. (5:6-23)

* Nuevamente cito la carta a los creyentes de Roma, donde Pablo dijo que todas las cosas ayudan a bien a los que aman a Dios. Nunca debemos de olvidar que Jehová es Soberano, y que Satanás no es un contendor capaz de derrotar a nuestro Dios; el diablo hace sólo lo que Dios le permite hacer. En el caso que estamos estudiando, es el Señor quien permite que se endurezca el corazón de faraón. Recordemos que, cuando Satanás atacó a Job, antes pidió autorización a Dios para hacerlo; lo mismo, cuando pidió tener tiempo de "zarandear como a trigo" a los apóstoles, y le fue concedido, pero esto no significa que Dios disfrute vernos sufrir, sino que es en medio de las tribulaciones que miramos a Dios y le buscamos, y es en medio de esos tiempos de aflicción, que Dios espera que recordemos que dependemos de Él, y le llamemos. Entonces, el Señor se glorificará manifestándose con poder, como lo hizo ante Egipto.
 

 

Dios respondió a Moisés que iba a endurecer su mano contra Egipto, por lo cual iban a ser testigos de cómo faraón los dejaría partir. Le dijo "Yo Soy Jehová", y que era el mismo que se había manifestado a sus padres Abraham, Isaac y Jacob como todopoderoso, sin embargo, a ellos no les había revelado su Nombre, pero les había prometido que les daría en herencia la tierra de Canaán, donde habían vivido como forasteros. También le dijo que dijera al pueblo: "Yo soy JEHOVÁ; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes; y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios", y que los llevaría hasta la tierra que había prometido a los padres que les daría. Cuando Moisés hizo saber todo esto al pueblo, ellos no escucharon, porque estaban muy tristes por la carga que llevaban, lo que afectó a Moisés, que pensó que, si los hijos de Israel no le escuchaban, las posibilidades de que faraón lo hiciera eran casi nulas, más aún, debido a que no tenía facilidad de palabra; entonces Jehová mandó a Aarón que fuera con Moisés a hablar al pueblo hebreo y a faraón para que los hijos de Israel salieran de Egipto. (6:1-13)

* Muchas veces las personas postergan recibir el evangelio, porque se sienten demasiado abrumadas por las dificultades que están atravesando; sin embargo, si escucharan, y le dieran una oportunidad a Jesús de actuar en ellos, sus almas descansarían de verdad. Estas no son frases cliché; es lo que hemos experimentado todos los que hemos respondido al llamado de Jesús: nuestras vidas realmente fueron transformadas por la presencia de Cristo en nuestros corazones. Él Señor va tomando sobre sí nuestras cargas, mientras nosotros nos ocupamos en buscarle y conocerle mejor.

Continúa el relato con una genealogía, en la cual conocemos que Moisés y Aarón son hijos de Amram y Jocabed, de la tribu de Coat, hijos de Leví. (6:14-30)


LOS PRODIGIOS DE JEHOVÁ


Jehová dijo a Moisés: "Mira, yo te he constituido dios para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta. Tú dirás todas las cosas que yo te mande, y Aarón tu hermano hablará a Faraón, para que deje ir de su tierra a los hijos de Israel". Advirtió a Moisés que endurecería el corazón de faraón, pero que también haría grandes señales y maravillas en Egipto. Le dijo que faraón no los escucharía, pero que Israel iba a ser liberado de la esclavitud mediante grandes prodigios, para dar a conocer quién es Jehová a faraón y a los egipcios. Cuando iniciaron su ministerio, Moisés tenía ochenta años, y Aarón, ochenta y tres. (7:1-7)

* Aquí Jehová nos enseña qué es un profeta en las Escrituras: es aquél que reproduce lo que Dios dice. A Moisés le fue dada la representación de Dios (Elohim) ante los hombres, y su hermano sería su profeta, es decir, reproduciría ante toda audiencia las Palabras que Jehová hablaría por medio de Moisés. 
 
 
Lamentablemente, después que Jesús ascendió al cielo, hemos conocido de unos cuantos que se han llamado a sí mismos profetas, asegurando haber recibido nuevas revelaciones a través de ángeles o seres iluminados, dando origen a religiones que usan sus escritos como enseñanza paralela a la Biblia, los cuales están llenos de contradicciones a la Verdad, al haber agregado nuevos mandamientos, con prohibiciones y obligaciones que no hacen más que esclavizar, pero lo peor es que desvían del Camino verdadero a las almas desorientadas que buscan saciar su hambre y su sed espiritual. Cualquier nueva profecía que pretenda sustituir o complementar a la Biblia es maldita, y no proviene del único Dios.

Jehová dijo a Moisés que, si faraón les pedía alguna señal, que Aarón echara su vara delante de faraón, y ésta se convertiría en culebra. Así ocurrió, pero los magos de Egipto lograron hacer lo mismo a través de sus artes, sólo que la culebra de Aarón se comió las culebras de los magos, lo que enfureció a faraón, y no escuchó el requerimiento de dejar partir a Israel. (7:8-13)

* ¿Cómo lograron los magos hacer su truco? Se dice que, si se aprieta la parte posterior del cuello de una serpiente, ésta cae en una suerte de catalepsia, y se pone rígida como una vara. Es probable que ése haya sido el truco de los magos, que hicieron pensar a faraón que lo que hizo Aarón no tenía origen divino; sin embargo, que la culebra de Aarón se comiera las de los magos superaba cualquier explicación. 

LAS PLAGAS


El agua se convierte en sangre


Jehová dijo a Moisés que el corazón de faraón se había endurecido, y que no dejaría ir al pueblo, por lo cual, a la mañana siguiente, debería ir junto a Aarón al río, donde iba a estar faraón, para decirle que, ya que no había hecho caso a su mandato de dejar ir a su pueblo a servirle al desierto, esta vez le mandaba decir: "En esto conocerás que yo soy Jehová: he aquí, yo golpearé con la vara que tengo en mi mano el agua que está en el río, y se convertirá en sangre". Al día siguiente, Moisés y Aarón dieron el mensaje de Jehová a faraón, y en su presencia, Aarón alzó su vara y golpeó las aguas, y éstas se convirtieron en sangre. Además, todos los peces murieron, por lo que comenzó a heder, y ya nadie podía beber agua proveniente del río. No sólo el agua del río fue afectada, sino todo estanque, y recipiente que contenía agua en Egipto fue convertida en sangre. Sin embargo, los hechiceros de faraón también hicieron lo mismo, por lo que faraón endureció su corazón y se negó a escuchar a Moisés y Aarón. Como no podían beber agua del río, los egipcios cavaron pozos alrededor de éste. Siete días pasaron desde que Jehová hirió el río. (7:14-25)

* El Nilo era un río sagrado para los egipcios. Verlo convertirse en río de sangre, contaminado y maloliente, debido a la muerte de los peces, debe haber sido una muy extraordinaria y lamentable experiencia para ellos.

El que los magos hayan logrado teñir agua de color rojo no era una tarea que demandara mucho ingenio de su parte, pero con seguridad no la convirtieron en sangre. 

** El primer milagro registrado en el evangelio de Juan fue cuando Jesús convirtió en vino el agua contenida en seis tinajas de piedra. Con eso, Jesús estaba anunciando que, al bautismo de Juan Bautista, quien sumergía en agua al creyente, para dar testimonio de la limpieza que produce la verdadera conversión, reflejada en su anhelo de presentarse ante Dios con una buena conciencia (arrepentimiento), debía seguirle el bautismo de la fe en la sangre que el Cordero iba a derramar en la cruz, que es el bautismo que realmente purifica para vida eterna, y que corresponde a lo que Juan llamó bautismo en Espíritu Santo y fuego.

La sangre de Jesús fue derramada para dar vida eterna al que cree, pero el que no cree, y la rechaza, morirá, como esos peces en el río Nilo. 

 

Las ranas


Nuevamente Jehová mandó a Moisés que dijera a faraón: "Deja ir a mi pueblo, para que me sirva". Si faraón se negaba, Jehová castigaría con ranas todo el territorio egipcio. Entonces Jehová ordenó que Aaron alzara su vara y la extendiera sobre todo río, arroyo y estanque, y comenzaron a aparecer ranas que invadieron todo Egipto. Sin embargo, también los hechiceros del faraón lograron hacer venir ranas. Entonces, faraón llamó a Moisés para que pidiera a Jehová quitar las ranas, y entonces dejaría partir al pueblo hebreo. Moisés oró, y al día siguiente todas las ranas habían muerto, y las amontonaban, y hedían, pero cuando el faraón vio que se había librado de la plaga, se negó a dejarlos partir. (8:1-15)

* La multiplicación de las ranas por doquier, luego de la contaminación de las aguas, hicieron a faraón considerar la posibilidad de que, efectivamente, había un poder superior mandando tales plagas, y por eso pidió a Moisés orar a su Dios. Probablemente, ya había intentado parar estas plagas haciendo ofrendas a sus falsos dioses, pero, obviamente, sin resultados.

** En Apocalipsis 16:13-14, Juan compara a los espíritus inmundos con ranas. Sabemos que, dentro de los juicios a los incrédulos, está el permitir que crean la mentira de espíritus engañosos. Las ranas, por tanto, podrían representar la proliferación de la mentira en medio de los que rechazan creer la Verdad de la Palabra de Dios. La carta escrita a los creyentes de Roma menciona este juicio a los incrédulos. Dice Pablo que, siendo evidente la existencia de Dios en la creación, los tercos hombres no lo glorificaron como a Dios, sino que se "se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios" (...) "Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador" (Ro 1:21-22, 24-25). Es lo que pasa en estos días con esas mentiras de ideología de género, aborto, libertinaje sexual, etc. que se han introducido en medio la sociedad, tras el disfraz de luchas por justicia, equidad, y pro familia, siendo en realidad manifestaciones contra la ley de Dios, y quienes siguen esa corriente están creyendo al espíritu del error.

Probablemente, las plagas de piojos y moscas tienen un significado similar. 


Los piojos


Ante la actitud del faraón, Jehová ordenó que Aaron golpeara con su vara el polvo de la tierra, y todo el territorio egipcio se llenó de piojos, que infectaron tanto a las bestias como a los hombres. Cuando los hechiceros intentaron hacer lo mismo, no pudieron, entonces dijeron a faraón que aquello era el poder de Dios, lo que enfureció más a faraón, quien se negó a dejar partir a los hebreos. (8:16-19)

* Finalmente, los magos se dieron por vencidos, y debieron reconocer que no tenían cómo imitar el poder de Dios.

Las moscas


Jehová mandó a Moisés ir temprano en la mañana al río, donde estaría faraón, para que le dijera nuevamente que dejara ir a su pueblo para que le sirviera, y que, si se negaba, enviaría una plaga de todo tipo de moscas que atormentaría a los egipcios, pero que iba a hacer distinción entre la tierra de Egipto y Gosén, donde moraban los hebreos, "a fin de que sepas que yo soy Jehová en medio de la tierra". Cuando vino la plaga, el faraón llamó a Moisés para autorizar al pueblo a que hiciera sacrificios a Jehová, pero dentro del territorio egipcio, a lo cual Moisés se negó, porque tales sacrificios eran abominación para los egipcios, y seguramente los apedrearían, además, ellos debían ofrecer sacrificios, no al modo egipcio, sino que debían ir camino de tres días por el desierto, como lo demandaba Jehová. Faraón, entonces, dijo que los autorizaría a ir al desierto, con tal que orara a Jehová para librarlos de la plaga, a lo que Moisés accedió. Sin embargo, el corazón del faraón se volvió a endurecer, y no quiso dejarlos partir. (8:20-32)

* Al parecer, hasta ahora las plagas habían afectado tanto a egipcios como a hebreos, pues, no vemos que antes el Señor haya advertido a faraón que apartaría la tierra de Gosén, donde moraban los hijos de Israel, para que no recibieran la plaga de moscas.
 
En el caso del Nilo, éste alimentaba toda la tierra de Egipto, por tanto, su contaminación debe haber sido un problema generalizado en el país, tanto para egipcios como para hebreos. Sin embargo, dice la Palabra que, para tener agua para beber, tuvieron que cavar pozos alrededor del río. Es decir, el río Nilo, por el significado como objeto de culto que tenía para los egipcios, con todos los cauces que provenían de él, y las fuentes que se alimentaban de él, fue el afectado por la plaga enviada por Jehová; pero los hebreos, de acuerdo con lo estudiado en Génesis, estaban acostumbrados a abrir pozos, así que, quizás, la idea de cavarlos vino de ellos.

En cuanto a las ranas, probablemente éstas invadieron toda la tierra de Egipto, pero Jehová advierte a faraón en forma específica que éstas: "subirán y entrarán en tu casa, en la cámara donde duermes, y sobre tu cama, y en las casas de tus siervos, en tu pueblo, en tus hornos y en tus artesas. Y las ranas subirán sobre ti, sobre tu pueblo, y sobre todos tus siervos" (Ex 8:3-4); por tanto, las moradas de los hebreos no habrían sido afectados.


Muerte del ganado


Vino nuevamente Moisés hasta faraón trayendo un mensaje de Jehová, quien le advertía que, si no dejaba partir al pueblo hebreo para que sirviera a Jehová, al día siguiente Él iba a enviar una plaga sobre todos los animales de Egipto, pero que ésta no tocaría a los animales de los israelitas. Como Jehová prometió, al otro día, todos los animales de los egipcios: caballos, asnos, camellos, vacas y ovejas, murieron, pero los de los hijos de Israel, ninguno murió. Cuando faraón comprobó esto, endureció más su corazón. (9:1-7)

* En aquellos tiempos, la riqueza se medía, entre otras cosas, por las cabezas de animales que alguien poseía. Un juicio contra la vida de los animales significaba debilitar las finanzas de la tierra. Los egipcios debían saber que su estabilidad económica no dependía de ellos, sino del Único Dios Viviente. 

Cuando Dios no es parte de nuestra agenda diaria, porque estamos muy ocupados en producir riqueza material para tener tranquilidad financiera, no nos debe extrañar la disciplina del Señor en esa área. Por medio del profeta Hageo, Jehová reprendió a Israel, porque habían abandonado la reconstrucción del templo, y habían dedicado todos sus esfuerzos a construirse lujosas viviendas. Sin embargo, era evidente que, a pesar de que sus trabajos les habían permitido prosperar económicamente, nada les rendía como ellos esperaban. Entonces el Señor dijo: "Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto" (Hag 1:6).

Reedificar el templo quiere decir vivir para la gloria de Dios; es decir, para los creyentes, que hemos recibido una nueva vida por la fe en Jesucristo, significa mantener la morada que Dios estableció dentro de nosotros, iluminada, limpia, llena de la Palabra de Dios, de modo de estar fortalecidos en la fe; y que todo lo que hagamos sea como hecho para el Señor. Si perseveramos en esto, todas nuestras necesidades estarán cubiertas. Pero, mientras sigamos descuidando la habitación del Espíritu Santo en nosotros, el Señor seguirá enviando juicio y disciplina: "Por cuanto mi casa está desierta, y cada uno de vosotros corre a su propia casa. Por eso se detuvo de los cielos sobre vosotros la lluvia, y la tierra detuvo sus frutos. Y llamé la sequía sobre esta tierra, y sobre los montes, sobre el trigo, sobre el vino, sobre el aceite, sobre todo lo que la tierra produce, sobre los hombres y sobre las bestias, y sobre todo trabajo de manos" (Hag 1:9-11).


Las úlceras


Mandó Jehová a Moisés y a Aarón que tomaran puñados de cenizas y las esparcieran delante de faraón hacia el cielo, y éstas producirían sarpullido en la piel de los hombres y de las bestias, las cuales se convertirían en úlceras. Todos los egipcios fueron afectados, incluso los hechiceros del faraón, y esto provocaba aún más dureza en el corazón de faraón, que se negaba a escuchar. (9:8-12)

* Las úlceras en la piel de hombres y animales probablemente representan ataques a la salud de las personas y animales.

Por este tiempo (abril 2023), el mundo está saliendo (aún no termina) de una gran pandemia que muchos consideramos fue un llamado de atención de Dios a los hombres, para que comprobemos lo insignificantes que somos ante una amenaza que ni siquiera podemos ver, sino sólo comprobar que está allí por sus efectos. 

El Señor dijo a Israel: "Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador" (Ex 15:26).


El granizo


Jehová envió a Moisés muy temprano en la mañana para que dijera a faraón que, a causa de su soberbia, al día siguiente, haría llover granizo sobre todo Egipto, como nunca había ocurrido. Dijo Moisés: "Jehová, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. Porque yo enviaré esta vez todas mis plagas a tu corazón, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra. Porque ahora yo extenderé mi mano para herirte a ti y a tu pueblo de plaga, y serás quitado de la tierra. Y a la verdad yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra". Le aconsejó guardar todo animal y que los hombres se mantuvieran en casa, porque aquél que quedara en el campo moriría por los granizos. Los que temieron a Jehová, hicieron caso a su consejo. Otros, lo ignoraron. Entonces Jehová ordenó a Moisés extender su vara hacia el cielo, y comenzaron los truenos, y a caer granizo mezclado con fuego, tan grande como nunca se había visto, que destruyó todo lo que estaba en el campo en Egipto, exceptuando la tierra de Gosén, donde vivía el pueblo hebreo. Entonces, faraón envió por Moisés y Aarón, y reconoció que Jehová es justo, y que él había pecado, y pidió que oraran a Jehová para detener esa plaga, y que él los dejaría partir. Aunque Moisés sabía que faraón no cumpliría su palabra, oró a Jehová para que detuviera el granizo, y Dios lo escuchó; sin embargo, faraón y sus siervos endurecieron más sus corazones, y faraón no dejó partir a Israel. (9:13-35)

* Cuando Jehová quiso demostrar a Job cuán pequeño era, en comparación con el soberano Dios Todopoderoso, a quien Job demandaba explicaciones, el Señor, entre otras cosas, le preguntó: "¿Has entrado tú en los tesoros de la nieve, o has visto los tesoros del granizo, que tengo reservados para el tiempo de angustia, para el día de la guerra y de la batalla?" (Job 38:22-23). El granizo representa el medio que usará Jehová para derribar la mentira diabólica que domina al mundo.

Por medio del profeta Ezequiel, Jehová anunció juicio contra todos los falsos profetas, que dejaron expuesta la casa de Israel, al levantar alrededor de ella falsas paredes, recubiertas con lodo suelto, refiriéndose a las mentiras que les profetizaban, haciendo que el pueblo siguiera viviendo como si su pecado no fuera a tener consecuencias, dejándolos, por tanto, indefensos para sostenerse en pie durante la batalla en el día de Jehová. El Señor dijo: "por cuanto engañaron a mi pueblo, diciendo: Paz, no habiendo paz; y uno edificaba la pared, y he aquí que los otros la recubrían con lodo suelto, di a los recubridores con lodo suelto, que caerá; vendrá lluvia torrencial, y enviaré piedras de granizo que la hagan caer, y viento tempestuoso la romperá" (Ez 13:10-11). Dicho de otra manera, la torcida muralla de engaños que se ha levantado disfrazada de verdad - porque lo cierto es que sólo hay una Verdad absoluta, y es la Palabra de Dios - va a caer, porque no hay nada verdadero que la sustente. Respecto de ella, el Señor dijo: "Haré que la rompa viento tempestuoso con mi ira, y lluvia torrencial vendrá con mi furor, y piedras de granizo con enojo para consumir. Así desbarataré la pared que vosotros recubristeis con lodo suelto, y la echaré a tierra, y será descubierto su cimiento, y caerá, y seréis consumidos en medio de ella; y sabréis que yo soy Jehová" (Ez 13:13-14).


Las langostas


Jehová envió a Moisés nuevamente ante la presencia de faraón, advirtiéndole que había endurecido el corazón de faraón, así como el de sus siervos, pues su intención era mostrar las maravillas que Él estaba haciendo en Egipto, para que Moisés después lo contara a sus hijos y nietos, y supieran quién es Jehová. Así que fueron Moisés y Aarón, y dijeron a faraón: "Jehová el Dios de los hebreos ha dicho así: ¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo, para que me sirva".  Le dijo que, si insistía en rehusarse, al día siguiente Dios iba a enviar una plaga de langostas como nunca la hubo, que comerían todo lo que no destruyeron las plagas anteriores. Cuando los siervos egipcios supieron esto, rogaron a faraón que dejara partir a los hebreos, pues Egipto ya estaba destruido, pero faraón sólo autorizó a que fueran los varones al desierto, y que dejaran a sus mujeres, niños y ganados en Egipto, pero no fue aceptado, porque todo Israel debía servir a Jehová. Entonces fueron expulsados de palacio, por lo cual, Jehová ordenó a Moisés extender su vara para hacer venir la langosta. Y se inició un fuerte viento del oriente que trajo al día siguiente la langosta que venía en tal cantidad que oscurecía la tierra, y arrasó con los frutos, árboles y lo que quedaba después del granizo. Entonces faraón mandó llamar a Moisés para que orara a Jehová y quitara esa plaga. Así hizo Moisés, y Jehová envió un viento occidental que empujó la langosta hacia el mar rojo, quedando Egipto libre de la plaga; pero Jehová endureció el corazón de faraón, y éste no quiso dejar ir a Israel. (10:1-20)

 
Para la vida del individuo, también la langosta puede representar cualquier pérdida provocada por las mentiras que Satanás introduce en la mente y el corazón de las personas, que las llevan a cometer actos por los cuales terminarán condenándose, a no ser que su conciencia ya está cauterizada, y no consiguen sentirse satisfechos, a pesar de haber creído que aquello era lo que les faltaba para tener paz, como, por ejemplo, la venganza, los divorcios, agresiones verbales y físicas; o cuando creen mentiras como las que dominan el pensamiento de la gente hoy, como el aborto o el engaño de la identidad de género, que llevan a las personas a cometer actos que ellos mismos, en lo profundo de su ser, repudian, tales como mutilar o modificar sus cuerpos, a veces de manera irreversible, lo que los hunde más en el lodo cenagoso, donde quedan atrapados para siempre, a menos que Jesús les llame e ilumine su entendimiento

Las tinieblas


Entonces, Jehová ordenó que vinieran tinieblas densas sobre Egipto, tanto que ninguno podía ver al que estaba al lado. Tres días estuvieron así, y no se levantaban, porque no podía ver. En cambio, los hebreos tenían luz en sus habitaciones. Entonces faraón mandó llamar a Moisés para decirle que autorizaba a los hombres, mujeres y niños para ir a servir a Jehová, pero que dejaran sus ovejas y vacas en Egipto. Mas Moisés no aceptó, e incluso le dijo que faraón debía proporcionarles los sacrificios y holocaustos que presentarían al Señor, y que el ganado de los hijos de Israel debía ir con ellos, porque debían sacrificar de sus animales a Jehová. Entonces, faraón se enfureció y echó a Moisés de su presencia, diciéndole que, si volvía a ver su rostro, iba a morir. (10:21-29)

* El mundo está sumido en tinieblas. Sólo aquellos que hemos sido rescatados por la sangre de Cristo hemos sido alumbrados y podemos ver de verdad, como los hebreos que tenían luz en sus moradas, mientras los egipcios no podían distinguir ni sus manos. El problema del mundo es que cree que ve, pero los cierto es que son ciegos, y siendo ciegos pretenden arreglar el desastre que la ceguera ha producido en el mundo. Mientras sigan rechazando la verdad, los líderes del mundo, aunque tengan las mejores intenciones, no son más que ciegos intentando guiar otros ciegos. El resultado es que todos van a caer al hoyo, como dijo Jesús sobre los fariseos.

Sólo la luz de Cristo, el Verbo encarnado, puede disipar las tinieblas. 


Muerte de los primogénitos


Jehová anunció a Moisés la última plaga que traería sobre faraón y sobre Egipto, después de la cual, los dejaría partir. Le mandó que hablara al pueblo hebreo para que pidiera de sus vecinos egipcios alhajas de plata y de oro, y éstos se las darían, porque Jehová les daría gracia ante los egipcios. Entonces, Moisés anunció a faraón que, a la media noche, Jehová saldría en medio de todo Egipto, y todo primogénito de hombre y de bestia moriría, sin embargo, de los primogénitos de Israel ninguno sería tocado, para mostrar que Jehová hacía diferencia entre egipcios e israelitas. De ese modo, todos los egipcios se inclinarán ante Moisés para rogarle que se vaya de Egipto, con todo el pueblo que estaba bajo su cuidado. Luego de decirle esto, salió Moisés de la presencia de faraón muy enojado. Entonces Jehová dijo a Moisés que faraón no iba a hacer lo que le habían pedido, pero eso iba a permitir a Jehová desplegar todo su poder en la tierra de Egipto.  (11:1-10)

* Todas las riquezas, alhajas de plata y oro, que obtendrían los hijos de Israel de los egipcios no eran con el propósito de simplemente despojarlos, sino de reunir material con el cual iban a levantar el tabernáculo de Dios, su mobiliario, los trajes sacerdotales, etc.

Las riquezas que aportan las naciones gentiles para edificar la casa de Dios, (más adelante, veremos que, para construir el templo, Salomón recibió muchos aportes de los gentiles), nos hablan de los dones que Jehová da a sus escogidos, cuando éstos reconocen al Hijo de Dios como Señor de sus vidas. Son dones que han de ser usados para edificación de la iglesia, dice la Palabra de Dios; y eso es así literalmente, pues, Dios dio dones a sus hijos adoptados para ser usados en levantar los muros de la Jerusalén celestial, la ciudad de Dios, cuya piedra fundamental es Jesucristo. 

Con todo lo que los egipcios presenciaron y padecieron, ahora sabían que entre los falsos dioses que ellos adoraban no había ninguno como el Dios de Israel, y todas esas aflicciones que padecieron, abrieron surcos en sus corazones donde pudieron recibir la semilla de la Verdad. En efecto, muchos egipcios se rindieron ante Jehová, y salieron con los hebreos desde Egipto, porque entendieron que sólo hay un Dios viviente, y que, bajo su cobertura, ellos estarían seguros.


EL CORDERO PASCUAL


Jehová habló a Moisés y a Aarón diciéndoles que aquel mes iba a ser considerado el primer mes del año. Les ordenó, para 
el día diez de ese mes, tomar un cordero o un cabrito de un año, sin defecto
por familia; si la familia era pequeña, que se uniera a su vecino inmediato, y tomaran un cordero que alcanzara para todos. El animal debía reservarse para el día catorce del mes, para ser sacrificado al caer la noche. Aquel día, deben tomar un poco de la sangre del animal, y untar con un hisopo los dos postes y el dintel de la puerta de cada casa donde lo van a comer. En la noche, comerán la carne del cordero asada al fuego, sin dejar nada para la mañana siguiente. Deberán acompañarla con panes sin levadura, y hierbas amargas; "y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová". En caso de que quede carne sin comer, deberán quemarla al fuego. Esa misma noche, Jehová visitará Egipto para herir a todos los primogénitos tanto de hombres como de bestias. El ángel exterminador pasará de largo por las casas que tengan pintadas sus fachadas con la sangre del cordero. Nadie deberá salir de sus casas hasta la mañana siguiente. Esta ceremonia deberá conmemorarse perpetuamente, y deberá ser explicada a las nuevas generaciones, diciendo que aquello se hace para recordar el día en que Jehová liberó a su pueblo de la esclavitud en Egipto. La conmemoración deberá durar siete días, desde el catorce al veintiuno del mes, y desde el primer día no debe haber levadura en la casa, y aquél que durante esos siete días coma pan con levadura será cortado de Israel. Tanto el primer día como el último habrá santa convocación, y ninguna obra se hará en aquellos días, excepto preparar lo que habrán de comer. Cuando los hebreos oyeron esto, se inclinaron y adoraron, y obedecieron todo lo que se les mandó. (12:1-28).

* "... nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros" (1Co 5:7). La pascua es la representación de la ofrenda hecha por Jesucristo en la cruz, para redimirnos de la esclavitud del pecado. Con la ofrenda de su vida, dice el autor de la epístola a los hebreos, Jesús venció al diablo, que dominaba a la humanidad por medio del temor a la muerte, al quitarle ese poder cuando resucitó, y sacó a la luz la esperanza de la vida eterna; porque la muerte es el pago que se recibe por el pecado, pero cuando Jesús derramó su sangre en la cruz, expió con ella los pecados de todo el que se arrepiente y cree esta verdad.
 
Como vemos, los hebreos debían sacrificar un cordero sin mancha, para que, a través de su sangre, fueran liberados del ángel de la muerte. Luego, debían comer de su carne, sin dejar para el día siguiente. Jesús es el Cordero que, sin tener la mancha del pecado, fue sacrificado por todos nosotros. Jesús dijo: “yo soy el pan vivo que bajó del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá para siempre. Este pan es mi carne, que daré para que el mundo viva”...”el que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna”... (Jn 6:51, 54). Cuando Jesús habla de "comer su carne" o "beber su sangre" está hablando de creer que su ofrenda es suficiente para ser salvos y tener vida eterna

** La levadura representa el pecado, del cual, los que hemos recibido la santificación del Espíritu Santo, debemos huir. Pablo dice que, si somos tolerantes con esa levadura de malicia y de maldad en la iglesia, ésta leudará toda la masa, es decir, afectará al resto de la congregación. Nosotros no somos llamados a encerrarnos para evitar contaminarnos con las costumbres del mundo, sino a no seguir la corriente imperante, porque el mundo está bajo el dominio del príncipe de las tinieblas. Nuestra misión debe ser cumplida en medio de las tinieblas, si no, ¿a quién vamos a llevar el mensaje? Estamos en el mundo, pero no somos del mundo, porque el mundo está en tinieblas, y nosotros somos la luz que debe disipar esas tinieblas.

*** Durante nuestro viaje por estos primeros libros de la Biblia, hemos visto que Dios va dando pistas para que entendamos los tiempos. Aquí vemos que el primer mes hebreo (entre los meses de marzo y abril), que se conoce como mes de "nisán" o "abib", es el mes en que Israel fue liberado de la esclavitud en Egipto. Significa el comienzo de una nueva era para Israel. 

Antes de la liberación de Israel, el día décimo de nisán, el cordero debía ser apartado para el sacrificio, lo que correspondería, quizás, (puede tener otro significado), al tiempo en que Jehová anunció a David que, de su simiente, vendría aquél que salvaría al mundo, cuyo reinado sería eterno. 

Lo ocurrido antes del sacrificio del Cordero, entonces, debemos tomarlo como el tiempo en que se configuran las condiciones para que el Mesías dé inicio a su ministerio terrenal, esto es, que la maldad alcanzara niveles inmanejables; desesperanza y clamor generalizados; que el pueblo de Israel, apartado por Dios como ejemplo al mundo, hubiera hecho de la Ley de Moisés parte de su identidad, aunque haya sido incapaz de cumplirla; y lo más importante: que el Nombre de Jehová, el Dios de Israel, llegara a ser conocido por todos.

El día catorce corresponde al día en que Jesús (el Cordero de Dios) ofrendó su vida en la cruz, para redimir un pueblo santo para Dioscon su sangre, que es la cobertura que impide que la segunda muerte tenga poder sobre los escogidos. 

Los siguientes siete días es tiempo de la fiesta de los panes sin levadura; es decir, corresponde al tiempo de santificación del pueblo llamado para vida eterna. Con la segunda venida de Jesús viene la glorificación de los santificados, en que todos los creyentes seremos hechos perfectos, a imagen y semejanza del Hijo de Dios.


Y aconteció que, como Dios lo había advertido, a medianoche pasó el ángel, y mató a todo primogénito de las casas no cubiertas con la sangre, entre ellos, al primogénito de faraón. No hubo casa en Egipto donde no hubiera un muerto. Esa misma noche, faraón mandó llamar a Moisés, y le ordenó que se fueran de Egipto con todo lo que poseían, y le pidió también su bendición. Incluso, los mismos egipcios propiciaron la pronta salida de los hebreos, y les regalaron todo cuanto los israelitas les pedían, conforme les había mandado Moisés: alhajas de plata, y de oro, y vestidos, despojando de esa manera a los egipcios. (12: 29-36)

* La sangre de Cristo nos salva de la muerte eterna, que es el padecimiento en el lago de fuego, que arde perpetuamente, y donde ya nadie puede morir. Así como la sangre del cordero sacrificado pintada en los dinteles impidió que la muerte entrara, cuando por la fe protegemos nuestra vida con la sangre del Cordero de Dios, que quita nuestro pecado, la segunda muerte, es decir, la muerte eterna, no tiene poder sobre nosotros

** Cuando la muerte hirió a todos los primogénitos de los egipcios, tanto de hombres como de animales, Jehová consagró para Él a los primogénitos de los hijos de Israel y de sus animales. Pero, más adelante, el Señor aparta a los hijos de la tribu de Leví para sí, como sustitutos de los primogénitos de Israel, y los consagra para servir en el tabernáculo de reunión, bajo el mando del Sumo sacerdote y sus hijos, quienes ejercerán el sacerdocio en Israel. Ninguno que no perteneciera a la tribu de Leví podía ejercer esas labores, ni acercarse a las cosas sagradas, o caería muerto instantáneamente.

 

LA REDENCIÓN DE ISRAEL  


Los israelitas que partieron de Ramsés (Gosén), en dirección a Sucot, sin contar mujeres ni niños, eran unos seiscientos mil hombres. Habían vivido en Egipto por cuatrocientos treinta años. Además, se les unió toda clase de gente, así como ovejas y vacas. Aquel día comieron tortas de la masa sin leudar que habían sacado de Egipto en sábanas, pues no habían alcanzado a preparar alimentos, ya que los echaron rápidamente de esa tierra. El mismo día en que se cumplieron los cuatrocientos treinta años, salieron las huestes de Jehová de Egipto. Y les fue ordenado guardar esa noche en conmemoración de lo que Jehová hizo por Israel. Jehová prohibió a los extranjeros comer la pascua, excepto a los siervos comprados por dinero y que estuvieran circuncidados. Tampoco ningún jornalero ni trabajador temporal podrá comer la pascua. Además, se deberá comer la carne dentro de cada casa, y no deben sacar nada para fuera, ni quebrar ningún hueso del cordero. Si hubiere algún extranjero que quisiese comer la pascua, previamente deberá circuncidar a todo varón de su casa, y sólo entonces podrá comerla, pues ningún incircunciso comerá la pascua. (12:37-51)

* El éxodo de Israel de Egipto prefigura la redención de la nación santa, pueblo adquirido por Dios con la sangre de Jesús. Jehová anunció por medio de Isaías: "¿Quién oyó cosa semejante? ¿quién vio tal cosa? ¿Concebirá la tierra en un día? ¿Nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz sus hijos"(Is 66:8). Esta profecía, aunque muchos la relacionan con la creación del Estado de Israel, en 1948, espiritualmente se cumplió el día en que Cristo consumó la obra que el Padre le había enviado a hacer: convertirse en sacrificio de expiación para redimir por la fe en su sangre. Cuando Jesucristo resucitó, arrastró con él a todos los que creen, porque con su ofrenda, abrió un camino nuevo que conduce directo al trono de Dios, a los que recibieron el derecho de ser hechos hijos de Dios. Aquel día nació la nación santa, el pueblo adquirido por Dios para anunciar las virtudes de aquél que nos rescató de las tinieblas para llevarnos a su Luz admirable. Estamos en el mundo, pero nuestra ciudadanía es del cielo.
 
** Dios ordenó no quebrar ningún hueso del cordero pascual, mandato que no sólo estaba referido al pequeño animal que se habría de sacrificar, en conmemoración de la liberación de la esclavitud en Egipto, sino que se trataba de una profecía que habría de cumplirse siglos después en el Cordero provisto por Dios para salvar a la humanidad. El día en que crucificaron a Cristo era la preparación de la fiesta de la Pascua, y al día siguiente el shabat, por lo cual no podían quedar los cuerpos colgados. Así que rogaron a Pilato que ordenara apresurar la muerte de los tres crucificados, a fin de descolgarlos de las cruces; entonces los soldados a cargo recibieron la orden de quebrar las piernas de los crucificados esa tarde. Sin embargo, después de quebrar las piernas de los dos malhechores colgados junto a Jesús, cuando llegaron a Él, vieron que el Señor ya había exhalado el espíritu, por lo que no necesitaron quebrar sus huesos. 
 
*** "Ningún incircunciso comerá la pascua"... La circuncisión fue dada a Israel por señal del pacto entre Jehová y Abraham, y para su descendencia según la carne; sin embargo, en el Pacto del Espíritu, cuyo mediador es Jesucristo, la circuncisión no es la que se hace en la carne, sino en el corazón. La verdadera circuncisión significa guardar los mandamientos de Dios. ¿Qué nos manda el Señor? Que amemos a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas, y que también amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Dicen las Escrituras, que en esos mandamientos se cumple toda la ley. El que no ama no conoce a Dios, por tanto, no es salvo.

Ninguno que no conozca a Jehová, ni a Jesucristo, podrá entrar al Reino de Dios, porque para amar a alguien lo tienes que conocer, y cuando conocemos a quien nos salvó, nuestro corazón es circuncidado por su amor.