[Deseo empezar a leer desde Levítico I)
LA PURIFICACIÓN DE ISRAEL
ORDENANZAS SOBRE ANIMALES PUROS E INMUNDOS
Jehová llamó a Moisés y Aarón, y les dio instrucciones para el pueblo con respecto a los animales que hay sobre la tierra, enseñándoles cuáles son impuros e inmundos, y aquéllos que tenían permitido comer y los que no. Así, pues, les dijo que podrían comer de todo animal que rumia y que tienen pezuña hendida. En cambio, no deberán tocar aquellos que rumian, cuya pezuña no es hendida, como es el caso del camello. Tampoco los que rumian y no tienen pezuña, como el conejo, o la liebre. Ni tampoco los que tienen pezuña hendida, pero no rumian, como el cerdo. (11:1-8)
* Las reglas sobre los animales que los hebreos del primer pacto podían comer y los que tenían prohibidos eran sumamente estrictas, y, como otras regulaciones, ayudaban al pueblo a cuidarse, pero también a aprender disciplina y a sujetar su voluntad a la obediencia a Jehová; sin embargo, también contenían, de forma velada, verdades muy profundas; misterios que no iban a ser develados sino hasta después que Jesús el Mesías inaugurara el pacto nuevo: la era del Espíritu Santo.
Entre los textos que los primeros cristianos solían leer, se encuentra la Epístola de Bernabé, (que no es el compañero de viaje del Apóstol Pablo, ya que, de su lectura, se puede deducir que el escritor de esta carta no era de origen judío, pues, se refiere a los hijos de Israel en tercera persona), donde su autor, en el capítulo 9, explica que Jehová usó la metáfora de los animales puros e impuros para referirse a personas. Bernabé hace una exposición detallada sobre el significado de las características físicas de los animales que la ley determinó que eran puros o impuros, y las usa para definir el carácter de personas que serían una buena influencia para un hijo de Dios y las que no, porque podrían convertirse en tropiezo.
La conclusión de Bernabé halla asidero en la metáfora que el Señor usó para comunicar a Pedro que había llegado el momento de anunciar el Evangelio a los gentiles, es decir, los no judíos, que, hasta entonces, habían sido considerados inmundos en su totalidad. En esa ocasión, el Señor dio a Pedro una visión en la que vio desplegarse un lienzo que descendía del cielo, sobre el cual aparecían figuras de animales declarados impuros. El Señor dijo: "Pedro, mata y come", pero Pedro le respondió que no, pues, nunca nada impuro había entrado a su boca, y el Señor le dijo: "Lo que Dios limpió, no lo llames tú común". Más tarde, basado en los eventos que siguieron a la visión, Pedro comprendió que, a través de ella, Dios le estaba diciendo que el evangelio de la salvación no era exclusivo de los judíos, y que había llegado la hora de anunciarlo también a los gentiles, quienes también serían alumbrados en su entendimiento para heredar las promesas como hijos de Dios.
** Aunque algunos de los argumentos que usa Bernabé para hacer sus comparaciones no son muy prolijos, ya que se basan más bien en creencias populares de esos tiempos, otros son bastante interesantes. Lo que se presenta a continuación toma de los argumentos presentados por este hermano de la iglesia primitiva, y los complementa con lo que entendemos a la luz de las Escrituras.
- La ley permitía comer todo animal rumiante de pezuña partida. Rumiar se asocia con meditar (los rumiantes mastican una y otra vez los alimentos; tienen la capacidad de devolver a la boca lo que ya habían tragado, y lo vuelven a masticar). El crecimiento espiritual lo da Dios, pero, para crecer, es necesario conocer Su Palabra, y meditar en ella; es decir, darle vueltas una y otra vez en la mente, hasta grabarla en la memoria. La pezuña hendida, se refiere al equilibrio que debe haber entre la vida espiritual y nuestra vida en esta tierra. Si bien nuestros intereses ahora debieran están enfocados en las cosas espirituales, parte de nuestro servicio a Dios tiene que ver con la excelencia con que llevamos a cabo las demandas de nuestro quehacer diario en este mundo, haciendo todo como para el Señor, de modo que sea evidente a los ojos de los incrédulos que los hijos de Dios somos diferentes, y glorificarán al Señor por lo que ven en nosotros.
- Un rumiante que no tiene la pezuña hendida habla de desequilibrio entre la vida espiritual y la secular, es decir, alguien muy religioso, que, en vez de ser luz en el mundo, se aleja de la gente para no contaminarse. Se creen "demasiado espirituales", porque tienen conocimiento de la Biblia (rumiante), pero en vez de atraer a Cristo a los que están perdidos con una palabra amorosa, los condenan, señalan con el dedo, los desprecian y alejan. Un ejemplo, es el fariseo que oraba: "Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano" (Lc 18:9-14). Hay religiones que aíslan del mundo a los que se preparan para servir en la iglesia, sin embargo, lo que se espera de los hijos del Reino, no es que estén encerrados en claustros para no ser contaminados de las cosas del mundo, sino que den mucho fruto dondequiera que Dios los ponga, porque el campo misionero es cualquier lugar donde hay incrédulos (trabajo, universidad, colegio, vecindario, etc.).
- El rumiante sin pezuña puede ser comparable a las personas que creen en Dios, y con sus bocas alaban al Señor, pero sus corazones están lejos de Él, y, muchas veces, su veneración no son más que ideas inventadas por los hombres, que repiten como si fueran mandamientos de Dios. Conocen la Biblia, y pueden ser capaces de recitar versículos de memoria, pero su conocimiento no pasa de ser sólo intelectual, quizás, para presumir ante los demás, pero no tienen discernimiento espiritual. Parecen sabios, pero en realidad no saben nada. Es muy común que, además de la Biblia, por sus cabezas ronden todo tipo de fábulas y falsas doctrinas; es decir, rumian, pero rumian cualquier cosa, y como no tienen entendimiento, viven como los que no conocen a Dios. Llenarse de conocimiento de la Biblia (rumiante) no es suficiente, hay que ser hacedores, es decir, ser testimonio vivo, sirviendo en el Reino, y demostrando al mundo cómo es una persona en cuya vida señorea Jesús. Muchos usan la libertad que da Cristo como libertinaje, pues, piensan que, como Cristo los perdonó, pueden seguir pecando. En su primera epístola a los corintios, Pablo prohíbe a los hijos del Reino juntarse con ninguno que, "llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis" (1Co 5:11).
- Los de pezuña hendida, pero no rumiantes pueden ser comparados con aquéllos que tienen una vida religiosa; que asisten regularmente a la iglesia; incluso de tanto en tanto hacen obras de caridad, pero sólo para calmar sus conciencias. Creen que actuando así tienen asegurado un lugar en el cielo, pero su hipocresía se hace evidente en sus casas, o donde trabajan o estudian, pues, son iguales o peores que los del mundo. Quizás conozcan la Palabra de Dios, pero sólo superficialmente, mas no tienen interés en profundizar (no rumian). Los falsos cristianos son como los cerdos que, luego de ser lavados, vuelven a revolcarse en la inmundicia, porque no quieren renunciar a su vida dominada por los deseos mundanos. Lamentablemente, su fe no es una fe que salva. Santiago lo dice claramente: "la fe, si no tiene obras, es muerta", y ejemplifica, diciendo: "los demonios creen, y tiemblan".
* Las escamas en los peces tienen la función de proteger y aislar su piel. Pablo usa la metáfora de una armadura para referirse a nuestra protección contra Satanás, y relaciona nuestra justicia con una coraza protectora. Si andamos conforme a la Voluntad de Dios, la protección del Señor permanecerá sobre nosotros, es lo que él quiso decir. Por lo tanto, debemos procurar imitar, y dejarnos influenciar por personas que no sólo conocen la Palabra, sino que la reflejan en sus vidas y, por el contrario, no permitir que ejerzan influencia sobre nosotros aquéllas cuyas vidas están dominadas por su naturaleza carnal.
Las aletas sirven a los peces como timón y estabilizador. Un buen cristiano no se deja llevar por las corrientes imperantes, sino que se mantiene apegado a la Palabra de Dios que no pasa de moda, ni cambia con los tiempos, ni se adapta a los pensamientos humanistas, porque la Verdad, como Dios, es eterna e inmutable. Como Pablo dice: "No se dejen engañar: las malas compañías corrompen las buenas costumbres" (1Co 15:33 RVC). Es nuestro deber procurar mantenernos apegados a lo que la Palabra dice, y no permitir que los pensamientos del mundo se filtren en nuestro corazón.** Entre las aves impuras mencionadas, hay depredadoras, que pueden compararse a las personas sin escrúpulos, que no tienen problemas en pasar a llevar a los demás, con tal de conseguir sus objetivos. Hay aves carroñeras, que pueden relacionarse con aquéllos que no distinguen entre lo santo y lo profano, y llenan su corazón de cosas sin valor espiritual. También se menciona aves que se alimentan de animales que se arrastran por el suelo, como ratones, lagartijas, etc., lo que es comparable a las personas cuyas vidas se basan sólo en lo terrenal. También se menciona al murciélago, que se alimenta succionando la sangre de sus víctimas, lo que puede referirse al abuso y explotación que ejercen algunas personas sobre otras.
*** Los insectos que tienen alas, pero se arrastran, y no tienen piernas para saltar, pueden estar aludiendo a aquéllos que se dicen creyentes, pero sus vidas demuestran que su corazón está dominado por las cosas terrenales. En cambio, si tienen piernas para saltar, habla de creyentes con capacidad de desprenderse de lo terrenal, y que luchan por hacer la Voluntad de Dios.
* Los animales que reptan o que corren por el suelo, y que no pueden desprenderse de él, pueden compararse con personas con fuerte apego a las cosas del mundo, amantes de las riquezas, las posesiones terrenales, el estatus, y que no se interesan por desarrollar una vida espiritual, porque creen que se bastan a sí mismos. Creen que son ricos, pero son pobres, y están desnudos, como dice Jesús. El Señor manda a los hijos de Israel no hacerse abominables con los animales que se arrastran (vv 43-45); del mismo modo ahora manda que, aquéllos que han sido justificados en la sangre de Cristo, no deben seguir los consejos. ni andar en los caminos de los que no aman a Dios, cuyos intereses están en las cosas del mundo.
** El que un cadáver no pueda contaminar el agua de una cisterna o manantial, ni tampoco la semilla que va a ser sembrada, creo que se refiere a la garantía de la salvación, pues, el Espíritu Santo en el creyente es como manantial de agua viva. Dice Juan que el diablo no puede tocar a los que son de Cristo. Jesucristo también dijo que nadie podrá arrebatar de sus manos las ovejas que Dios le dio. Pablo lo reafirmó, diciendo que nada ni nadie puede separarnos del amor de Dios, que es en Cristo Jesús. Porque lo que hace el Espíritu Santo no puede ser deshecho, pues, los dones de Dios y el llamado son irrevocables. El que tiene el Espíritu del Hijo tiene la vida eterna.
*** A veces, para acelerar el proceso de germinación de una semilla, se pone a remojar en agua. La Biblia dice que, entre los pecados de Israel, estaba el haber abandonado a Jehová, fuente de agua viva, para cavarse cisternas rotas, que no retienen agua, refiriéndose a la apostasía de Israel cuando comenzó a adorar dioses paganos, probablemente, porque no tenían la paciencia suficiente para confiar en los tiempos de Jehová. Muchos llegan al evangelio buscando soluciones rápidas a sus problemas. El llamado "evangelio de la prosperidad" atrapa a muchos incautos que creen que obtendrán todo lo que desean rápidamente si lo "decretan", "declaran" o "visualizan", como dicen ellos. En el fondo, su fe es idolatría. La semilla húmeda alude a personas que aman demasiado su vida terrenal, y, aunque creen en Dios y en Jesucristo, como no ven pronta respuesta a sus anhelos, se desencantan y abandonan la fe de Cristo, para empezar a buscar en otro lugar. Son los mismos que, cuando oyen el evangelio, lo reciben con gozo, pero no llegan a ser salvos, porque no lo reciben con el corazón correcto, y apostatan antes de ser sellados con el Espíritu Santo. Un apóstata es alguien que nunca fue salvo; puede que haya participado activamente en la iglesia, sin embargo, su corazón nunca se rindió a Cristo, por tanto, el Espíritu Santo nunca llegó a morar en Él, porque si así hubiese sido, perseveraría en la fe, pues, lo que el Espíritu Santo comienza, lo lleva a término exitosamente.
PURIFICACIÓN DE LA MUJER DESPUÉS DEL ALUMBRAMIENTO
* La mujer era considerada inmunda mientras durara su menstruación. La mujer está simbolizando a Jerusalén, que es la congregación de los santos. El apóstol Pablo señala que "la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios" (1Co15:50). Para recibir las promesas, Jerusalén debe morir, y volver a nacer. El mismo apóstol lo explica de esta manera: "Cuando pones una semilla en la tierra, ésta no crece y llega a ser una planta a menos que muera primero" (1Co 15:36 NTV). Alegóricamente hablando, cuando la Jerusalén terrenal muere, resucita la Jerusalén celestial. Jesús la llama "mi iglesia", que es la congregación de los santos que han recibido nueva vida en el espíritu, porque ahora es el Espíritu de Cristo el que mora en cada creyente, sea judío o gentil; es decir, en cada persona que por la fe recibe nueva vida en Cristo Jesús. Así como cuando el hombre se une íntimamente a su mujer forman una sola carne, cuando nos unimos a Jesucristo, somos un espíritu con Él. Está claro que aún no somos lo que llegaremos a ser, pero sabemos que en Su segunda venida se completará nuestra redención, y seremos glorificados y revestidos de cuerpos celestiales incorruptibles, para tomar posesión de la herencia que Dios prometió a los hijos del Reino desde antes la fundación del mundo.
** La historia de la mujer con flujo de sangre, que nos relatan los evangelios, la cual llevaba doce años con una hemorragia que ningún médico había sido capaz de curar, y que fue sanada por la fe, pues, creyó que, con solo tocar el manto de Jesús, terminaría su enfermedad, se refiere a Israel: una mujer inmunda, que no paró de sangrar, hasta que depositó su fe en su Salvador. Ese es un milagro real, escogido por el Espíritu Santo para que quedara escrito en los evangelios, porque, de los miles de milagros que hizo Jesús, en el Libro Sagrado quedaron escritos aquellos que, además de ser maravillosos, encierran un mensaje espiritual. De hecho, no es casualidad que ese milagro se relate junto al de la muerte y resurrección de una niña de doce años, hija del líder de la sinagoga. Creo que no son los años lo importante, sino el número doce, que identifica a las tribus de Israel. Porque la niña que murió, y fue resucitada por Jesús, también tiene que ver con Israel. Como se trataba de la hija de unos de los principales de la sinagoga, me parece que se relaciona, más bien, con el sistema religioso judaico. Terminaba el sistema religioso que buscaba la salvación por las obras de la Ley, representado por la muerte de la hija del líder de la sinagoga, y nacía la iglesia, representado por la resurrección de la niña por el poder Jesucristo, gracias a que el líder de la sinagoga creyó que Jesús podía salvarla. La misma niña es la que muere y resucita, porque la iglesia tiene sus raíces en el pueblo judío, pero sus fundamentos están en la fe en el Hijo de Dios.
*** Los tiempos en la Biblia son muy significativos. Desde que la mujer da a luz un varón, queda inmunda por siete días. Al día octavo, se debe circuncidar al bebé. Como dijimos, la resurrección de Jesús un día domingo es considerado el "octavo día", que marca el inicio del tiempo de quitar la inmundicia de Jerusalén, y de circuncidar, ya no el prepucio, sino el corazón de todos los que creen, para que reciban el bautismo en el Espíritu Santo. A partir de entonces, la mujer permanece inmunda por treinta y tres días más. En total, hasta que llega el tiempo de su purificación, son cuarenta días. Lo que quiere decir que Jerusalén, la celestial, desde que dio a luz a su primogénito, Jesús, el Hijo de Dios, debe permanecer en este mundo santificándose por un período no especificado, que se identifica como "cuarenta días" (y cuarenta noches), una expresión que repetidamente encontramos en las Escrituras. Su proceso de santificación continuará hasta que Cristo vuelva, y se complete la redención de todos los santos.
**** La condición de pobreza en que Jesús vino al mundo se puede corroborar por el relato de Lucas, quien dijo que, cuando se cumplieron los días de la purificación, José y María trajeron a Jesús a Jerusalén para presentarlo al Señor, y ofrecieron un par de tórtolas (o dos pichones de paloma), que era la alternativa para las familias de pocos recursos, que no podían ofrecer un cordero para holocausto, como se exigía en la ley que acabamos de leer. (v.8).
SOBRE LEPRA Y OTRAS PLAGAS
* La lepra es una enfermedad contagiosa que afecta al sistema nervioso periférico, la piel, la mucosa de las vías respiratorias superiores y los ojos. Se caracteriza por la aparición de úlceras cutáneas, falta de sensibilidad en la piel y debilidad muscular. En lenguaje espiritual, la lepra se asocia con el pecado. Un leproso simboliza a los esclavos del pecado. En mayor o menor grado, éstos son los que practican, o toleran complacientemente a los que practican, adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías; que se ven envueltos reiteradamente en enemistades, pleitos, contiendas, disensiones; que se dejan llevar por los celos, la ira, envidias; que toleran o practican herejías; que pueden involucrarse en homicidios, borracheras, orgías, perversidad, avaricia, maldad, engaños, y cosas semejantes a éstas. Muchos son murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia, etc.
Ningún pecador tiene el poder de sujetar su carne, a menos que Dios haga una obra transformadora en Él. Sólo por la fe en la sangre de Jesucristo el hombre natural es sanado de su lepra, y es liberado de la esclavitud del pecado. Sólo entonces, el Señor, por la acción de su Santo Espíritu, valiéndose de Su Palabra, comienza a producir la transformación interna del creyente, que se hará evidente en lo externo. Un pecador que no se rinde a Cristo, como un leproso, puede llegar a contaminar a muchos al interior de una congregación.
Bajo la Ley, es el Sumo Sacerdote quien, tras observar por algunos días al infectado, tiene autoridad para declarar a un individuo leproso o libre de la enfermedad. En la iglesia son los mismos hermanos quienes tienen la facultad de juzgar a quien esté transgrediendo los mandatos de Dios. Jesús mismo instruyó al respecto, diciendo que, si un hermano ve a otro pecar, deberá hacerle ver, en privado, que su comportamiento no es correcto; si no oye, debe insistir, pero ante la presencia de dos o tres testigos; si aún así no entra en razón, debe denunciarlo ante la iglesia. Si a pesar de todo, el tal persiste en su pecado, deberá ser tenido por incrédulo, es decir, que no pertenece a la congregación.
* Cuando Pablo dice al creyente que le es necesario cambiar hábitos, usa la analogía de vestirse y desvestirse. Él dice que hay que desechar las vestiduras del viejo hombre, porque están contaminadas, y nos llama a "vestirnos" del nuevo hombre, nacido de la simiente divina. Sin dudas, a esto se refiere este pasaje en Levítico. Las vestiduras contaminadas son nuestras costumbres y comportamientos como hombres sin Cristo. Solíamos ser rencorosos, egoístas, murmuradores, etc., pero ahora, como hijos de Dios, debemos renunciar a lo que éramos, y comenzar a vivir para Cristo, siguiendo Sus pasos. Ya no debe haber entre nosotros rivalidades, sino que debemos vestirnos de paciencia, bondad, humildad, mansedumbre, comprensión, empatía y, por encima de todo, vestirnos de amor, porque es el vínculo perfecto.
** Aquí se habla de plaga en una parte de la ropa, la cual, si está infectada, será recortada de la prenda. Cuando Jesús dijo que Él es la vid verdadera, también dijo que Dios es el Labrador, quien cortará de la Vid toda rama que no produce fruto, y que podará las ramas que sí dan fruto para que den aún más. También señaló a sus discípulos que ellos habían sido podados y purificados por la Palabra que Él les habló. Por tanto, entendemos que, en la medida que más profundizamos y meditamos en la Palabra de Dios, más rápidamente el Señor, por su Espíritu Santo, nos irá dando entendimiento sobre lo que necesitamos desechar de nosotros para crecer hasta alcanzar la estatura del Hijo de Dios; si no lo cortamos nosotros, será Él quien quitará lo que estorba a nuestro crecimiento.
OFRENDAS LUEGO DE SER SANADO DE LEPRA
Cuando una persona que tuvo lepra queda limpia, debe ser llevada al sacerdote, el cual saldrá del campamento para examinarla y, habiendo confirmado que se ha limpiado de lepra, mandará que traigan dos avecillas vivas limpias, y madera de cedro, grana e hisopo. Sacrificará una de las avecillas en un vaso de barro sobre aguas corrientes, y mojará la avecilla viva, la madera y el hisopo en la sangre del ave sacrificada, y rociará siete veces al que se purifica, y soltará la avecilla viva en el campo. El que se purifica debe lavar su ropa, afeitarse y bañarse, y así quedará puro. Entrará entonces al campamento, y estará fuera de su tienda por siete días. Al octavo día, luego de lavarse y afeitarse todo el pelo del cuerpo, la persona que se purifica traerá al sacerdote dos corderos sin defecto y una cordera de un año sin tacha, más tres décimas de efa de flor de harina para ofrenda amasada con aceite, y un log de aceite, con las cuales el sacerdote lo presentará ante Jehová a la puerta del tabernáculo de reunión. Luego, el sacerdote degollará la víctima por la culpa, donde se degüellan los sacrificios por el pecado y los holocaustos. Ambos sacrificios son para el sacerdote, pues, son ofrendas muy sagradas. El sacerdote tomará un poco de la sangre de la víctima por la culpa, y untará con ella el lóbulo de la oreja derecha, el pulgar de la mano derecha, y el dedo gordo del pie derecho. También pondrá un poco de aceite en su mano izquierda, y con su dedo derecho, esparcirá el aceite siete veces delante de Jehová. Del aceite que quede en su mano, pondrá en el lóbulo de la oreja derecha, el pulgar derecho y dedo gordo del pie derecho del que se purifica, y lo que quede del aceite se lo pondrá sobre la cabeza. Luego, el sacerdote presentará y degollará el holocausto, y hará subir el humo del holocausto y de la ofrenda de grano sobre el altar; entonces el que fue leproso quedará ceremonialmente puro. Si el que se purifica es pobre, llevará un cordero como ofrenda mecida por la culpa para purificación, y una décima de efa de flor de harina amasada con aceite, más un log de aceite, y dos tórtolas o dos palominos, uno para expiación por el pecado y otro para holocausto, y se procederá con la ceremonia como se describió antes. (14:1-32).
* Entendamos el significado de estas ceremonias:
Cuando se hacía sacrificio de expiación, entre los elementos se incluía un animal puro, una rama de hisopo, un trozo de madera de cedro, una vasija con agua de manantial y un paño escarlata. Todos éstos aparecen durante el sacrificio de Cristo: el animal que va al sacrificio es un símbolo del cuerpo de Jesús que fue sacrificado; el trozo de madera representa la cruz en la que fue clavado; el paño escarlata representa la sangre que fue derramada para expiación de pecados de una vez y para siempre. La rama de hisopo representa la purificación masiva que abarca a todo el que haya tenido y tendrá, a través de todas las generaciones, la misma fe que a Abraham le fue contada por justicia, que es don de Dios. El agua de manantial representa el bautismo del Espíritu Santo.
En la ceremonia que estamos estudiando, la avecilla sacrificada es el cuerpo de cristo ofrendado en la cruz; la avecilla liberada es Cristo resucitado, en cuya muerte, por fe, nosotros morimos, y en cuya resurrección, renacemos a nueva vida espiritual. El vaso de barro que está sobre aguas corrientes (v.5) es el pecador que, por acción del Espíritu Santo (las aguas vivas o que corren), reconoce su condición y rinde su vida a Cristo. Para ser purificado, el que oye el llamado debe humillarse ante el Señor, muriendo a sí mismo, como la avecilla sacrificada - v.5), y sumergirse en la sangre de Cristo, para nacer a una vida nueva (simbolizado por la avecilla viva que, luego de ser mojada en la sangre del ave sacrificada, es liberada en el campo - v.7).
Como dijimos previamente, la sangre del sacrificio en el lóbulo de la oreja derecha, pulgar derecho y dedo gordo derecho (v.14) significa la purificación del que la recibe, lo que lo capacita para entender (oreja), obrar (pulgar) y andar (dedo gordo del pie), conforme a la voluntad de Dios; y el aceite en los mismos miembros del cuerpo (vv.15-18), significa que es con la ayuda idónea (por la Gracia) del Espíritu Santo que el nuevo creyente puede aprender y comenzar a vivir una vida transformada.
El número siete, mencionado aquí, entre otras cosas, en las veces que se salpica la sangre del sacrificio, y el aceite (vv. 7-9,16), (número que también se señala en otros significativos pasajes de las Escrituras), de acuerdo a lo que hemos venido diciendo, probablemente, se refiere a los siete días (la semana, que en realidad es un período indefinido) que dura el ministerio del Espíritu Santo en el mundo, (que viene de Jesucristo, enviado por Dios, para ayudar en la santificación de los escogidos), que inició en Pentecostés, cuando los primeros cristianos fueron llenos de Él, y terminará cuando Jesucristo regrese. Durante todo este tiempo se está llevando a cabo la purificación (sangre de Cristo) y santificación (aceite) de los que han sido llamados, que se han humillado, y han sido, por tanto, sanados de su lepra de pecado por Cristo Jesús.
** En el libro de Lucas se cuenta la historia de diez leprosos que, al ver a Jesús, de lejos comenzaron a pedirle que tuviera compasión de ellos. Jesús se limitó a decirles que fueran, y se presentaran ante el sacerdote, aludiendo a la normativa que estamos estudiando (v.1-57). Pues, ocurrió que, mientras iban de camino, las llagas de todos fueron sanadas. Cuando se vieron limpios, sólo uno de ellos regresó hasta Jesús para agradecerle, glorificando a Dios a viva voz por el milagro recibido, mientras se postraba a sus pies. Entonces, el Señor preguntó: ¿no eran diez los que fueron sanados?, ¿dónde están los otros nueve? Pues, ninguno hubo del resto que se devolviera para glorificar a Dios, sólo ése que, por lo demás, no era judío, sino samaritano.
Dios el Padre no quiere la muerte del pecador, sino que se arrepienta para salvación. Lamentablemente, no todos valoran el sacrificio sustitutivo que Dios hizo por medio de Jesucristo en la cruz, y muchos que han recibido la bendición de la vida eterna no viven vidas que glorifican a Dios, evidenciando que, al parecer, creen que se lo merecían. Peor aún, hay muchos que, en vez de dar la gloria a Dios por el tremendo milagro que la muerte sacrificial de Cristo y su resurrección produjeron a favor de la humanidad caída, lo desprecian, porque prefieren seguir disfrutando de los deleites terrenales que sus almas corruptas aman tanto.
PURIFICACIÓN DE LAS CASAS INFECTADAS
* La versión RVR60, traduce como lepra lo que otras traducen como moho u hongo. Hablar de lepra en casas o ropas puede parecernos sin sentido, sin embargo, no se debe considerar un error de traducción si entendemos que la intención de Dios es llamar nuestra atención sobre el significado que hay tras la expresión. Sea que se trate de moho, hongos o lepra, está hablando de microorganismos que ponen en riesgo la salud de las personas, y el Señor demuestra su preocupación por el bienestar de su pueblo, enseñándole cómo actuar ante este tipo de amenazas. Sin embargo, continuando con el propósito de este blog, de ver lo que yace bajo la superficie de las palabras, debemos decir que, en esta porción, además de referirse a nuestros hogares, cuando el pecado entra a través de uno de sus miembros amenazando la integridad del grupo familiar, está hablando de nuestro cuerpo terrenal, y también de la iglesia como morada del Espíritu Santo. El apóstol Pablo dijo que un poco de levadura leuda toda la masa, por tanto, cuando se presenta la amenaza, es necesario actuar.
Ya hemos dedicado tiempo a explicar que la lepra se asocia con el pecado que reside en el cuerpo carnal del hombre, cuyo poder sólo puede ser neutralizado por la obra de Cristo en el corazón. Dicho esto, cuando se presentan situaciones en las que un miembro pone en riesgo la salud espiritual, ya sea del grupo familiar o de la congregación, la Biblia dice que es necesario hacer ver su pecado al transgresor, y llamarlo al arrepentimiento. Si se trata de un miembro de la iglesia que, después de haber sido amonestado privada y públicamente, no escucha, sino que sigue en su pecado, es un mandato del Señor que el resto de los miembros de la iglesia se aparten de él. Si a pesar de las medidas adoptadas, éste aún persevera en la transgresión, el tal debe ser quitado de la iglesia, igual como se quitan las piedras infectadas de las casas en este pasaje de Levítico.
Pedro llama "piedras vivas" a cada uno de los miembros de la iglesia, porque la casa de Dios se está edificando con nosotros, como si fuésemos piedras que se montan sobre el fundamento que es Jesucristo, piedra preciosa escogida por Dios, pero desechada por aquellos a quienes se les había encomendado edificar el templo santo. Al mismo tiempo que el templo se erige, cada uno de los creyentes, habiendo sido justificados por la sangre de Cristo, está siendo edificado en su interior como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.
Nuestro Señor Jesucristo participa activamente en la edificación de su iglesia, y está atento al mover de cada iglesia local. En los primeros capítulos del libro de Apocalipsis, el Señor envía cartas a las siete iglesias que existían en Asia (actual Turquía), de las cuales, sólo dos (Esmirna y Filadelfia) parecían haber perseverado en la fe y la Verdad. Jesús describe en cada carta lo que valora de cada una de ellas, pero también les hace ver su pecado, y las llama al arrepentimiento, de lo contrario, dice el Señor, las quitará de su lugar. Pero el Señor es bueno, y al final de cada carta siempre hace una exhortación, dando una promesa para el que venciere, es decir, para el que permaneciere en Él, haciendo lo que Él manda.
INMUNDICIA POR SECRECIONES CORPORALES
El Señor también dijo a Moisés y Aarón que todo hombre que tenga flujo de semen será inmundo. Todo lo que él toque será declarado inmundo: su cama, ropas, donde se sentare, si cabalga, si toca a otra persona, si toca una vasija de barro será quebrada, y toda vasija de madera será lavada con agua, etc. Cuando el inmundo por flujo de semen se haya limpiado de su condición, contará siete días desde su purificación, y lavará sus vestidos, y su cuerpo en aguas corrientes, y será limpio. Al octavo día tomará dos tórtolas o dos palominos, y vendrá delante de Jehová a la puerta del tabernáculo de reunión, y los dará al sacerdote; y el sacerdote hará del uno ofrenda por el pecado, y del otro holocausto; y el sacerdote le purificará de su flujo delante de Jehová. Siempre que un hombre tenga emisión de semen, lavará en agua todo su cuerpo, y será inmundo hasta la noche. Y toda vestidura, o toda piel sobre la cual cayere la emisión del semen, se lavará con agua, y será inmunda hasta la noche. Y cuando un hombre yaciere con una mujer y tuviere emisión de semen, ambos se lavarán con agua, y serán inmundos hasta la noche. (15:1-18)
* En medicina, el derramamiento de semen de manera involuntaria se conoce con el nombre de "espermatorrea", y puede ser causado por inflamación o infección de la uretra, en vesículas seminales o la próstata. No es lo mismo que la "polución nocturna", coloquialmente conocida como "sueños húmedos" que, por lo general, tienen su origen en sueños de connotación erótica.
El sexo es uno de los anzuelos que usa Satanás para atrapar a sus víctimas. De hecho, se enseña, y es aceptado como verdad, que las relaciones sexuales son una necesidad básica del ser humano, lo que es una mentira que a muchos les acomoda creer, porque los hace sentir menos culpables. Si fuera una necesidad biológica, Dios no calificaría la fornicación como un pecado. Es, probablemente, la razón por la cual Jehová dio la circuncisión como señal del pacto con los hijos de Israel, porque el hombre tenía, (y sigue teniendo), un problema de idolatría con el sexo, y en especial, con el miembro sexual masculino.
* En la vida espiritual, la mujer simboliza al pueblo escogido por Jehová. La Biblia dice que "la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios" (1Co 15:50). Los seres humanos nacemos en carne y sangre, como nuestro primer padre Adán, que fue formado de la tierra, un ser terrenal, animal. Pero, dicen las Escrituras: "Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual" (1Co 15:44). En otras palabras, para recibir la herencia de los santos, este cuerpo animal (heredado de Adán, que se volvió inmundo por causa del pecado, simbolizado por los flujos que emanan tanto del hombre como de la mujer) debe morir, para que resucite cuerpo espiritual.
Con la resurrección de Jesús, los creyentes, por la fe, podemos renacer a nueva vida en el espíritu (lo que la Biblia llama "primera resurrección"), pero todavía nuestro cuerpo físico sigue siendo el mismo, por eso la Palabra de Dios nos exhorta a ponerlo bajo sujeción. Ahora que el Espíritu de Cristo vive en nosotros, el cuerpo carnal ya no tiene poder para dominarnos, a menos que nosotros le otorguemos ese poder. Es una lucha diaria, pero, con el Ayudador en nosotros, podemos dominar esas pasiones que antes nos esclavizaban. Como dice la Palabra: "todavía no se ha manifestado lo que habremos de ser. Sabemos, sin embargo, que cuando Cristo venga seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es" (1Jn 3:2 NVI).
El proceso de santificación del creyente, con la guía del Espíritu de Dios que nos fue dado, continuará hasta que Cristo regrese; entonces los muertos en Cristo resucitarán con cuerpos celestiales para unirse al Señor en la nube; y los que sean del Señor, que aun no hayan muerto, también ascenderán, y mientras lo hacen, sus cuerpos corruptibles serán transformados en cuerpo incorruptibles, llevando la gloria del Señor, para vivir eternamente con Él en la nueva tierra, bajo un cielo nuevo donde la justicia reinará eternamente.
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