A TRES MESES DE LA SALIDA DE EGIPTO
Hasta Madián, donde vivía el suegro de Moisés, llegaron las noticias de todas las cosas que Jehová hizo para rescatar al pueblo de Israel desde Egipto. Entonces Jetro tomó a su hija Séfora, mujer de Moisés, y a sus dos nietos, y fue con ellos hasta donde estaba Moisés en el desierto (región de Horeb), acampando junto al Monte de Dios (Sinaí). Jetro, muy impresionado con todo lo que Moisés le contó, dijo: "Ahora conozco que Jehová es más grande que todos los dioses; porque en lo que se ensoberbecieron prevaleció contra ellos". Y tomó holocaustos y sacrificios para Dios; y vinieron Aarón y todos los ancianos de Israel para comer con el suegro de Moisés delante de Dios. (18:1-12)
* Nuevamente citamos Romanos 10:17, "la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios". Dios usa el testimonio de los creyentes para abrir el corazón de los que están siendo llamados. Porque los inconversos no pueden invocar a Aquél de quien no han oído, por eso debemos ir y predicar el evangelio a todos, para que la sabiduría divina les convenza de pecado y se conviertan al Señor con todo su corazón.
En el libro de Job, encontramos unos versículos que resumen el llamado de Dios: "Despierta además el oído de ellos para la corrección, y les dice que se conviertan de la iniquidad. Si oyeren, y le sirvieren, acabarán sus días en bienestar, y sus años en dicha. Pero si no oyeren, serán pasados a espada, y perecerán sin sabiduría" (Job 36:10-12).
* De acuerdo con lo que leemos en los libros de Números y Deuteronomio, podemos deducir que Moisés habría atribuido a una intervención de Jehová el consejo recibido de su suegro Jetro, de escoger setenta hombres virtuosos de entre el pueblo para ejercer como jueces, pues, en esos libros, cuando Moisés se refiere a este episodio, lo hace como una respuesta de Dios a su clamor, sin hacer mención de su suegro.
** Las congregaciones necesitan ser guiadas por gente preparada, cuyas vidas sean ejemplares. La Epístola de Pablo a Tito, y las enviadas a Timoteo, contienen consejos del apóstol a sus hijos en la fe. Ambos cristianos, formados en la fe por Pablo, quienes fueron dejados a cargo de la iglesia de Creta y de Éfeso, respectivamente. Las cartas tienen por finalidad guiar a estos jóvenes pastores para conducir la iglesia según la sana doctrina, y para nombrar líderes dentro de ella, que fueran fieles representantes del evangelio que predicaba Pablo. Consejos que las iglesias modernas debieran tener en cuenta a la hora de nombrar sus cabezas.
PARA LA GLORIA DE DIOS
Los israelitas habían llegado al desierto de Sinaí justo al cumplir tres meses después de haber salido de Egipto, y acamparon frente al monte. Allí Dios llamó a Moisés, y le entregó el siguiente mensaje para el pueblo: “Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí. Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa.” Al oír el pueblo, se comprometió a hacer lo que Jehová mandara (19:1-8).
* Los hijos de Israel eran los llamados a edificar la Casa de YHWH en la tierra, lamentablemente, como dice la palabra: los edificadores desecharon la piedra que llegó a ser la cabeza de ángulo del edificio, y tropezaron en ella y cayeron. Pero el tropiezo del pueblo de Israel, cuando rechazó el evangelio de Jesucristo, no impidió que la casa de Dios comenzara a ser edificada; lo que cambió es que la congregación de los santos dejó de estar limitada al pueblo hebreo, ya que, su caída significó la inclusión de los gentiles en la obra del Reino, pero esto ya estaba en los planes de Dios, pues la promesa dice: "En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra" (Gn 22:18). Así que la casa de Dios está siendo edificada con piedras vivas escogidas de todo el mundo; nos referimos a los que son hechos hijos de Dios por la fe en Jesucristo, que es la piedra del ángulo. Este edificio santo se levanta sobre el fundamento que pusieron los apóstoles y profetas, y sigue creciendo para ser un templo santo en Cristo el Señor. Del mismo modo, cada parte del edificio, los miembros del cuerpo del Mesías, está siendo juntamente edificada como morada de Dios por el Espíritu. En la iglesia, donde judíos y gentiles son uno, se concreta, paso a paso, este plan de Jehová de hacer de la congregación de los santos una nación Santa, reino de sacerdotes, pueblo que Jehová adquirió con la sangre del Hijo. Todavía no alcanza todo su esplendor, pero cada día es un nuevo avance hasta que, en la venida del Señor, se manifieste la gloria de los hijos de Dios, para gloria Suya.
LA PRESENCIA DE DIOS
* La experiencia de estar ante la presencia de Jehová fue para Israel una prueba irrefutable de que el Dios de los hebreos no era como los dioses paganos que habían conocido en Egipto. Como veremos, efectivamente, los israelitas, al oír la voz de Dios hablando a Moisés, creyeron que el Señor lo había escogido, y nunca olvidaron el terror que Su Presencia provocó en ellos aquel día en el Monte Sinaí.
LA SANTIDAD DE JEHOVÁ
* Dios es Santo, Santo, Santo, por eso el ser humano, en su estado de caída, no es digno de estar frente a Él, ni tampoco sería capaz de soportar estar en pie ante su sublime Presencia. Pero Dios no se complace en la muerte del impío. Él quiere que todos se aparten de sus caminos de maldad para que vivan. Por ese amor tan grande con que nos ama, Dios envió al mundo a su Hijo Unigénito, es decir, único en su clase, para que se ofrendara por nosotros, a fin de purificar a todo el que cree en Él. Ahora que estamos en Cristo podemos entrar a la presencia del Dios Todopoderoso con confianza, pues, habiendo Su Sangre impecable expiado nuestro pecado, fuimos reconciliados con nuestro Creador, y nuestra comunión con Él fue restaurada.
LA LEY
LOS MANDAMIENTOS DE DIOS
- "Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre".
- "No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos".
- "No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano".
- "Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó".
- "Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da".
- "No matarás".
- "No cometerás adulterio".
- "No hurtarás".
- "No hablarás contra tu prójimo falso testimonio".
- "No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo". (20:1-17)
* Jesús dijo que Él no vino a abrogar la ley y los profetas, sino a cumplir lo que dijeron. No sólo siguen vigentes los mandamientos, sino que enseñó que todos se resumen en una palabra: "Amor", esto es, porque Dios es Amor. Por ejemplo, sobre el mandamiento que dice: "no matarás", Jesús dijo que basta con enojarnos con un hermano para ser culpable de juicio; el Señor aconsejó ir y reconciliarnos con él. Otro ejemplo es el que se refiere al adulterio: no sólo inmiscuirse íntimamente con la mujer de otro es adulterio, sino también mirarla con codicia. En Mateo 5, el Señor profundiza más en el significado de la ley dada a Israel.
Observando los israelitas el estruendo, los relámpagos y el sonido de las bocinas, sintieron gran temor y temblor, y se pusieron a distancia. Entonces pidieron a Moisés que mediara entre Jehová y el pueblo, pues, temían morir si Dios les hablaba directamente. Y Moisés les dijo “No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis”. Volvió Moisés a la oscuridad donde estaba Jehová, y el Señor le dijo que dijera a Israel que no se hicieran imágenes del Señor, ni de oro ni de plata. Que le hicieran un altar en el lugar que el Señor iba a escoger para memoria de su Nombre, donde Él vendría y los bendeciría. El altar, donde iban a hacer sus holocaustos y ofrendas de paz, debía ser hecho de tierra o de piedra sin labrar, porque los instrumentos profanan la piedra. También les dijo que no subieran por escalones al altar, de modo de evitar que, por accidente, se descubra la desnudez de los hombres junto a éste. (20:18-26).
Entonces Jehová dio las siguientes leyes a Moisés para que rigieran al pueblo hebreo: (21:1)* Jehová quiso que los hijos de Israel experimentaran su pequeñez y debilidad ante el Todopoderoso Dios, para que le temieran y pensaran dos veces antes de rebelarse contra Él. Si no hubiesen vivido esa terrible prueba, probablemente hubieran tomado a la ligera su relación con Jehová, pensando que se relacionarían con Él de la misma manera en que acostumbraban relacionarse con los ídolos egipcios, que no eran más que estatuas de madera piedra y metales, fabricados por ellos mismos, que no se movían, ni hablaban, ni les exigían obediencia como lo hacía Jehová, el único Dios vivo.
* Antes de entrar en detalles, quisiera recordar que las leyes del Pentateuco se dictan para las cosas terrenales, pero, como sucede con casi toda la Ley mosaica, generalmente se proyectan hacia las cosas espirituales.
Sobre esclavos hebreos
* El Salmo 40:6, 7, en la traducción RVR 60, dice: "Sacrificio y ofrenda no te agrada; has abierto mis oídos (...) Entonces dije: He aquí, vengo; en el rollo del libro está escrito de mí; el hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón". La versión Biblia del Oso, (traducción original de Casiodoro de Reina, de 1569), dice: "oreja me has labrado". Aunque varias versiones han intentado reinterpretar el significado de esa expresión, con seguridad, el salmista está aludiendo a esta Ley del Pentateuco que textualmente dice: "si el siervo dijere: Yo amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos, no saldré libre; entonces su amo lo llevará ante los jueces, y le hará estar junto a la puerta o al poste; y su amo le horadará la oreja con lesna, y será su siervo para siempre". En este salmo, Dios nos hace testigos del momento en que el Hijo de Dios se ofrece voluntariamente a convertirse en fiel Siervo de Dios, despojándose de su divinidad, para venir a este mundo a rescatar las ovejas del Padre, que fueron esclavizadas por el engañador en el Jardín de Edén.
Sobre daños a las personas
* En la Biblia vemos que Dios no es indiferente a la muerte de sus santos; pero también sabemos que Dios nos llama a cuidar más de la vida de nuestras almas que de la vida del cuerpo, porque este cuerpo, cuando muera, volverá a la tierra, pero el alma irá a vida eterna o a destrucción eterna, según lo que hayamos hecho mientras vivíamos. Jesús vino para darnos una oportunidad: si nos arrepentimos de nuestros pecados, y seguimos sus pasos, tendremos vida eterna; pero si lo rechazamos, y no hacemos cambios en nuestro modo de vivir, seguiremos estando bajo la ira de Dios.
Causar la muerte a alguien es condenable, y si se trata de la muerte eterna, es aun peor. Lamentablemente, los cristianos no siempre estamos conscientes de cuánta culpabilidad nos cabe en la muerte eterna de otros. Porque Los creyentes hemos sido llamados a ser atalayas del Reino; dice la Palabra que es nuestro deber anunciar a todos el peligro en el que se hallan sus almas sin Jesucristo. Es imperativo anunciar el evangelio a todos los que Dios ponga en nuestro camino; el que escucha, cree y se arrepiente, será salvo; pero el que escucha y rechaza, será culpable y condenado a la muerte eterna por su pecado, pero nosotros estaremos libres de culpa, porque le habíamos anunciado que había salvación en la sangre de Jesucristo. En cambio, si, por el motivo que fuere, no anunciamos el evangelio a una persona, y esa persona muere ignorante de la buena noticia, por su pecado esa alma irá al infierno, pero nosotros seremos culpables de la pérdida de esa alma, por cuanto no le advertimos el peligro en que se encontraba por su pecado.
** En los versículos 22 al 25, que abordan el tema sobre daños a la mujer embarazada, no nos queda claro si, cuando habla de daño físico o muerte, está hablando de la madre o del hijo en el vientre, o de ambos, que parece ser el caso. Pero si al hablar de muerte incluye el aborto, queda claro que Jehová, por ningún motivo, ha delegado en el hombre la decisión de poner fin a la vida del feto; por el contrario, el que decide matar al bebé en el vientre de su madre, deberá enfrentar el castigo que aguarda a cualquiera que comete homicidio, pues, la sangre de ese pequeño ser asesinado, sin duda, también tiene derecho a reclamar justicia.
Por otra parte, aunque la Ley mosaica dice que se debe pagar "Ojo por ojo, y diente por diente", lo que más vemos en las Escrituras es el llamado a no tomar venganza por nuestra cuenta, sino a dejar la venganza al Señor, quien juzga justamente. Además, Jesús dijo que no debemos devolver mal por mal, sino más bien, vencer el mal haciendo el bien. Todo lo que la Palabra enseña tiene que ver con el amor al prójimo, el perdón y la reconciliación. Porque, lo cierto es que, si el amor por el prójimo fuera lo que gobierna el corazón de los hombres, no sería necesario dictar leyes. Antes de partir, el Señor dijo: "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros" (Jn 13:34-35).
Sobre Responsabilidad en Tenencia de Animales
Si un buey acornea a alguien, causándole la muerte, el buey será apedreado, y no se deberá comer su carne, pero su dueño será absuelto; por el contrario, si el dueño sabía que el buey era peligroso, y éste mata a alguien, el animal será apedreado, y su dueño, condenado a muerte, pero si los familiares del muerto piden indemnización, y el dueño del buey la paga, podrá liberarse de la muerte. Si el buey acornea a un siervo, el dueño del buey deberá pagar treinta monedas de plata al amo, y el buey morirá apedreado. Si un pozo queda abierto y dentro de él cae un buey o un burro, el dueño del pozo deberá compensar al dueño del animal, y quedarse con el animal muerto. Si un buey acornea al buey de otra persona, y éste muere, los dueños de ambos animales deberán vender al animal vivo, y repartirse las ganancias, así como la carne del animal muerto; pero si el animal que cornea tenía antecedentes de ser bravo, el dueño del animal peligroso tendrá que dar un buey vivo al dueño del animal muerto, y podrá quedarse con este último. (21:28-36)
* En las Escrituras, muchas veces, el buey simboliza a quienes trabajan por la extensión del mensaje de la Verdad en la tierra. Por ejemplo, entre otros versículos bíblicos, podemos leer en el libro de Proverbios: "Sin bueyes el granero está vacío; mas por la fuerza del buey hay abundancia de pan" (Pr 14:4 RVR/60). Incluso Jesús nos invita a llevar su yugo sobre nuestra cerviz, haciendo referencia a las yuntas de bueyes que se usan para arar la tierra, en que un buey joven se ayunta a uno maduro, para que el buey joven aprenda del buey viejo cómo hacer el trayecto. Por lo anterior, creo que estas leyes que hablan sobre bueyes guardan relación con la responsabilidad que tienen los que enseñan la Palabra. Todos recibirán la paga por lo que han hecho: si en vez de trigo han sembrado cizaña, o han adulterado la Semilla de Verdad, recibirán lo que corresponda, según sus obras.
* Como hemos dicho durante estos estudios, a veces hallamos en las Escrituras que se simboliza a los hombres con animales. Lo vemos claramente cuando Jesús mandó a Pedro a anunciar el evangelio a unos gentiles, desplegando un lienzo con figuras de animales inmundos, y diciendo "Pedro, mata y come". Es posible que muchas de las leyes que hablan sobre animales robados, matados, entregados al cuidado de otros, etc., también guarden un mensaje sobre las personas; en este caso, podemos inferir que se trata de la responsabilidad que tiene cada iglesia sobre el rebaño que el Señor le ha dado para que lo cuiden. Una iglesia tiene líderes responsables de guiar a la congregación igual como un pastor guía a sus ovejas. Sabemos de muchísimas instituciones que se identifican como cristianas que han adulterado el mensaje de la Verdad, o peor aún, que sacan provecho o se enriquecen a costa de aquellos que dicen cuidar. Esos líderes no sólo se han condenado a sí mismos al fuego eterno, sino que han llevado por caminos de perdición a aquellos que fueron puestos bajo su responsabilidad. En el libro de Ezequiel se dedica todo un capítulo a los pastores que se apacientan a sí mismos, los que no son más que ladrones y salteadores.
Sobre responsabilidades sociales
Si un hombre seduce a una mujer soltera, y duerme con ella, deberá pagar la dote de una novia, y desposarla. Si el padre no quiere dársela por esposa, deberá pagar la dote como por una doncella. Toda hechicera deberá morir. Si alguien tiene relaciones sexuales con un animal, será condenado a muerte. Cualquiera que ofrece sacrificios a otros dioses, aparte de Jehová también morirá. Está prohibido engañar o angustiar al extranjero, porque los hebreos también han sido extranjeros. Tampoco deberán afligir a la viuda o al huérfano, porque su clamor subirá al cielo, y Jehová matará a espada al que tal hiciere, de modo que sus propias mujeres quedarán viudas y sus hijos serán huérfanos. Prohibido está prestar al prójimo e imponer usura. Si alguien toma en prenda el abrigo de alguien, se lo devolverá a la puesta del sol, porque ese abrigo puede ser lo único que tiene para cubrirse, y si clama a Jehová, Él lo oirá. No se debe maldecir ni a los jueces, ni a las autoridades del país. No hay que demorar las ofrendas de las primicias. Los primogénitos serán consagrados a Jehová: siete días estarán con su madre, y al octavo serán para Dios. Todo el pueblo deberá ser santo ante Dios, y no comerá la carne destrozada por bestias, sino que la arrojará a los perros. (22:16-31)
* En general, estos mandatos se explican por sí solos, y no necesitan mayor análisis, aunque eso no significa que no oculten otros significados bajo la superficie. Pero ahora sólo me limitaré a hacer los siguientes comentarios:
- Con respecto a aquellos que nos piden prestado, Jesús dijo: "A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos" (Lc 6:29-31). Nada de lo que poseamos en este mundo lo llevaremos con nosotros cuando expiremos. Por lo tanto, no vale la pena perder amigos, o la oportunidad de ayudar a alguien por medio de estos tesoros que se corrompen, se echan a perder, o se descomponen, pues al hacer así acumularemos tesoros en el cielo.
- En cuanto al respeto a las autoridades del país, Pablo y Pedro también llamaron a los hijos de Dios a someterse a sus autoridades, sean autoridades del país, o una jefatura en el lugar de trabajo, y a orar por ellas, pues, tanto sus éxitos como sus fracazos afectarán a los que están bajo su liderazgo.
Todo esto se resume en el siguiente precepto: "como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo" (1Pe1:15).
SOBRE INTEGRIDAD
No se deben aceptar los falsos rumores. No se debe hacer alianzas con los impíos y actuar como testigo falso. No hay que dejarse arrastrar por la mayoría para hacer el mal; ni prestarse para torcer la justicia, e inclinar un testimonio en favor de una persona sólo porque sea pobre. Al que encuentra al asno o buey de su enemigo que se había extraviado, lo llevará a su amo. Si alguien encuentra al asno de su enemigo caído bajo la carga, lo ayudará a levantarlo. No se debe negar la justicia al pobre. De la mentira hay que alejarse, y prohibido está condenar a muerte al inocente y justo, porque Jehová no perdonará al impío. No se debe aceptar soborno, porque pervierte la justicia. No se debe oprimir al extranjero, pues, Israel aprendió lo que sufre un extranjero cuando vivió en Egipto. (23:1-9)
* Dice el proverbio: "Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan, y si tuviere sed, dale de beber agua; porque ascuas amontonarás sobre su cabeza, y Jehová te lo pagará" (Pr 25:21-22), enseñanza que no siempre ha sido bien interpretada. Jehová no quiere que el impío se pierda, sino que se arrepienta y se vuelva a Dios. Lo que este Proverbio quiere decir es que, si hacemos bien a quien nos aborrece, nuestro actuar será en él como el fuego que purifica el oro y la plata, y lo hará recapacitar y arrepentirse de todo el mal que alguna vez lo convirtió en nuestro enemigo. Por eso el Proverbio dice que "Jehová te lo pagará", porque el que haga que un impío se vuelva de su camino estará ayudando a rescatar un alma que se había perdido.
Las relaciones con nuestros enemigos son un tema que, a veces, los creyentes descuidamos, y terminamos actuando igual como lo hacen los incrédulos, pero Jesús nos llamó a amar a nuestros enemigos, y a orar por los que nos persiguen. Él dijo que no tiene ningún mérito amar a los que nos aman. Lo cierto es que amar al enemigo es algo que nos debe diferenciar del resto del mundo, pues, es una cualidad que nos asemeja a nuestro Padre que está en los cielos, quien hace que el sol brille sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos.
Sobre siembra y cosecha
Por seis años deberán sembrar la tierra, y recoger la cosecha, pero al séptimo año la dejarán descansar, y quedará disponible para que los pobres del pueblo coman de ella, y lo que quede, se lo dejarán a las bestias del campo. Lo mismo harán con su viña y su olivar. Durante seis días se trabajará, pero al séptimo reposarán, para dar descanso al buey y al asno, y descanso al hijo de la sierva y al extranjero. No deben invocar, ni siquiera mencionar, el nombre de otros dioses. (23:10-13)
* Esta es una palabra que claramente tiene un mensaje para el ámbito espiritual. Estos versículos están dirigidos al pueblo hebreo, porque a través de ellos Jehová se mostró a las naciones; fueron ellos quienes dieron a conocer el Nombre de Jehová por el mundo, y, aunque no se lo propusieron, porque su dispersión fue por causa de su rebelión, sembraron toda la tierra con el conocimiento de Adonay, el Dios de Israel, hasta que llegó el Mesías.
Ya antes habíamos dicho que se habla del séptimo día para hacer referencia al reposo que hay en Jesucristo. Es lo que conocemos como la era de la gracia, o del Espíritu Santo, tiempo en que el Espíritu está llamando a los escogidos de todas las naciones, incluidos el remanente escogido por gracia de entre los hijos de Israel, para reunirnos en el Mesías, Jesucristo, para salvación y vida eterna. Siete años o siete días, en el ámbito espiritual, hablan del reposo.
Jesús dijo que había sido enviado a las ovejas perdidas de Israel, hombres y mujeres pecadores, entre los cuales había publicanos, prostitutas, enfermos, etc. Jesús había venido a llamar a lo despreciado de la nación; esos serían los pobres del pueblo judío. Luego que Jesús resucitó y ascendió al cielo, era el turno de las bestias y animales del campo, es decir, de los gentiles, los que no somos judíos, que antes estábamos alejados de la voluntad de Dios, excluidos de la ciudadanía de Israel, sin esperanza, ajenos a las promesas, pero que ahora también estamos siendo llamados para unirnos a la congregación de los santos en Jesucristo, por medio del conocimiento del evangelio de la paz, que nos reconcilia con nuestro Creador. Nosotros, que no éramos sino olivos silvestres, estamos siendo injertados en el olivo original para poder disfrutar de su rica savia también.
Pero Dios no desechó completamente a Israel. Sólo parte de ellos fueron endurecidos; así que, aquellos judíos que se arrepienten de su incredulidad, están siendo reinjertados al olivo original del cual fueron desgajados. Esto no es profecía para el futuro; si bien los primeros en ser llamados a salvación fueron los judíos, ahora, mientras es tiempo de los gentiles para entrar al Reino, se sigue llamando a un remanente escogido por gracia de entre los judíos. No existe en la Biblia argumento que apoye la salvación de Israel después de la venida de Cristo; ése es un error en que muchos porfían, debido a una interpretación errada del versículo 26 de Romanos 11, en la versión RVR60. Lo que ese versículo dice es que, cuando haya entrado la plenitud de los gentiles llamados a vida eterna, se completará el número de escogidos; "Así, todo Israel será salvo" (Ro 11:26 NBLA), porque los verdaderos israelitas no son según la carne, sino los que están siendo transformados por el Espíritu Santo, para heredar las promesas y la vida eterna. Cuando entre la plenitud de los gentiles escogidos, se oirá la última trompeta, y Jesucristo vendrá por su iglesia; entonces será el juicio, y aquellos que no sean hallados dignos, sufrirán el derramamiento de las copas de la ira.
Fiestas anuales
Serán tres fiestas al año: La Fiesta de los Panes sin Levadura, que se celebrará en el mes de Abib. Serán siete días en que comerán pan sin levadura, para conmemorar que Jehová los sacó de Egipto. Nadie podrá presentarse sin ofrenda ante el Señor. La Fiesta de la Siega, que es cuando se recogen las primicias de los frutos de la siembra; y, por último, la Fiesta de la Cosecha, cuando se recogen los frutos de fin de temporada. En cada una de estas festividades, deberá presentarse todo varón delante de Jehová, el Señor. (23:14-17).
* Como el Apóstol Pablo dijo: "nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros", por tanto, lo que estamos viviendo hoy es la Fiesta de los Panes sin Levadura. Es decir, es tiempo de dejar las viejas costumbres que aprendimos del mundo, para comenzar a vivir en integridad, como hijos de Dios, rechazando toda levadura de malicia y de pecado. Es hora de dar frutos que demuestren que nos hemos arrepentido de nuestra vieja manera de vivir, y de empezar a vivir lo que nos resta en este mundo para la gloria del Señor.
** Un día, mientras Jesús observaba las multitudes que le seguían, sintió compasión por ellas, pues, parecían ovejas sin pastor, y dijo: "la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies". La hora de la siega se vislumbraba, y era hora de capacitar a los obreros llamados a la obra del Señor. Estos serían aquellos judíos a los que el libro de Apocalipsis se refiere como "las primicias para Dios y para el Cordero", entre los cuales estaban los apóstoles, y todos aquéllos que diseminaron la Palabra más allá de las fronteras de Jerusalén y Palestina.
La fiesta de la siega de las primicias comenzó con la compleción del ministerio terrenal de Jesús, y abarca todo el período de evangelización de los hijos de Israel, de lo cual tenemos testimonio en los primeros capítulos del libro de Hechos.
*** Estando en Samaria, donde había muchos pobres espirituales, es decir, personas que tenían un escaso o nulo conocimiento de las verdades eternas, viendo el interés que despertaba en los samaritanos lo que Él les predicaba, Jesús dijo a sus discípulos: "¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega" (Jn 4:35). La Fiesta de la Cosecha final, creo que habla de la cosecha que se está llevando a cabo durante los tiempos postreros, que, según las Escrituras, corren desde el surgimiento de la iglesia. Es la evangelización del resto de las naciones, ministerio encargado por Jesús al Apóstol Pablo, sin embargo, todos los creyentes tenemos mandamiento de continuar la obra de Jesús, llamando a los hombres a reconciliarse con Dios, sembrando la semilla de la Palabra de Dios en los campos del mundo, para que sean muchos más los alumbrados por el Evangelio de Jesucristo. Unos plantan, otros riegan, pero el crecimiento lo da Dios.
RESTRICCIONES
* No ofrecer pan leudado junto con la sangre del sacrificio; o no cocinar al cabrito en la leche materna significaría que el nuevo Pacto de la salvación por gracia no debe mezclarse con las obras exigidas en la Ley mosaica. Muchos han intentado, desde el nacimiento de la iglesia, judaizar a los convertidos a Cristo, presionándolos para que se sometan a ritos judíos, como la circuncisión, abstenerse de ciertos alimentos, o guardar las fiestas judías. Sin embargo, agregar a la fe todos esos ritos legalistas es como decir que el sacrificio del Hijo de Dios en la cruz no es suficiente. Si bien es cierto nuestros orígenes como creyentes están en las doctrinas de la Ley mosaica, y creemos y tememos al Dios de Israel, para ser salvos no necesitamos más que tener la fe de Abraham.
La salvación es por fe, pero la fe sin obras es muerta. Lo que Dios espera de sus hijos es que den fruto de santificación. Una persona verdaderamente salva recibe el Espíritu Santo dentro de sí. Si el Espíritu de Dios mora dentro de una persona, lo natural es que ésta sienta la necesidad de conocer al Señor, y de hacer Su Voluntad; además, su nueva naturaleza comienza a sentir fuerte rechazo por las cosas terrenales que el Padre desaprueba. "Por sus frutos los conoceréis", dijo el Señor, y efectivamente un verdadero cristiano se reconoce por sus obras, que son las primicias de los frutos que suben al Trono del Altísimo.
LLAMADO A LA OBEDIENCIA
Dios dice a Israel: “yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado”. “Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él”. “Si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren”. También Jehová les mandó no inclinarse ante los dioses de los pueblos que habitaban Canaán, “ni los servirás, ni harás como ellos hacen; antes los destruirás del todo, y quebrarás totalmente sus estatuas. Mas a Jehová vuestro Dios serviréis, y él bendecirá tu pan y tus aguas; y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti.” Dijo el Señor que no habrá mujer que aborte ni que sea estéril en Israel, y que serán largos los días del que obedece esta palabra. (23:20-26)
* Antes de subir a la diestra de Dios, Jesús dijo que no nos dejaría huérfanos, pues, iba a pedir al Padre que enviara en su Nombre al Espíritu Santo para morar en cada creyente. Así como el ángel (ángel también se puede traducir como "mensajero") iba delante de Israel, guiándolos por el desierto, cuando confesamos a Jesucristo como nuestro Señor, su Espíritu Santo nos toma, y nos guía en el proceso de santificación mientras estamos en estos cuerpos terrenales, ayudándonos a entender cuál es su Voluntad por medio de su Palabra, de modo de presentarnos a Jesucristo, en su segunda venida, irreprensibles.
Pablo, en su carta a los creyentes de Roma, nos advierte de la inclinación al pecado que aún yace en la carne de los creyentes: "Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa no existe nada bueno." (...) "Quiero hacer lo que es bueno, pero no lo hago." (...) "Ahora, si hago lo que no quiero hacer, realmente no soy yo el que hace lo que está mal, sino el pecado que vive en mí." (...) "Amo la ley de Dios con todo mi corazón, pero hay otro poder dentro de mí que está en guerra con mi mente. Ese poder me esclaviza al pecado que todavía está dentro de mí." (Ro 7:18-23 NTV - Énfasis añadido. Para ver versículo completo, hacer click en enlace de citado).
En la epístola a los Efesios, el Apóstol nos llama a no entristecer al Espíritu Santo con que fuimos sellados en la regeneración. En otra epístola, nos hace ver que hay una lucha constante entre el Espíritu y la carne, pues, ambos quieren dominar, y sus deseos son totalmente opuestos. Por eso debemos dar gracias al Señor Jesucristo, que nos purificó con su sangre, liberándonos del poder que el pecado ejercía sobre nosotros. Porque, antes de la regeneración, éramos incapaces de desobedecer al pecado, pero una vez que Jesús pagó por nuestros pecados, ya no somos esclavos del pecado, y podemos obedecer la voz del Espíritu de Cristo que mora en nosotros. Pero ¡cuidado! no somos inmunes al pecado, por lo cual, necesitamos poner de nuestra voluntad para rechazarlo, y obedecer a nuestro Señor.
En su carta a los corintios, Pablo dice que cada uno es responsable de cómo va a edificar sobre el cimiento de nuestra fe que es Cristo: podemos usar oro (las mejores obras, que conllevan sacrificio), plata, bronce, piedras preciosas, madera, heno o paja (obras que no son muy diferentes a las de los incrédulos). Lo que usemos para sobreedificar va a ser probado en el fuego. Hay obras que resistirán perfectamente la prueba, pero otras se quemarán. Si bien el creyente que ha sido regenerado no pierde su salvación, habrá recibido el daño del fuego. Hay muchos creyentes que creen que, porque son salvos, ya nada malo les puede suceder. Ese pensamiento es contrario a estos versículos de la epístola a los corintios, y contrario a la advertencia de Jesús, cuando dijo: "En el mundo tendréis aflicción..." (Jn 16:33), pues, seguiremos siendo probados por el fuego; por tanto, debemos ser cuidadosos en escoger bien con qué estamos sobreedificando.
** Jehová dijo a Israel que, si hacían lo que les mandaba, Él sería enemigo de los enemigos del pueblo, y que afligiría a lo que lo afligían. En esos tiempos, los enemigos de Israel eran otros reinos, pueblos idólatras que no conocían al Dios de Israel. Sin embargo, Pablo, en su epístola a los efesios, nos enseñó que los enemigos de los creyentes no son personas de carne y sangre, sino principados, potestades, gobernadores de las tinieblas de este siglo, huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, si ponemos por obra lo que nuestro Señor nos manda, esos enemigos no tendrán oportunidad de atacarnos. A esa obediencia, el mismo apóstol Pablo la describe como una armadura que nos fortalece en Dios y en el poder de su fuerza. La armadura del creyente se va haciendo impenetrable cuando: llevamos una vida de rectitud (o justicia); vivimos según el evangelio; nos llenamos de fe por la Palabra de Dios; nos ocupamos en nuestra salvación; y escudriñamos la Palabra de Dios constantemente para conocer a Dios y a su Hijo Jesucristo, que es sinónimo de paz mientras estamos en este mundo, y de vida eterna cuando el mundo como lo conocemos llegue a su fin.
En cuanto a las personas que consideramos nuestros enemigos, no debemos tomar venganza en su contra, pues, ellos serán tratados por nuestro Señor. Más bien, debemos orar por ellos, para que el Señor tenga misericordia de ellos, como la tuvo con nosotros, y sean alumbrados por Jesucristo, y enderecen sus caminos.
*** Jehová dio a los creyentes el derecho de ser adoptados como hijos de Dios; y como hijos, debemos obedecer lo que el Padre manda; si no lo estamos haciendo significa que la voz que hemos estado escuchando no es la del Señor, sino la del enemigo de Dios, Satanás, padre de los rebeldes. Entonces, examinemos nuestras obras, las cuales nos revelarán de quién somos hijos en verdad, pues, ellas dirán qué voz estamos obedeciendo. ¡Cuidado! No hacer lo que el Señor manda puede ser un indicio de que la salvación que alegamos tener no es real.
Ahora bien, si hacemos lo que nuestro Señor manda, nos irá bien, pues, como pueblo santo, tenemos la misma promesa hecha por Jehová a Israel en estos versículos: Él bendecirá nuestro pan, y sanará nuestras dolencias.
INTOLERANCIA CONTRA EL ENEMIGO
En cuanto a los pueblos de las tierras que iban a invadir, dijo que Él los iba a hacer desfallecer de terror ante la inminente llegada de Israel, y que entregaría sus enemigos en sus manos; pero, agregó: "No los echaré de delante de ti en un año, para que no quede la tierra desierta, y se aumenten contra ti las fieras del campo. Poco a poco los echaré de delante de ti, hasta que te multipliques y tomes posesión de la tierra”. También les prohibió hacer cualquier tipo de pacto con los habitantes de esas tierras, ni con sus dioses; y que debían expulsarlos a todos, "no sea que te hagan pecar contra mí sirviendo a sus dioses, porque te será tropiezo.” (23:27-33).
* Jesús dijo: "Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, pasa por lugares áridos buscando descanso y no lo halla. entonces dice: “Volveré a mi casa de donde salí”; y cuando llega, la encuentra desocupada, barrida y arreglada. Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus más depravados que él, y entrando, moran allí; y el estado final de aquel hombre resulta peor que el primero" (Mt 12:43-45). Hacerse siervo de Jesucristo equivale a entrar a la tierra prometida que Jehová preparó para que habitásemos en ella; sin embargo, si no hacemos nada por levantar muros para protegerla del asedio del enemigo, corremos serio peligro de que los animales salvajes se multipliquen, y nos ataquen, amenazando nuestra paz. Algunos de esos "animales salvajes" podrían venir de nosotros mismos, en la forma de orgullo, arrogancia, soberbia, autosuficiencia, codicia, etc. También se pueden presentar en forma de tentaciones, tribulaciones, o de engaños y mentiras que el enemigo planta en nuestro corazón para hacernos tambalear, y si es posible, apartarnos de la fe.
A fin de no sucumbir a esas pruebas, Jesús, por su Santo Espíritu, nos va guiando por el camino; enseñándonos a hacer lo bueno, lo justo, fortaleciéndonos en la fe, pero debemos procurar no resistir al Espíritu de Cristo, ni contristarlo, sino perseverar en la fe, de modo que nuestro peregrinaje sea en paz, y que seamos hallados irreprensibles el día de la venida del Señor.
** Hacer pactos con los habitantes e ídolos de las tierras que Israel iba a conquistar equivale, en estos tiempos de la Gracia, a que el creyente ame las cosas que el mundo ama, y/o que adopte y siga las corrientes del pensamiento humanista que domina al hombre, que es contrario a la Palabra de Dios. Lo que se espera de un hijo de Dios es que se someta al Señorío de Jesús, de modo de ser transformados mediante la renovación de la mente; porque todo lo que hay en el mundo: los deseos de la carne, lo que anhelan los ojos o la vanagloria de la vida no provienen del Padre, sino del maligno, que quiere embriagar con esas cosas a los simples, para hacerlos tropezar. El mundo busca todo eso creyendo que allí encontrarán la felicidad, pero el vacío espiritual no se llena con cosas terrenales.
LA SANGRE DEL PRIMER PACTO ENTRE JEHOVÁ E ISRAEL
* Según la ley de Moisés, casi todo se purifica con sangre, y sin derramamiento de sangre, no hay perdón. Moisés selló el pacto hecho entre su pueblo y Jehová con la sangre de un animal, y con la misma sangre santificó a Israel para Jehová.
Pero las cosas verdaderas del cielo debían ser purificadas mediante sacrificios superiores a la sangre de animales. Fue así como el nuevo pacto, anunciado por los profetas, fue puesto en vigencia por medio de la preciosa sangre del Unigénito Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo, que se ofrendó en la cruz para quitar el pecado del mundo de una vez y para siempre, y asimismo, nos apartó para hacernos pueblo suyo, santificado en el Espíritu, por su sangre, como Cordero de Dios.
LA LEY ESCRITA EN PIEDRAS
Entonces, Moisés, obedeciendo a Jehová, subió al monte con Aarón y sus hijos Nadab y Abiú, más los setenta ancianos, y todos vieron al Dios de Israel, y debajo de sus pies, vieron algo parecido a un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno. El Señor no extendió su mano contra los príncipes de Israel, sino que permitió que lo vieran, e incluso comieron y bebieron en su presencia. Luego Jehová dijo a Moisés; "Sube a mí al monte, y espera allá, y te daré tablas de piedra, y la ley, y mandamientos que he escrito para enseñarles". Moisés se levantó, junto a su asistente Josué y, antes de subir, ordenó a los ancianos esperarlo allí, y les dijo que, si surgía cualquier problema, acudieran a Aarón y Hur, quienes permanecerían entre ellos. Cuando Moisés subió al monte, una nube cubrió la cumbre por seis días; al séptimo día, Jehová lo llamó desde el interior de la nube, y fue Moisés a la presencia del Señor, que era como un fuego abrasador para los hijos de Israel, y permaneció arriba por cuarenta días y cuarenta noches. (24:9-18).
* Moisés estuvo con Dios en el monte Sinaí por cuarenta días y cuarenta noches, tiempo durante el cual el pueblo debió esperar, en obediencia. Con toda seguridad, los hebreos pensaron que Moisés no demoraría tanto en volver, pero, como veremos más adelante, cuando los días pasaban, se empezaron a inquietar, y llegaron a pensar que algo le había ocurrido, y que ya no lo volverían a ver. ¿Podemos hacer la analogía con la partida de Jesús, y su promesa de que volverá? Sin dudas, porque los incrédulos, e incluso algunos que dicen ser cristianos, pero no lo son, cuestionan que aquello se cumpla, pues ya han pasado casi dos mil años desde que subió al cielo. Pero Pedro nos advierte que "El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche...". Por amor al mundo, el Señor sigue esperando a que muchos más crean y sean salvos antes de su segunda venida.
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