domingo, 31 de julio de 2022

Los Perfectos Planes de Dios - DEUTERONOMIO (Parte VI) [Dt 31 a 34]

(Nota: Los párrafos en negrita son un resumen de los versículos bíblicos que se están estudiando (identificados al pie de cada párrafo); los textos en cursiva son los comentarios que surgen a partir de esos textos. Para ir al link de respaldo bíblico o de apoyo, hacer click en los enlaces.)

[Comenzar en Deuteronomio Parte I]


EL NUEVO LÍDER


Concluyendo su discurso, Moisés hace ver al pueblo que él ya era de ciento veinte años, y no tenía las fuerzas para estar yendo y viniendo. Además, Jehová le había dicho que él no cruzaría el Jordán, sino que sería su sucesor Josué quien iría al frente, en cuyas manos Dios iba a entregar las naciones para que Israel hiciera con ellas lo que se le había mandado. Los exhorta a esforzarse y animarse, porque Jehová nunca los dejará ni desamparará. En seguida llamó a Josué, y delante de todo el pueblo le dijo: "Esfuérzate y anímate; porque tú entrarás con este pueblo a la tierra que juró Jehová a sus padres que les daría, y tú se la harás heredar. Y Jehová va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te intimides". Moisés puso la ley por escrito, y la dio a los sacerdotes y levitas a cargo del arca de Jehová, y a los ancianos de Israel. En seguida, les dijo que, cada siete años, el año de la remisión, en la fiesta de los tabernáculos, deberán leer esta palabra ante el pueblo, para que la escuchen, aprendan y teman al Señor, y la pongan por obra, y para que sus hijos, que aún no tienen uso de razón, la conozcan y aprendan a obedecerla. (31:1-13)

* No me cabe duda de que, cuando leímos estos pasajes por primera vez, no pocos nos entristecimos y nos costó aceptar que Dios no permitiera a Moisés entrar en Canaán para conquistarla, misión que fue entregada a su sucesor Josué. Pero, aunque para nosotros fue una sorpresa, todo estaba llevándose a cabo conforme al plan de salvación trazado desde el principio. En las siguientes líneas explicaremos por qué.
 
Como sabemos, Moisés era el mediador del Pacto hecho en Sinaí, donde Israel se comprometió a obedecer todo lo que Dios mandaba en su Leyel cual fue quebrantado por los israelitas una y otra vez, lo que provocó que, finalmente, el Señor los entregara en manos de sus enemigos. Sin embargo, eso no significaba que el plan de Dios hubiera fracasado, porque, de hecho, la ley no había sido entregada para salvar, sino para enseñar a Israel en los caminos de Jehová, a fin de prepararlo para la venida de su Mesías, quien iba a salvarlos, no por obras, sino por fe; porque nadie puede ser salvo por sus obras, pues, los descendientes de Adán, sin el Espíritu de Dios morando en nosotros, tenemos natural inclinación a hacer lo malo.  
 
Prueba de que la salvación siempre ha sido por fe es el hecho de que la promesa que Jehová hizo a Abraham, de que en su simiente serían benditas todas las naciones de la tierra, fue hecha cuatrocientos años antes de la Ley, y el Señor la hizo, porque Abram le creyó, e hizo lo que el Señor le mandó, en otras palabras, la FE de Abraham fue acreditada por sus obras, pues, la fe que salva se evidencia por las obras que dan testimonio de ser verdadera; "pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan" (He 11:6). 
 

En definitiva, el mensaje tras el impedimento de que Moisés entrara a Canaán era que la salvación no se recibe por cumplir las obras que mandaba la Ley mosaica, sino por poner nuestra confianza y dejarnos guiar por el Mediador de un pacto diferente, que nos salva por gracia. Ese Mediador es Jesús el Hijo de Dios, quien cumplió la Ley por nosotros, y pagó en la cruz por los pecados, no sólo de los descendientes de Abraham según la carne, sino de todos los que creen que su Sangre derramada en la cruz nos reconcilia con nuestro Creador

Pues, bien, ya que es por fe, ¿qué nos manda Jehová entonces?: "Arrepiéntanse, y bautícense todos ustedes en el nombre de Jesucristo, para que sus pecados les sean perdonados. Entonces recibirán el don del Espíritu Santo" (Hch 2:38 RVC); "Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él" (...) "El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él" (Jn 3:17, 36). 
 
** Considerando lo antes dicho, ahora podemos entender por qué Moisés cambió el nombre de Oseas a Josué, que en hebreo es Yehoshúa, pues el destino de Oseas era convertirse en un tipo de Jesús, porque es Jesús, y no Moisés, quien abre las puertas del Reino. El nombre Jesús es la traducción del hebreo al español de Yeshúa, que es el diminutivo de Yehoshúa, el nombre de nuestro Señor, que es el mismo nombre traducido como Josué, que significa "Dios Salva" o "Dios es quien salva", porque la salvación no depende de los hombres, sino de Dios.
 
*** El año séptimo (v.10) es el año del perdón, que está haciendo referencia a la obra de expiación hecha por Jesús en la cruz a nuestro favor, gracias a quien tenemos entrada a la vida eterna, que sigue vigente mientras Cristo siga llamando a la fe y al arrepentimiento, y culminará cuando Él vuelva por su iglesia en su segunda venida. 
 
Así como Dios nos ha escogido en Cristo para ser receptores del perdón, Él espera que nosotros también perdonemos a quienes nos ofenden. De esta manera nos enseñó a orar Jesús: "perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores" (Mt 6:12). Hay una parábola que habla de un siervo al que su amo le perdonó una deuda millonaria, pero una vez liberado de su deuda, el siervo no perdonó a su consiervo que le debía una suma muy inferior. Otros consiervos vieron lo sucedido, y lo acusaron con el amo; "Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas" (Mt 18:32-35), dijo nuestro Señor Jesucristo.
 
En cuanto a la fiesta de los tabernáculos (v.10), es un simbolismo que alude a la nueva condición del creyente renacido; pues, aunque nuestra ciudadanía cambió y ya no somos del mundo, sino del reino de los cielos, mientras sigamos con vida, seguiremos habitando en estos cuerpos mortales, en los cuales nos movemos, ya no como ciudadanos del mundo, sino como peregrinos y extranjeros

De hecho, el Apóstol Pablo, en su segunda carta a los corintios, se refiere a nuestros cuerpos mortales como a "tabernáculos", debido a que no son nuestra habitación definitiva. Nuestra esperanza cierta es que cuando el Señor vuelva por su iglesiaesta tienda de campaña, que se deshace con el paso del tiempo, será transformada en un cuerpo celestial incorruptible, pues, lo mortal será absorbido por la vida, y habitaremos en la ciudad de Dios, la Jerusalén celestial, en cuerpos glorificados, junto a nuestro Señor Jesucristo.

Por tanto, lo que quiere decir esta palabra (vv. 10-13) es que, no basta con haber hecho una confesión de fe, sino que hay que vivir como hijos de Dios, perseverando en la fe y enseñando el evangelio a todo el mundo, durante todo el tiempo que dure nuestro peregrinar en la tierra, o hasta que el Señor venga por su iglesia.

 

EL SEÑOR ANUNCIA LA INFIDELIDAD DE ISRAEL


Luego Jehová anunció a Moisés que el día de su muerte había llegado, y le ordenó ir, junto a Josué, a la tienda de reunión, para ungir a su sucesor. Estando allí, Dios apareció en la columna de nube que se posó sobre la puerta de la tienda. Entonces el Señor hizo saber a Moisés que, después de su muerte, luego que Israel fuera introducido a la tierra prometida, habiéndose saciado y engordado, se iba a prostituir, e iba a adorar dioses extraños, quebrantando el pacto, lo que iba a provocar la ira del Señor contra ellos, motivo por el cual recibirían muchos males. A fin de que el pueblo aprendiera, y no lo olvidara, Jehová mandó a Moisés escribir un cántico, el cual les iba a servir de testigo contra ellos, porque Él sabía adónde sus pensamientos los conducirían aun antes de introducirlos a Canaán. Moisés hizo como Jehová le ordenó, y enseñó el cántico a Israel. Asimismo, en cuanto terminó de escribir la ley, pidió a los levitas que la pusieran al lado del arca, como testigo contra Israel (31:14-30)

* Cuando todo va bien, los creyentes corremos el riesgo de olvidarnos de Dios. Muchos, de hecho, llegan a Cristo en tiempos de tribulación, pero después de que el Señor les ha concedido sus peticiones, no le dan la gloria a Él, sino que atribuyen la salida de sus aflicciones a todo tipo de circunstancias, menos al Señor, cuando lo que debemos hacer por cada bendición recibida del cielo, es testificar al mundo cuán grandes cosas ha hecho Dios por nosotros en Cristo, para que, por nuestro testimonio, muchos más sean alcanzados.
 
Asimismo, cuando oremos, pidamos conforme a Su Voluntad, y no para complacer nuestra naturaleza pecaminosa. Si así hacemos, el Señor se deleitará en concedernos las peticiones de nuestro corazón. Bien dijo el apóstol Santiago: "Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?" (Stg 4:3-5)


EL CÁNTICO DE MOISÉS


Entonces, Moisés recitó a oídos de la congregación las palabras de este cántico: 

"Escuchad, cielos, y hablaré; y oiga la tierra los dichos de mi boca. 
Goteará como la lluvia mi enseñanza; destilará como el rocío mi razonamiento; 
Como la llovizna sobre la grama, y como las gotas sobre la hierba; 
Porque el Nombre de Jehová proclamaré. 
Engrandeced a nuestro Dios. 
Él es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud; 
Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; es justo y recto. 
La corrupción no es suya; de sus hijos es la mancha, 
Generación torcida y perversa. ¿Así pagáis a Jehová, pueblo loco e ignorante? 
¿No es Él tu padre que te creó? Él te hizo y te estableció. 
Acuérdate de los tiempos antiguos, considera los años de muchas generaciones; 
Pregunta a tu padre, y él te declarará; a tus ancianos, y ellos te dirán. 
Cuando el Altísimo hizo heredar a las naciones, 
Cuando hizo dividir a los hijos de los hombres, 
Estableció los límites de los pueblos según el número de los hijos de Israel. 
Porque la porción de Jehová es su pueblo; Jacob la heredad que le tocó. 
Le halló en tierra de desierto, y en yermo de horrible soledad; 
Lo trajo alrededor, lo instruyó, lo guardó como a la niña de su ojo
Como el águila que excita su nidada, revolotea sobre sus pollos, 
Extiende sus alas, los toma, los lleva sobre sus plumas, 
Jehová solo le guio, y con él no hubo dios extraño. 
Lo hizo subir sobre las alturas de la tierra, y comió los frutos del campo, 
E hizo que chupase miel de la peña, y aceite del duro pedernal; 
Mantequilla de vacas y leche de ovejas, 
Con grosura de corderos, y carneros de Basán; también machos cabríos, 
Con lo mejor del trigo; y de la sangre de la uva bebiste vino. 
Pero engordó Jesurún, y tiró coces (engordaste, te cubriste de grasa); 
Entonces abandonó al Dios que lo hizo, y menospreció la Roca de su salvación.
Le despertaron a celos con los dioses ajenos; 
Lo provocaron a ira con abominaciones. 
Sacrificaron a los demonios, y no a Dios; a dioses que no habían conocido, 
A nuevos dioses venidos de cerca, que no habían temido vuestros padres. 
De la Roca que te creó te olvidaste; 
Te has olvidado de Dios tu creador. Y lo vio Jehová, 
Y se encendió en ira por el menosprecio de sus hijos y de sus hijas. 
Y dijo: Esconderé de ellos mi rostro, veré cuál será su fin; 
Porque son una generación perversa, hijos infieles. 
Ellos me movieron a celos con lo que no es Dios; 
Me provocaron a ira con sus ídolos; 
Yo también los moveré a celos con un pueblo que no es pueblo, 
Los provocaré a ira con una nación insensata
Porque fuego se ha encendido en mi ira, 
Y arderá hasta las profundidades del Seol; 
Devorará la tierra y sus frutos, y abrasará los fundamentos de los montes. 
Yo amontonaré males sobre ellos; emplearé en ellos mis saetas. 
Consumidos serán de hambre, y devorados de fiebre ardiente y de peste amarga; 
Diente de fieras enviaré también sobre ellos, 
Con veneno de serpientes de la tierra. 
Por fuera desolará la espada, y dentro de las cámaras el espanto; 
Así al joven como a la doncella, al niño de pecho como al hombre cano. 
Yo había dicho que los esparciría lejos, 
Que haría cesar de entre los hombres la memoria de ellos, 
De no haber temido la provocación del enemigo, 
No sea que se envanezcan sus adversarios, 
No sea que digan: Nuestra mano poderosa ha hecho todo esto, y no Jehová.
 Porque son nación privada de consejos, y no hay en ellos entendimiento. 
¡Ojalá fueran sabios, que comprendieran esto, 
Y se dieran cuenta del fin que les espera! 
¿Cómo podría perseguir uno a mil, y dos hacer huir a diez mil, 
Si su Roca no los hubiese vendido, y Jehová no los hubiera entregado? 
Porque la roca de ellos no es como nuestra Roca, 
Y aun nuestros enemigos son de ello jueces. 
Porque de la vid de Sodoma es la vid de ellos, y de los campos de Gomorra; 
Las uvas de ellos son uvas ponzoñosas, racimos muy amargos tienen. 
Veneno de serpientes es su vino, y ponzoña cruel de áspides. 
¿No tengo yo esto guardado conmigo, sellado en mis tesoros? 
Mía es la venganza y la retribución; a su tiempo su pie resbalará, 
Porque el día de su aflicción está cercano, 
Y lo que les está preparado se apresura. 
Porque Jehová juzgará a su pueblo, y por amor de sus siervos se arrepentirá, 
Cuando viere que la fuerza pereció, y que no queda ni siervo ni libre. 
Y dirá: ¿Dónde están sus dioses, la roca en que se refugiaban; 
Que comían la grosura de sus sacrificios, y bebían el vino de sus libaciones? 
Levántense, que os ayuden y os defiendan. 
Ved ahora que Yo, Yo Soy, y no hay dioses conmigo; 
Yo hago morir, y Yo hago vivir; Yo hiero, y Yo sano; 
Y no hay quien pueda librar de mi mano. 
Porque yo alzaré a los cielos mi mano, 
Y diré: Vivo yo para siempre, si afilare mi reluciente espada, 
Y echare mano del juicio, Yo tomaré venganza de mis enemigos, 
Y daré la retribución a los que me aborrecen. 
Embriagaré de sangre mis saetas, y mi espada devorará carne; 
En la sangre de los muertos y de los cautivos, 
En las cabezas de larga cabellera del enemigo. 
Alabad, naciones, a su pueblo, porque él vengará la sangre de sus siervos, 
Y tomará venganza de sus enemigos, 
Y hará expiación por la tierra de su pueblo". (32:1-47).

* No es coincidencia que el libro del profeta Isaías, (quien desarrolló su ministerio en Jerusalén entre 740 y 685 a.C.), comienza casi de la misma manera que este cántico. Isaías fue testigo de la caída de Israel, el reino del norte, en manos de los asirios en 722 a.C., y hacía lo imposible por evitar la caída de Jerusalén, (cuya caída en manos de Babilonia ocurrió unos cien años después de la muerte del profeta). Las palabras que siguen, expresadas por Jehová a través de Isaías, en tiempos en que el reino de Judá seguía los mismos pasos que llevaron al desastre a su hermana, la rebelde Israelmuestran cómo se iba cumpliendo cada palabra de la profecía contenida en este cántico: "Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra míEl buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento. ¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás. ¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite. Vuestra tierra está destruida, vuestras ciudades puestas a fuego, vuestra tierra delante de vosotros comida por extranjeros, y asolada como asolamiento de extraños. Y queda la hija de Sion como enramada en viña, y como cabaña en melonar, como ciudad asolada. Si Jehová de los ejércitos no nos hubiese dejado un resto pequeño, como Sodoma fuéramos, y semejantes a Gomorra." (Is 1:2-9 RVR60). 

De más está decir que las palabras de este cántico también deben ser tomadas como una advertencia contra todo el que se levanta contra el Señor. Jesús dijo que no debemos temer a lo que pueda hacernos el hombre, sino, más bien, debemos temer a Aquél que puede matar el alma y el cuerpo en el seol, refiriéndose al Dios Altísimo. Dios está llamando, y ha sido más que paciente, esperando a que todos procedan al arrepentimiento, y se vuelvan a Él, pero llegará el momento en que las puertas se cerrarán, y ya nadie más podrá entrar al Reino.

 

Ese mismo día, Jehová habló a Moisés y le dijo que subiera al monte de Abarim, al monte Nebo, situado en la tierra de Moab, frente a Jericó, desde donde iba a contemplar de lejos la tierra de Canaán que Israel iba a recibir en herencia, pero que él no iba a entrar en ellapor cuánto, junto a Aarón, habían pecado en Meriba y que, así como Aarón ya había muerto, Él también lo haría sobre ese monte, para ser reunido a su pueblo. (32:48-52)


BENDICIONES DE MOISÉS AL PUEBLO


Antes de partir, Moisés recordó a Israel que Jehová se les había aparecido en Sinaí, en medio del desierto, resplandeciendo con fulgor centellante, y que les dio una ley para que la obedecieran. Les dijo que el Señor ama al pueblo que anda en sus caminos y le obedece. En aquella oportunidad toda la asamblea reconoció a Jehová como el Rey de Israel. Habiendo dicho esto, Moisés pronunció las siguientes bendiciones a cada tribu (33:1-5):  

Rubén: "Viva Rubén, y no muera; y no sean pocos sus varones" (33:6).   

* La BTX traduce: "aunque sus varones sean pocos...". Rubén era el primogénito de Jacob (Israel), hijo de su primera esposa Lea, pero perdió su primogenitura cuando traicionó a su padre durmiendo con una de sus concubinas. La primogenitura, dice la Palabra, pasó a José, el primer hijo de Jacob con Raquel, su segunda esposa, a la que él amaba.  

Judá: "Oye, oh Jehová, la voz de Judá, y llévalo a su pueblo; sus manos le basten, y tú seas su ayuda contra sus enemigos" (33:7). 

* Como dijimos anteriormente, la primogenitura de Rubén pasó a José, sin embargo, en el Salmo 78:67-72, Asaf, inspirado por el Espíritu Santo, dice que Jehová, debido a la rebelión de Israel: "Desechó la tienda de José, y no escogió la tribu de Efraín, sino que escogió la tribu de Judá, el monte de Sion, al cual amó..."  para edificar su santuario.  Judá es el hijo de Israel del cual procede el Mesías, el León de Judá, como las Escrituras llaman a Jesucristo Sin dudas estas palabras aluden a Jesús.

Leví: "Tu Tumim y tu Urim sean para tu varón piadoso, a quien probaste en Masah, con quien contendiste en las aguas de Meriba, quien dijo de su padre y de su madre: Nunca los he visto; y no reconoció a sus hermanos, ni a sus hijos conoció; pues ellos guardaron tus palabras, y cumplieron tu pacto. Ellos enseñarán tus juicios a Jacob, y tu ley a Israel; pondrán el incienso delante de ti, y el holocausto sobre tu altar. Bendice, oh Jehová, lo que hicieren, y recibe con agrado la obra de sus manos; hiere los lomos de sus enemigos, y de los que lo aborrecieren, para que nunca se levanten" (33:8-11). 


Benjamín: "El amado de Jehová habitará confiado cerca de él; lo cubrirá siempre, y entre sus hombros morará" (33:12)

* Benjamín era el hijo menor de Jacob, el segundo hijo de Raquel. Como veremos más adelante, la tribu de Benjamín fue la única que permaneció desde el principio junto a la tribu de Judá en lo que se conocía como Reino del sur, después de la división de Israel en dos reinos, cuyo trono estaba en Jerusalén. Benjamín siempre habitó confiado en el lugar donde el nombre de Jehová era invocado.

José: "Bendita de Jehová sea tu tierra, con lo mejor de los cielos, con el rocío, y con el abismo que está abajo. Con los más escogidos frutos del sol, con el rico producto de la luna, con el fruto más fino de los montes antiguos, con la abundancia de los collados eternos, y con las mejores dádivas de la tierra y su plenitud; y la gracia del que habitó en la zarza venga sobre la cabeza de José, y sobre la frente de aquel que es príncipe entre sus hermanos. Como el primogénito de su toro es su gloria, y sus astas como astas de búfalo; con ellas acorneará a los pueblos juntos hasta los fines de la tierra; ellos son los diez millares de Efraín, y ellos son los millares de Manasés" (33:13-17)


Zabulón e Isacar: "Alégrate, Zabulón, cuando salieres; y tú, Isacar, en tus tiendas. Llamarán a los pueblos a su monte; allí sacrificarán sacrificios de justicia, por lo cual chuparán la abundancia de los mares, y los tesoros escondidos de la arena"Gad: "Bendito el que hizo ensanchar a Gad; como león reposa, y arrebata brazo y testa. Escoge lo mejor de la tierra para sí, porque allí le fue reservada la porción del legislador. Y vino en la delantera del pueblo; con Israel ejecutó los mandatos y los justos decretos de Jehová"Dan: "Dan es cachorro de león que salta desde Basán"Neftalí: "Neftalí, saciado de favores, y lleno de la bendición de Jehová, posee el occidente y el sur". Aser: "Bendito sobre los hijos sea Aser; sea el amado de sus hermanos, y moje en aceite su pie. Hierro y bronce serán tus cerrojos, y como tus días serán tus fuerzas. (33:18-25) 

* Jacob tuvo doce hijos y una hija. Seis de sus hijos los tuvo con Lea, la esposa despreciada (Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón); dos hijos tuvo de Bilha, sierva de Raquel (Dan y Neftalí); dos hijos de Zilpa, sierva de Lea (Gad y Aser); dos hijos de Raquel su esposa amada (José y Benjamín), y su única hija fue Dina, hija de Lea.

** Llama la atención que no aparece ninguna referencia a la tribu de Simeón en estas bendiciones. Quizás fue un error de los copistas que omitieron el nombre (¿en el versículo 11 tal vez?) al transcribir las Escrituras.


Finalmente, a todo Israel, dice: "No hay como el Dios de Jesurún, quien cabalga sobre los cielos para tu ayuda, y sobre las nubes con su grandeza. El eterno Dios es tu refugio, y acá abajo los brazos eternos; él echó de delante de ti al enemigo, y dijo: Destruye. E Israel habitará confiado, la fuente de Jacob habitará sola en tierra de grano y de vino; también sus cielos destilarán rocío. Bienaventurado tú, oh Israel. ¿Quién como tú, pueblo salvo por Jehová, escudo de tu socorro, y espada de tu triunfo? Así que tus enemigos serán humillados, y tú hollarás sobre sus alturas". (33:26-29)

* Las bendiciones de Moisés a cada tribu son una luz de esperanza para el pueblo, pues, habla de la fidelidad de Jehová que no termina, sobre lo cual los hijos de Israel necesitaban oír, tras haber recibido el cántico que era una dura advertencia de lo que iban a padecer, por desviarse de los caminos de Jehová. Las palabras de Moisés son, además, la última oración de intercesión del profeta por la nación de Israel ante Dios.  

MUERTE DE MOISÉS

Luego de esto, Moisés ascendió al Monte Nebo, frente a Jericó, y el Señor le mostró el territorio que Israel iba a heredar. Moisés murió en la tierra de Moab, a los ciento veinte años. Su cuerpo quedó sepultado allí, pero ningún hombre conoció el lugar de su sepulcro. Durante treinta días, Israel lloró la muerte de su líder. A partir de entonces, Josué - lleno del Espíritu de Sabiduría, porque Moisés puso sus manos sobre él - tomó su lugar a la cabeza de Israel, para introducirlo en la tierra prometida. Concluye el escritor del último capítulo de Deuteronomio diciendo: "nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara; nadie como él en todas las señales y prodigios que Jehová le envió a hacer en tierra de Egipto, a Faraón y a todos sus siervos y a toda su tierra, y en el gran poder y en los hechos grandiosos y terribles que Moisés hizo a la vista de todo Israel".  (34:1-12)

* Así concluye el Pentateuco; sin embargo, no estaba todo dicho, la historia de redención siguió su curso, y al último comentario de este libro que dice: "nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara" (v.10), debemos agregar ... Hasta que vino Jesús el Hijo de Dios, que es el Mesías prometido, del cual Moisés habló al pueblo diciendo: "Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis" (Dt 18:15 RVR60). 

Porque Jesús es mayor que Moisés Él nos dio a conocer, en su humanidad, la imagen del Dios viviente. Por medio de Él fueron hechas todas las cosas, pues Él es el Logos del Dios Creador del cielo y de la tierra. En Él están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. Lo que Moisés ignoraba, Cristo lo sabía, porque Él es desde el principio

Moisés, por medio de su Ley, guio a los hijos de Israel hasta las fronteras de la tierra prometida, es decir, hasta la manifestación del Mesías enviado a redimir; en tanto que Jesús, el Mesías, es el que abre el camino a la eternidad, a través de su sacrificio y resurrección, liberándonos de la esclavitud del pecado, y trasladándonos de las tinieblas del mundo a su luz admirable. Es Jesús el verdadero Redentor de Israel.  

Ahora Él nos pastorea por medio de su santo Espíritu a través del proceso de santificación, y va produciendo de día en día la transformación de todos los escogidos a la imagen de Aquél que nos creó, la cual se perfeccionará el día en que el Rey y Señor vuelva, para decirnos: "Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo". (Mt 25:34 RVR60)



(Iniciar estudio del Nuevo Testamento)







viernes, 3 de junio de 2022

Consecuencias de la Obediencia y la Desobediencia/ DEUTERONOMIO (Parte V) [Dt 26 a 30]

(Nota: Los párrafos en negrita son un resumen de los versículos bíblicos que se están estudiando (identificados al pie de cada párrafo); los textos en cursiva son los comentarios que surgen a partir de esos textos. Para ir al link de respaldo bíblico o de apoyo, hacer click en los enlaces.)


[Comenzar en Deuteronomio Parte I]


OFRENDA DE LAS PRIMICIAS

Moisés continúa dando instrucciones al pueblo, diciendo que, cuando habiten en la tierra que Jehová les dará en herencia, tomen de las primicias de la tierra en una canasta, y las lleven al lugar que Jehová haya escogido para que su Nombre sea invocado, y las presenten ante el sacerdote, declarando que Jehová es su Dios, y que con esa ofrenda reconocen que han entrado en la tierra que Jehová prometió a sus padres que daría a sus descendientes. Entonces, el sacerdote pondrá las primicias en el altar ante el Señor. En esa ocasión, deberán recordar y declarar que, siendo su padre un arameo a punto de perecer, descendió a Egipto y habitó allí con pocos hombres, hasta llegar a convertirse en una gran nación, fuerte y numerosa. Traerán a la memoria que los egipcios los maltrataron y afligieron, y los sujetaron a dura servidumbre, pero que, cuando clamaron a Jehová, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, el Señor oyó su voz, y los sacó de Egipto con mano fuerte, con brazo extendido, con grande espanto, y con señales y con milagros, y los condujo hasta la tierra que fluye leche y miel. Una vez depositada la ofrenda, podrán disfrutar con la familia de todo lo recibido de parte de Jehová, junto a los levitas y prosélitos que habiten en el lugar. Al tercer año diezmarán de todo lo recibido, y lo darán al levita, al extranjero, a la viuda y al huérfano, los cuales podrán comer hasta saciarse en las aldeas donde habiten. Cuando lo hagan,  declararán ante Jehová que todo fue hecho bajo estricta observancia a los mandatos que hablan sobre la pureza del diezmo. Entonces, podrá solicitar al Señor mirar desde el cielo, y bendecir al pueblo y a la tierra que fluye leche y miel. De esta manera, estarán declarando solemnemente que Jehová es su Dios, y que se comprometen a andar en sus caminos, y a obedecerlo en todo. Asimismo, Jehová declara que Israel es pueblo suyo, al cual exaltará sobre todas las naciones como pueblo santo, si escucha a su voz(26:1-19)

* Este capítulo es un resumen que nos enseña cómo opera la salvación para vida eterna, porque la entrada de Israel a la tierra prometida equivale al momento en que una persona, habiendo oído el mensaje de la salvación en Cristo, lo cree; reconoce su pecado; entrega su vida al Señor; y recibe el bautismo del Espíritu Santo

Cuando estudiamos Levítico 23, que habla sobre las fiestas solemnes, entendimos que la Fiesta de las Primicias habla de Jesús resucitado, porque Él es "las primicias" de los hombres que resucitan para vida eterna, y es nuestra fe en Él lo que debemos exhibir para ser salvos. 

Tal como los hebreos debían declarar que estaban recibiendo la tierra que Jehová había prometido dar a sus padres, cuyo patriarca no había sido más que un arameo a punto de perecer, cuya descendencia fue esclavizada en Egipto, de donde el Señor los rescató con gran poder, para conducirlos hasta esa tierra que fluía leche y miel (vv.3-10), nosotros también, para heredar la vida eterna, debemos reconocer que hemos vivido toda nuestra vida sirviendo al pecado; arrepentirnos de haber ignorado a Dios, y presentar ante el altar las primicias de nuestra fe en la sangre derramada por Jesús, que nos limpia de la culpa. Entonces, seremos declarados hijos de Dios y ciudadanos del CieloDice la Palabra: "que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación" (Ro 10:9-10).

Cuando creo en el corazón, y lo confieso con mi boca, el Espíritu Santo me toma, y me pone su sello de pertenencia. Desde el momento en que soy libertado de la esclavitud del pecado, "ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Ga 2:20). Porque la confesión de fe no es el final, sino el comienzo de una nueva vida; pues, así como los hebreos que estaban por iniciar la conquista de Canaán, debían expulsar los pueblos paganos que la habitaban, el creyente debe despojarse de su viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos mundanos, para ser revestido de Cristo. Es lo que se conoce como la santificación, es decir, el proceso mediante el cual el Espíritu de Cristo que nos fue dado trabaja, produciendo en nosotros el querer como el hacer, con el fin de restaurar en nosotros la imagen y semejanza a Dios con que fuimos creados, que se corrompió tras el pecado de Adán y Eva

Durante el proceso de santificación, el creyente colabora con la obra que el Espíritu Santo lleva a cabo dentro de él, disponiéndose a obedecer la Voluntad de Dios, quien es el que da el crecimiento, lo cual se evidencia por los frutos que el Espíritu va produciendo en cada uno, como resultado de la transformación del ser interior que, por obra del Espíritu, se va conformando a la imagen del Hijo de Dios, quien es las primicias (el primogénito), y hasta ahora el único ser humano glorificado, de una multitud de hombres y mujeres que estamos siendo redimidos por Su Sangre que, como Jesús, seremos también glorificados en Su Venida, para habitar para siempre la tierra, cuando todo lo creado sea restaurado.

Palabra fiel es ésta: "cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que, justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna" (Tit 3:4-7).

   

 LA LEY ESCRITA EN PIEDRAS


Moisés, junto a los líderes, se dirigió al pueblo, y les mandó guardar todos los mandamientos prescritos. Les dijo que, una vez que crucen el Jordán, deberán levantar unas piedras grandes en el monte Ebal, las que recubrirán de cal, y escribirán sobre ellas todas las instrucciones que recibieron. Además, deberán hacer un altar de piedras enteras, sin labrar, y ofrecerán sobre él ofrendas de paz, y se regocijarán en presencia del Señor. También Moisés, con los sacerdotes levitas, llamó a Israel a prestar atención, pues, a partir de ese momento, se habían convertido en pueblo de Dios, por tanto, debían oír la voz de Jehová, y cumplir sus mandamientos y estatutos que se les habían ordenado ese día. Además, les mandó que, una vez que crucen el Jordán, las tribus de Simeón, Leví, Judá, Isacar, José y Benjamín deberán subir al monte Gezirim, y proferir las bendiciones que recibirá Israel por su obediencia. Por su parte, las tribus de Rubén, Gad, Aser, Zabulón, Dan y Neftalí subirán al monte Ebal para pronunciar la maldición que traerá la desobediencia (27:1-13) 

Lo que en el pasado se escribió en tablas de piedras, ahora se está escribiendo en la tabla del corazón de cada creyente. Jehová, por medio de Ezequiel, dijo que quitaría de su pueblo el corazón de piedra, y lo reemplazaría por un corazón de carne: "Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra" (Ez 36:25-27). También dijo: "Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande" (ver Jer 31:33-34; Is 54:13). Es decir, la ley escrita en tablas de piedra quedó en el pasado, porque ahora se escribe en el corazón de cada hijo de Dios.
 


CONSECUENCIAS DE LA OBEDIENCIA Y LA DESOBEDIENCIA


Entonces, cuando los levitas pronuncien las siguientes maldiciones, el pueblo dirá "amén":
  • Maldito el hombre que hiciere escultura o imagen de fundición, abominación a Jehová, obra de mano de artífice, y la pusiere en oculto. 
  • Maldito el que deshonrare a su padre o a su madre.
  • Maldito el que redujere el límite de su prójimo
  • Maldito el que hiciere errar al ciego en el camino.
  • Maldito el que pervirtiere el derecho del extranjero, del huérfano y de la viuda
  • Maldito el que se acostare con la mujer de su padre, por cuanto descubrió el regazo de su padre. 
  • Maldito el que se ayuntare con cualquier bestia
  • Maldito el que se acostare con su hermana, hija de su padre, o hija de su madre. 
  • Maldito el que se acostare con su suegra
  • Maldito el que hiriere a su prójimo ocultamente. 
  • Maldito el que recibiere soborno para quitar la vida al inocente.
  • Maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para hacerlas. (27:14-26) 

* Maldito es cualquiera que pervierte la Verdad. La idolatría; deshonrar padre y madre; el abuso y maltrato del prójimo; el desenfreno sexual; rechazar la Palabra de Dios; todas son cosas que el Señor condena.

Aprovecharse de los sedientos que buscan calmar su sed espiritual, predicándoles un falso evangelio también es pecado. Éstos falsos pastores no sólo cierran las puertas del reino para sí mismos, sino que arrastran consigo a los incautos que son fácilmente engañados, porque, por pereza o falta de disciplina, no buscan conocer al Dios de la Biblia. Mas está escrito que cada uno recibirá la paga por sus obras.


Dijo Moisés que, si Israel oye atentamente la voz de Jehová para poner por obra los mandamientos prescritos, el Señor lo exaltará por sobre todas las naciones:
  • Bendito serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campoBendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas. Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar
  • Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir.
  • Jehová derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti; por un camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de delante de ti.
  • Jehová te enviará su bendición sobre tus graneros, y sobre todo aquello en que pusieres tu mano; y te bendecirá en la tierra que Jehová tu Dios te da.
  • Te confirmará Jehová por pueblo santo suyo, como te lo ha jurado, cuando guardares los mandamientos de Jehová tu Dios, y anduvieres en sus caminos. Y verán todos los pueblos de la tierra que el nombre de Jehová es invocado sobre ti, y te temerán.
  • Y te hará Jehová sobreabundar en bienes, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, en el país que Jehová juró a tus padres que te había de dar.
  • Te abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos. Y prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás prestado.
  • Te pondrá Jehová por cabeza, y no por cola; y estarás encima solamente, y no estarás debajo, si obedecieres los mandamientos de Jehová tu Dios, para que los guardes y cumplas, y si no te apartares de todas las palabras de la ley, ni a diestra ni a siniestra, para ir tras dioses ajenos y servirles. (28:1-14) 
 
* Como podemos apreciar, las bendiciones no son individuales, sino al pueblo entero. Israel era como la esposa de Jehová, así como la iglesia es la novia prometida al Cordero. Tanto el pacto hecho por medio de Moisés con Israel como el nuevo pacto, cuyo mediador es Jesucristo, equivalen al pacto matrimonial entre un hombre y una mujer. Son irrevocables, "salvo por causa de fornicación" (Mt 19:7-9); infidelidad que, obviamente, sólo puede provenir del ser humano.
 
** Estas promesas no sólo están dirigidas al pueblo que salió de Egipto, sino a la nación santa redimida por Jesús con su sangre, para servir a Dios. Si nosotros hacemos lo que Jesús nos manda, que, a la verdad, no son mandatos gravosos, la bendición de Jehová nunca se apartará de nosotros. Jesús nos enseñó que toda la ley se cumple en dos mandamientos: amar a Dios, primeramente, y amar al prójimo. Haciendo así, permaneceremos en Cristo el Señor, y toda bendición se nos dará por añadidura.  


Pero si Israel no oye la voz de Jehová, y no procura cumplir los mandamientos y estatutos que Moisés les está prescribiendo en este día:
  • Maldito serás tú en la ciudad, y maldito en el campoMaldita tu canasta, y tu artesa de amasar. Maldito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas
  • Maldito serás en tu entrar, y maldito en tu salir.
  • Jehová enviará contra ti la maldición, quebranto y asombro en todo cuanto pusieres mano e hicieres, hasta que seas destruido, y perezcas pronto a causa de la maldad de tus obras por las cuales me habrás dejado. 
  • Jehová traerá sobre ti mortandad, hasta que te consuma de la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella. Jehová te herirá de tisis, de fiebre, de inflamación y de ardor, con sequía, con calamidad repentina y con añublo; y te perseguirán hasta que perezcas. 
  • Los cielos que están sobre tu cabeza serán de bronce, y la tierra que está debajo de ti, de hierro. Dará Jehová por lluvia a tu tierra polvo y ceniza; de los cielos descenderán sobre ti hasta que perezcas.
  • Jehová te entregará derrotado delante de tus enemigos; por un camino saldrás contra ellos, y por siete caminos huirás delante de ellos; y serás vejado por todos los reinos de la tierra. Y tus cadáveres servirán de comida a toda ave del cielo y fiera de la tierra, y no habrá quien las espante.
  • Jehová te herirá con la úlcera de Egipto, con tumores, con sarna, y con comezón de que no puedas ser curadoJehová te herirá con locura, ceguera y turbación de espíritu; y palparás a mediodía como palpa el ciego en la oscuridad, y no serás prosperado en tus caminos; y no serás sino oprimido y robado todos los días, y no habrá quien te salve.
  • Te desposarás con mujer, y otro varón dormirá con ella; edificarás casa, y no habitarás en ella; plantarás viña, y no la disfrutarás. Tu buey será matado delante de tus ojos, y tú no comerás de él; tu asno será arrebatado de delante de ti, y no te será devuelto; tus ovejas serán dadas a tus enemigos, y no tendrás quien te las rescate. Tus hijos y tus hijas serán entregados a otro pueblo, y tus ojos lo verán, y desfallecerán por ellos todo el día; y no habrá fuerza en tu mano. El fruto de tu tierra y de todo tu trabajo comerá pueblo que no conociste; y no serás sino oprimido y quebrantado todos los días
  • Y enloquecerás a causa de lo que verás con tus ojos
  • Te herirá Jehová con maligna pústula en las rodillas y en las piernas, desde la planta de tu pie hasta tu coronilla, sin que puedas ser curado.
  • Jehová te llevará a ti, y al rey que hubieres puesto sobre ti, a nación que no conociste ni tú ni tus padres; y allá servirás a dioses ajenos, al palo y a la piedra. Y serás motivo de horror, y servirás de refrán y de burla a todos los pueblos a los cuales te llevará Jehová. 
  • Sacarás mucha semilla al campo, y recogerás poco, porque la langosta lo consumirá. Plantarás viñas y labrarás, pero no beberás vino, ni recogerás uvas, porque el gusano se las comerá. Tendrás olivos en todo tu territorio, mas no te ungirás con el aceite, porque tu aceituna se caerá.
  • Hijos e hijas engendrarás, y no serán para ti, porque irán en cautiverio.
  • Toda tu arboleda y el fruto de tu tierra serán consumidos por la langosta. 
  • El extranjero que estará en medio de ti se elevará sobre ti muy alto, y tú descenderás muy abajo. Él te prestará a ti, y tú no le prestarás a él; él será por cabeza, y tú serás por cola. (28:15-46)

* Si bien es cierto, estas maldiciones han tenido su cumplimiento en la nación de Israel, no sólo a los hijos de Abraham según la carne estaban dirigidas, sino a todo el que rechaza la Palabra de Dios, incluidos aquéllos que, declarándose cristianos, niegan a Dios y a su Cristo con sus obras. Éstos últimos son los que se creen piadosos, pero viven sus vidas siguiendo la corriente de los incrédulos, no tomando en cuenta la Palabra de Dios, pues, igual que ellos, piensan que lo que está escrito en la Biblia está "pasado de moda", y se inventan o apoyan nuevas regulaciones que legalizan sus abominaciones, socavando de esa manera los cimientos que sostienen al mundo
 
Podemos ver fácilmente cómo el mundo avanza hacia su propia destrucción, porque los hombres, al ignorar al Dios Todopoderoso, se han envanecido y, pretendiendo ser sabios, se han vuelto necios. El mundo está recibiendo los juicios que, en forma de maldiciones, se expresan en estas Escrituras: sequías y todo tipo de desastres naturales, pestes, familias destruidas, exceso de trabajo y pocos resultados, todo tipo de enfermedades mentales; en fin, la lista es larga.
 
Así está escrito: "Pero al malo dijo Dios¿Qué tienes tú que hablar de mis leyes, y que tomar mi pacto en tu boca? Pues tú aborreces la corrección, y echas a tu espalda mis palabras. Si veías al ladrón, tú corrías con él, y con los adúlteros era tu parte. Tu boca metías en mal, y tu lengua componía engaño. Tomabas asiento, y hablabas contra tu hermano; contra el hijo de tu madre ponías infamia. Estas cosas hiciste, y yo he callado; pensabas que de cierto sería yo como tú; pero te reprenderé, y las pondré delante de tus ojos. Entended ahora esto, los que os olvidáis de Dios, no sea que os despedace, y no haya quien os libre. El que sacrifica alabanza me honrará; y al que ordenare su camino, le mostraré la salvación de Dios" (Sal 50:16-23). 

** Aunque los que hemos renacido por la fe en el Hijo de Dios, ya no somos de este mundo, sino ciudadanos del cielo, no olvidemos que Jesús dijo que no estaremos exentos de aflicciones mientras dure nuestro peregrinar. Esto quiere decir que seguiremos presenciando los desastres que se ciernen sobre el mundo por causa de su pecado, y, probablemente, recibiremos sus efectos, pero descansamos en la confianza en que Dios nunca nos dejará, sino que permanecerá con nosotros, fortaleciéndonos, y llenándonos de su Gracia para resistir el día malo. Así dijo el Señor: "No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, Yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti". (Is 43:1-2 RVR60).  

Asimismo, Pablo nos llama a no enfocarnos en los sufrimientos de este tiempo, sino en la esperanza viva que se nos ha dado en Cristo, porque "las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse" (Ro 8:18 RVR60).

Por lo demás, "¿Qué podrá separarnos del amor de Cristo? ¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro, espada? Como está escrito: «Por causa de ti siempre nos llevan a la muerte, somos contados como ovejas de matadero.» Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquél que nos amó" (Ro 8:35-37 RVC). 

  

PROFECÍA CONTRA ISRAEL


Por cuanto, a pesar de la abundancia recibida, Israel no servirá a Jehová con alegría y con gozo de corazón, se volverán súbditos de sus enemigos, a los cuales servirán con hambre, sed y desnudez, porque Jehová traerá contra Israel una nación, cuya lengua no comprenderán, que no tendrá compasión por el anciano, ni perdonará al niño; que los oprimirá, y comerá el fruto de su trabajo. La ciudad será sitiada, y en su desesperación, se comerán la carne de sus propios hijos. Sus enemigos los despojarán del grano, del mosto, y del aceite, y de las crías de sus ganados. Todo esto ocurrirá si no cuidan de poner por obra todas las palabras de la ley, y no temen el Nombre glorioso y temible de JEHOVÁ el Dios de IsraelAdemás, por no obedecer a la voz de Jehová, el Señor los afectará con plagas y enfermedades malignas y duraderas hasta que sean destruidos, y, en lugar de haber sido como las estrellas del cielo en multitud, sólo quedará un grupo pequeñoSerán arrancados de sobre la tierra que van a poseer, y serán esparcidos por todos los pueblos, desde un extremo de la tierra hasta el otro extremo; y allí servirán a dioses ajenos, y ni aun entre esas naciones descansarán, pues vivirán con temor de noche y de día, y no tendrán seguridad de su vida. (28:47-68)

* Es impresionante comprobar cómo Israel recibió exactamente lo que Jehová les había dicho, por boca de Moisés, que les sucedería si desechaban su ley. Sin embargo, Jehová fue muy paciente con el pueblo hebreo, y siempre estaba enviando a sus profetas para hacerlos volverse de su maldad, pero no quisieron oír; peor aun, los torturaron y mataron, porque no les agradaba lo que les profetizaban.
 
Cuando la maldad llegó a su límite, Jehová les envió a sus enemigos, y, en 722 a.C., el reino del norte (reino de Israel), integrado por diez de las doce tribus de Israel, fue invadido por los Asirios, llevado en cautiverio, y dispersado por todo el mundo hasta prácticamente desaparecer, no porque se hubieran extinguido, sino porque se mezclaron con los habitantes de los lugares adonde llegaron, confundiendo su identidad con la de los pueblos locales.
 
Unos ciento treinta años después, en 586 a.C., el reino del sur (reino de Judá), compuesto por las tribus de Judá y Benjamín, fue llevado cautivo a Babilonia, de donde sólo un pequeño remanente volvió a Jerusalén después de setenta años, y cuyos descendientes habitaban esas tierras cuando el Hijo de Dios se hizo carne. El gentilicio "judío" precisamente se origina en el hecho de que el pueblo remanente provenía del reino de Judá.


RENOVACIÓN DEL PACTO ENTRE ISRAEL Y JEHOVÁ


En resumen, estando en Moab, Moisés reunió a todo el pueblo para hacerle saber los términos del pacto que Jehová le había mandado hacer con los hijos de Israel, además del pacto concertado con ellos en Horeb. Moisés les recordó que todos habían sido testigos de las maravillas que Jehová hizo para sacarlos de Egipto, sin embargo, hasta ese momento no les había dado un corazón que entendiera, ni ojos para ver ni oídos para oír. Les dijo que ya habían transcurrido cuarenta años desde que él comenzó a guiarlos a través del desierto, tiempo durante el cual nunca les faltó alimento, ni sus vestidos ni calzados se envejecieron, tampoco comieron pan ni bebieron vino o sidra, para que supieran que Jehová es Dios. Cuando llegaron al lugar donde se encontraban, fueron enfrentados por los reinos de Hesbón y de Bazán, a los cuales derrotaron, apoderándose de sus tierras, las cuales fueron dadas a las tribus de Rubén, Gad y a la mitad de la tribu de Manasés. Habiendo llegado a esa instancia, los llama a cumplir fielmente las condiciones del pacto, a fin de que prosperen en todo lo que hagan. Ahora todos, los grandes y pequeños, se encontraban ante la presencia de Jehová, para entrar en pacto con el Señor, que los confirmaba como su pueblo, tal como lo juró a los padres Abraham, Isaac y Jacob. Este pacto, no sólo lo hacía con los presentes, sino también con los que aún no se encontraban entre ellos. Ninguno de los presentes ignoraba lo que habían vivido en Egipto, y, mientras avanzaban por el camino, también pudieron ver las abominaciones que cometían las naciones, y conocieron sus detestables ídolos, por tanto, deben asegurarse de que nadie aparte su corazón del Señor para ir tras los dioses de esas naciones. Si alguien, erradamente, llegara a pensar que, porque ya llegaron a este punto, no importará si andan según su propio parecer, deben saber que el Señor no los perdonará si se apartan de sus caminos, y recibirán las maldiciones escritas en el libro del pacto; serán desarraigados de la tierra, la cual será devastada, y serán llevados a vivir en tierra ajena, para ejemplo de las futuras generaciones, que sabrán que la ira de Dios cayó sobre Israel, porque sus habitantes fueron tras dioses ajenos. Hay cosas que Jehová se ha guardado para sí, sin embargo, lo que les ha sido revelado pertenece a Israel, y es su deber obedecer todas las palabras de la Ley.  (29:1-29)

* "Pero hasta hoy Jehová no os ha dado corazón para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír" (v.4). El versículo 4 nos habla de la condición, no sólo del pueblo de Israel en aquel tiempo, sino del mundo entero
 
Tal corazón duro, ciego y sordo sólo comenzó a ser sanado con la primera venida del Mesías. Primero, a los hijos de Israel se les concedió entender; posteriormente, al resto de las naciones. Sin embargo, no a todos (ni de entre los judíos ni de los gentiles) se les ha concedido tener ojos para ver, ni oídos para oír, sino sólo a los escogidos para heredar la vida eterna. "A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del reino de Dios, pero a los demás les hablo en parábolas, para que viendo, no vean; y oyendo, no entiendan" (Lc 8:10 NBLA); "el hombre natural no acepta las cosas del Espíritu de Dios, porque para él son necedad; y no las puede entender, porque son cosas que se disciernen espiritualmente" (1Co 2:14 NBLA); es decir, para entender, es necesario haber nacido del Espíritu Santo.
 
Como ya hemos dicho, el propósito de la Ley mosaica era conducir a Israel hacia su Mesías, a fin de darle salvación por medio de la fe. Cuando, en el tiempo señalado, Cristo vino, se comenzaron a revelar los misterios de la sabiduría de Dios, que había permanecido oculta de los hombres, a fin de que el plan de Redención en Cristo Jesús pudiera cumplirse cabalmente. Así lo explica Pablo: "hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria. Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le amanPero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu..." (1Co 2:7-10).
 
** Las instrucciones que Moisés estaba entregando al pueblo en Moab, no eran de un nuevo pacto, sino del mismo que fue concertado en Horeb, pero que era necesario recordar y profundizar con más detalle a la nueva generación que estaba por entrar a la tierra prometida. Sin embargo, como hemos podido aprender, no deben ser ignoradas por la generación que ahora está siendo llamada al nuevo Pactoinaugurado con la sangre dnuestro Señor Jesucristo, pues, "las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron" (Ro 15:4); y porque la iglesia está siendo edificada "sobre el fundamento de los apóstoles [Nuevo Testamento] y profetas [Antiguo Testamento], siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo" (Ef 2:26).
 
*** La Palabra de Dios dice: "ustedes, hermanos, a libertad fueron llamados; sólo que no usen la libertad como pretexto para la carne" (Ga 5:13 NBLA). El que, habiendo hecho una profesión de fe, peca deliberadamente, debe preguntarse si verdaderamente es salvo, porque el que ha renacido del Espíritu Santo, probablemente, seguirá cometiendo pecados, pero ya no lo hace intencionalmente, y, con toda seguridad, una vez que cae en la cuenta de que pecó, no le da lo mismo; se sentirá mal, y se arrepentirá, porque el Espíritu Santo que mora en él lo incomoda cuando no está en la Voluntad de su Señor. Así opera la santificación en el creyente; por obra del Espíritu de Dios que mora en él, su inclinación al pecado va menguando, al tiempo que el fruto del Espíritu comienza a desarrollarse, hasta ser dominante en la vida de ese hijo que entregó su vida al Señor 
  


ESCOGE EL BIEN, ESCOGE VIDA


Moisés les dijo que, cuando hayan venido sobre ellos las bendiciones y maldiciones aquí escritas, y se encuentren en el exilio al cual Jehová los enviará; si traen a la memoria estas palabras, y se vuelven al Señor con toda su alma y su corazón, para obedecer a sus mandamientos, entonces Él tendrá misericordia, y los rescatará de la cautividad. Sin importar cuán lejos hayan sido esparcidos, los traerá de regreso a la tierra que Jehová prometió que les daría en herencia, y serán bendecidos y multiplicados más de lo que fueron sus padres. Dios circuncidará el corazón de los hijos de Israel y de sus descendientes, para que amen a Jehová con todo el corazón, y con toda el alma, y vivan. Las maldiciones descritas recaerán sobre los enemigos que los maltrataron, y las bendiciones caerán sobre Israel, porque obedecerá la voz de Jehová. El Señor dice: "este mandamiento que yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos. No está en el cielo, para que digas: ¿Quién subirá por nosotros al cielo, y nos lo traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos? Ni está al otro lado del mar, para que digas: ¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos lo traiga y nos lo haga oír, a fin de que lo cumplamos? Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas". Dios pone ante Israel dos opciones: el bien y el mal; el primero es para vida, el segundo, para muerte. Si desobedecen, sin dudas morirán, pero si escogen obedecer, estarán eligiendo la vida, para ellos y sus descendientes, en la tierra que recibirán en herencia(30:1-20)

* En su epístola a los Romanos, Pablo hace alusión a las palabras dichas por Moisés en este discurso, explicando que la salvación no es por obras, porque es imposible para los hombres sujetarse a la ley. Por tanto, no se trata de tener que subir al cielo, o bajar al abismo para ser justificados; es mucho más simple: sólo tienen que hablar con su boca lo que creen en el corazón. Lo expresó de esta manera: "si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo" (Ro 10:9 RVR60). La salvación es por la fe en Jesucristo. Es un regalo que Dios, en su infinito amor y misericordia, nos da, aunque, a la verdad, nadie lo merece.   
 
** Es maravilloso ver, a la luz de las revelaciones del Nuevo Testamento, cómo se van cumpliendo las palabras aquí descritas; porque esta promesa no sólo fue cumplida cuando YHWH llevó al remanente del Reino de Judá de regreso a Jerusalén desde Babilonia, donde habían estado cautivos por setenta años. Esa liberación, aun tratándose de un evento milagroso, no era más que sombra de la verdadera Redención del cautiverio que Dios está llevando a cabo, ahora para vida eterna, por medio de Jesucristo, donde los antes cautivos del mal, se vuelven las piedras santas usadas para levantar los muros de la ciudad de Dios.

Pablo aclaró que, un israelita es aquel que recibe las promesas hechas a Abraham, y no necesariamente procede de Israel según la carne. Dicho de otra manera, en la Palabra de Dios, muchas veces, se usa el gentilicio israelita para referirse a la descendencia procedente de la fe en Jesucristo, a quienes YHWH da el derecho de ser hijos de Dios, porque recibieron el nuevo nacimiento, no de la carne, sino del Espíritu Santo. 

Así es como, la que no tenía hijos, ahora se llena de ellos. Jerusalén, la celestial, en el tiempo que corre entre la resurrección de Jesucristo y su segunda venida, está dando a luz los hijos del Espíritu:

"Regocíjate, oh estéril, la que no daba a luz; 
levanta canción y da voces de júbilo, la que nunca estuvo de parto;
porque más son los hijos de la desamparada que los de la casada, ha dicho Jehová.
Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas;
no seas escasa; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas.
Porque te extenderás a la mano derecha y a la mano izquierda;
y tu descendencia heredará naciones, y habitará las ciudades asoladas".
(Is 54:1-3 RVR60)
 




(Continuar en Estudio Deuteronomio Parte VI)