sábado, 16 de mayo de 2015

De Jacob a Israel - GÉNESIS (Parte III) [Gn 23 a 36]

(Nota: Los párrafos en negrita son un resumen de los versículos bíblicos que se están estudiando (identificados al pie de cada párrafo); los textos en cursiva son los comentarios que surgen respecto de esos textos. Para ir al link de respaldo bíblico o de apoyo, hacer click en los enlaces.) 






LA MUERTE DE SARA


Sara murió a los ciento veintisiete años en Hebrón, en la tierra de Canaán. Para sepultarla, Abraham pidió a Efrón, hijo de Zohar, que le diera, por su justo precio, la cueva de Macpela, que quedaba al extremo de su heredad. Efrón tuvo la intención de regalársela, pero Abraham dijo que pagaría por ella, para tener una sepultura permanente para su familia, en medio de ese pueblo donde él era extranjero. De ese modo, en presencia de todos los que vivían en esa tierra, fue pesado el precio pagado por Abraham a Efrón, para testimonio de que adquirió la heredad que estaba en Macpela, al oriente de Mamre (
que también es conocido como Hebrón), con la cueva que estaba en ella, y todos los árboles que la rodeaban. Después de esto, Abraham sepultó a su esposa Sara, en ese lugar. (23:1-20)

* Lucas, en su evangelio, relata una parábola que Jesús dijo a sus discípulos, donde hablaba de un hombre rico, al que nada le había faltado durante su vida, y de Lázaro, un mendigo lleno de llagas, que se sentaba a las puertas de la casa del rico, esperando recibir de las sobras que caían de su mesa. Llegó el tiempo en que ambos murieron. Cuando esto sucedió, sus espíritus no fueron al mismo lugar. Mientras Lázaro fue llevado por los ángeles al seno de Abraham, donde era consolado; el hombre rico se encontró en el Hades, atormentado en medio de llamas. Además, había una gran sima que los separaba, lo que hacía imposible poder pasar de un lugar al otro. 

La fe de Abraham fue lo que Dios tomó en cuenta para declararlo justificado ante sus ojos, y todos los que tenemos fe como la de Abraham somos declarados justos ante Dios. ¿Cuál sería el mensaje en este capítulo? Que los que somos justificados por la fe, tenemos nuestra morada eterna con Abraham, el padre de la fe. No estamos destinados a padecer el tormento eterno al que irán los del mundo, es decir, aquellos cuyos corazones no han sido transformados por la fe en Cristo el Señor. El que pagó por nuestra morada eterna no fue Abraham, sino su descendiente Jesús, autor y consumador de la fe.


ISAAC CONOCE A REBECA


Cuando Abraham ya estaba muy anciano, llamó a su siervo más viejo, que estaba a cargo de todo en su casa, para que jurara ante Jehová que iría a tierra de sus parientes, para escoger de entre ellos una esposa para su hijo Isaac, y le hizo jurar que no permitiría que 
Isaac tomara mujer de entre las cananeas, donde habitaba, ni tampoco le permitiría volver al lugar de donde Dios había sacado a Abraham, con la promesa de que daría a su descendencia la tierra donde habitaban ahora. Abraham confiaba en que el Señor enviaría a su ángel delante del siervo para guiarlo. El siervo juró cumplir los deseos de su amo, y partió, con destino a la tierra donde habitaba Nacor, hermano de Abraham, llevando consigo diez camellos cargados de presentes. Cuando llegó, hizo que los camellos se arrodillaran junto a un pozo en las afueras de la ciudad, y oró a Dios para que lo ayudara en ese cometido. Ya caía la tarde, y era la hora en que las mujeres salían a sacar agua del pozo. Por medio de una señal concedida por Dios, el siervo pudo identificar a Rebeca, hermana de Labán, hija de Betuel, hijo de Nacor, hermano de Abraham, quien accedió a la petición del siervo de acompañarlo hasta Canaán, para convertirse en mujer de Isaac. Al despedirla, sus familiares, le dijeron: "Hermana nuestra, sé madre de millares de millares, y posean tus descendientes la puerta de sus enemigos". Y partió Rebeca, junto a su nodriza, con el siervo de Abraham en dirección a Canaán. (24:1-61)

* Para Abraham era muy importante unir a su heredero con una mujer de su propio pueblo, a fin de que su linaje no se mezclara con el de las naciones paganas. El pueblo de Cristo tiene este mandato: "No os unáis en yugo desigual con los incrédulos..." (2 Co 6:14-22 RVR60). En la historia de Israel, no pocos son los hombres que, al unirse en matrimonio con mujeres paganas, se desviaron de los caminos del Señor; el caso más lamentable lo protagonizó el rey Salomón quien, siendo el hombre más sabio que jamás haya existido, careció de sabiduría al momento de escoger a sus esposas. Sin ponerse límites, escogió para sí mujeres de todas las naciones, las que, finalmente, lo hicieron desviarse y caer en idolatría. El pecado del rey le valió a Israel terminar dividido en dos reinos, uno de los cuales acabó siendo dispersado en medio de las naciones, y del otro sólo un remanente permaneció.
 
Un creyente no debe unirse a un incrédulo en matrimonio, porque alto riesgo hay de que termine siendo un apóstata; sin embargo, si alguien se hizo creyente estando casado, y su cónyuge rechaza el evangelio, en su primera carta a los CorintiosPablo da algunos lineamientos sobre el tema.

Isaac había salido al campo a meditar, y venía del pozo del Viviente que me ve, cuando divisó a los lejos los camellos. Rebeca preguntó al criado quién era ese hombre que venía, y el criado le dijo que era Isaac. Ella descendió del camello, tomó el velo y se cubrió. El criado contó a Isaac lo que había hecho. Entonces Isaac la llevó a la tienda de su madre Sara, y la tomó por mujer, y la amó. Así Isaac tuvo consuelo tras la muerte de su madre. (24:62-67)

LA DESCENDENCIA DE ABRAHAM


Después que Sara murió, Abraham tomó a otra mujer para sí, cuyo nombre era Cetura, con quien tuvo otros hijos, pero heredó todos sus bienes a Isaac. A los hijos de sus concubinas les dio regalos, y los envió a vivir lejos de Isaac, a una tierra en el oriente. Abraham murió a la edad de ciento setenta y cinco años, en buena vejez, anciano y lleno de años, y fue sepultado junto a Sara por sus hijos Isaac e Ismael, en la sepultura que adquirió de Efrón el heteo, que está enfrente de Mamre. Tras la muerte de Abraham, Dios bendijo a Isaac su hijo, quien habitó junto al pozo del Viviente-que-me-ve. (25:1-11)

* "Ni por ser hijos de Abraham son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia" (Ro 9:7). Bien dijo Juan Bautista que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de las piedras. El árbol genealógico de Abraham es muy amplio, y la verdad es que muchos semitas se enorgullecen de tener a Abraham como padre, sin embargo, las Escrituras son claras en especificar que sólo la descendencia de Isaac heredará la tierra, y es a su simiente a la que se hace las promesas. Incluso, de los hijos de Isaac, Dios escogió sólo a uno para continuar el linaje heredero de las promesas, lo que veremos más adelante.


LOS HIJOS DE ISAAC


Isaac tenía cuarenta años cuando se casó con su prima Rebeca. Rebeca era estéril, pero Jehová oyó la oración de Isaac, y concedió que Rebeca diera a luz a Esaú y a Jacob, que eran mellizos, nacidos cuando Isaac tenía sesenta años. Durante el embarazo, Rebeca sentía en su vientre una lucha entre ambos hermanos, y oró a Jehová, quien le respondió: "Dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas; el un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, y el mayor servirá al menor." Esaú nació primero, y era rubio, lleno de vellos, y Jacob venía agarrado con una mano del talón de Esaú. (Jacob, en hebreo significa “él agarra el talón”, y también significa “él suplanta o engaña”, en sentido figurado). (25:19-26)

* Más adelante en la Biblia, veremos que las dos naciones son: Israel, nombre dado por Dios a Jacob, del cual nace la nación de Israel; y la otra, Edom (nombre con el que se conocía al hijo mayor de Isaac, Esaú). La rivalidad entre Edom e Israel era constante, a pesar de ser ambos descendientes de Isaac y Abraham.
Como hemos comentado tantas veces, casi siempre hay un misterio encerrado tras la historia bíblica. En la medida que avancemos, iremos descubriendo a quiénes representan esas dos naciones, cuya rivalidad los mantiene en lucha constante.

Para comenzar a entender, vayamos a la primera epístola a los Corintios, donde el apóstol Pablo nos dice que hay cuerpo animal y cuerpo celestial. Los descendientes del primer hombre nacemos en un cuerpo animal, somos de la tierra, terrenales, como Adán. Como lo corruptible no puede heredar lo incorruptible, es imposible para los terrenales heredar las promesas divinas; para hacerlo es necesario que el cuerpo animal sea transformado en cuerpo celestial (o espiritual), como el de Cristo cuando resucitó. La buena noticia es que todos los creyentes seremos como Jesucristo, en su segunda venida, pues, resucitaremos en cuerpos espirituales, (y si aún estamos con vida cuando ese evento extraordinario suceda, nuestros cuerpos serán transformados mientras somos llevados al cielo para reunirnos con nuestro Señor en la nube), de lo cual nos fue dada garantía por el Espíritu de Cristo que Dios hizo morar en nosotros por la fe. Todavía no somos lo que llegaremos a ser, pero sabemos que Dios es fiel, y terminará la obra que inició en nosotros cuando nos redimió.

En cuanto a los gemelos Esaú y Jacob, aparte de las diferencias físicas, en lo natural no eran muy distintos, pues, ambos nacieron con el pecado que nos es común a todos los descendientes de Adán. Jacob no era mejor que Esaú, pero Dios tuvo misericordia de él, y lo escogió soberanamente para continuar su plan de redención. Es así como, eEsaú (que después será Edom) podemos ver al ser anímico (de "ánima", de donde deriva la palabra "animal"), fuertemente influenciado por lo terrenal, la carne y las emociones; en tanto que en Jacob veremos una transformación después de que lucha con Dios. Él deja de ser Jacob, y a partir de entonces es Israel. Su nueva cojera es señal de que aún no es perfecto, porque aún vive en su cuerpo terrenal, pero ahora vive con los ojos puestos, ya no en lo pasajero, sino en la esperanza que se le ha prometido.

Así como Esaú y Jacob no cesaban de estar en disputa, llucha entre la carne y el espíritu existe, y no tiene tregua, y será siempre, hasta la venida del Señor, cuando el cuerpo carnal sea transformado en cuerpo celestial.  

  

LOS POSTREROS SERÁN LOS PRIMEROS 


Esaú se dedicaba a la caza, y era el favorito de Isaac. En cambio, Jacob era más tranquilo, y habitaba en tiendas. Él era el favorito de su madre. Un día Esaú venía de cazar, con mucha hambre, y Jacob había preparado un potaje. Entonces, Esaú le pidió que le diera de comer del guiso rojo que Jacob tenía, (de ahí proviene el nombre "Edom", que significa "rojo", por el que se conocía a Esaú). Entonces, Jacob le dijo que se lo daría a cambio de la primogenitura. Esaú dijo, "He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura?, entonces Jacob le hizo jurar que la primogenitura sería suya. "Así menospreció Esaú la primogenitura." (25: 27-34)

* Jehová llamó al pueblo hebreo su primogénito. Si bien es cierto, las promesas de salvación, hechas más de cuatrocientos años antes de la ley, hablaban de bendición a todas las naciones, el pueblo de Israel fue escogido para ser el primero en conocer a Jehová, por lo cual les fue dada la ley, a fin de que aprendieran a andar conforme a la Voluntad de Dios hasta la llegada del Mesías, mediador del nuevo pacto de la salvación por gracia, y también a ellos se anunció el evangelio en primer lugar. 
 
La Ley mosaica no pretendía ser el medio de salvación, pues la salvación es por fe, pero los judíos no lo entendían así, y se aferraban a ella. La arrogancia de saberse el pueblo escogido los cegó, al punto que, cuando su Mesías vino, no lo reconocieron, y lo rechazaronEsaú, al rechazar la primogenitura, nos muestra al pueblo judío que despreció a su Mesías, y al evangelio que se les predicaba. Teniendo la primera opción para recibir tan grande bendición, no la consiguió, porque ese Mesías manso y humilde no calzaba con sus expectativas.

Es cierto que no todos los judíos respondieron de la misma forma y, de hecho, los primeros en creer que Jesús era el Hijo de Dios fueron los judíos, porque, como dije, a ellos se anunció el evangelio en primer lugar. Lo que confirma esta afirmación es que Jesús no vino a llamar a las naciones, sino a reunir a las ovejas perdidas de la casa de IsraelEs más, cuando Jesús resucitó, los primeros en ser visitados por Él fueron los hijos de Israel, para que se volvieran de sus vidas llenas de pecado. El ministerio de los apóstoles también comenzó por la casa de Israel, porque así se les había mandado, de lo cual hay testimonio, a lo menos, en los primeros siete capítulos del libro de los Hechos. Los hijos de Israel debían ser las primicias del Espíritu Santo.

El ministerio de predicar a los gentiles fue dado a Pablo, y esto ocurrió después de la resurrección y ascenso de Jesús a la diestra del Padre. Con todo, incluso el ministerio de Pablo, y de quienes le acompañaron en el servicio de alcanzar a los gentiles, también se inició en las sinagogas; y sólo cuando vieron que ya no quedaba entre los judíos de entonces quién se interesase en oír de su Mesías, y sólo había un abierto rechazo al mensaje, comenzó a anunciarse la buena noticia a los no judíos de manera intensiva, y es lo que se continúa haciendo hasta ahora, y seguirá así hasta el regreso del Jesucristo.  

El número de gentiles que han recibido el derecho de ser hechos hijos del Altísimo, antes que muchos de los hijos de Israel, es incontable. Pero no todo está perdido para los judíos, pues, en la medida que reconocen su error, y se arrepienten de su incredulidad, están siendo añadidos también a la congregación de los santos, porque LA IGLESIA, que comenzó a formarse con judíos, primeramente, y se sigue edificando con gente proveniente de todas las naciones, (judíos incluidos), que reciben vida espiritualy se vuelven un solo pueblo en Cristo Jesús, ES LA NUEVA JERUSALÉN, la ciudad santa que crece y se viste de hermosura, la novia del Cordero.

Cuando la totalidad de los gentiles llamados a ser salvos por la fe entre al reino, se concluirá el proceso de salvación por gracia, y así se dará por completada la salvación de Israel. Es lo que dice Romanos 11:25-26, que la RVR60 traduce "...hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo". La palabra griega jouto (οὕτως), que Reina-Valera tradujo como "luego" no debe entenderse como el adverbio de tiempo "después", sino como el adverbio de modo "así". La versión NBLA lo traduce de esta manera: ..."hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles. Así, todo Israel será salvo"..., porque un israelita verdadero no es según la carne, sino aquel que cree en el Hijo de Dios.
 
Cualquier doctrina que hable de la salvación de la nación de Israel, o de algún trato especial de Jehová con Israel, después de la segunda venida de Cristo, no es coherente con lo que leemos en toda la Biblia, pues, insisto, Israel ya tuvo el privilegio de recibir el evangelio en primer lugar. La incoherencia de pensar que Israel será salvo después de la venida de Jesús se hace más evidente si consideramos la verdad bíblica de que la salvación es por fe, no por vista. Dijo Jesús, "dichosos los que no vieron, y sin embargo creyeron", y sabemos que, cuando Jesucristo vuelva, "todo ojo le verá", por tanto, nada más quedará, sino el juicio, (lo que, de paso, echa por tierra los argumentos en que se basa el premilenialismo); y luego que la iglesia sea sacada, el derramamiento de las copas de la ira sobre los que no estén inscritos en el libro del Cordero. Una vez que el mal haya sido destruido definitivamente, Cristo entregará el Reino a su Padre, (porque Cristo está reinando ahora; Él es la cabeza de la iglesia), para que Dios sea todo en todos, como está escrito.
 

JEHOVÁ CONFIRMA SU PACTO CON ISAAC


Volvió a haber hambruna en la tierra, como en los tiempos de Abraham, e Isaac partió hacia Gerar, tierra de Abimelec, rey de los filisteos. Jehová se apareció a Isaac, diciéndole que no descendiera a Egipto, y que permaneciera allí, habitando como forastero en la tierra, y sería grandemente bendecido: "porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras, y confirmaré el juramento que hice a Abraham tu padre. Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente, por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes". (26:1-5)

* Jehová aquí manda a Isaac permanecer en la tierra donde estaba, la cual iba a darle en herencia, porque allí sería prosperado; pero que no descendiera a Egipto. En las Escrituras, Egipto representa al mundo y su pecadoEn otras palabras, el mensaje es que no hay que buscar refugio en el mundo cuando se presentan problemas, (como escapar de la hambruna, que es el caso aquí), sino continuar confiando en que el Señor está a cargo.
 
Los creyentes ahora habitamos como extranjeros en la tierra que vamos a heredar, porque, si bien es cierto, Dios es Soberano de todo el universo, el que gobierna el mundo temporal es el príncipe de las tinieblas, y todo lo que en el mundo sucede está bajo su influencia. Pero, aunque los hijos del Reino debemos seguir en el mundo, no debemos vivir como los incrédulos, sino como embajadores de Jesucristo nuestro Señor, quien nos manda buscar primeramente el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás, (necesidades de sustento, abrigo, etc.) nos será añadido. No que dejemos de trabajar, sino que, dondequiera que Dios nos ponga, si hacemos todo como para el Señor, Él nos bendecirá para que nos vaya bien.

 

EL TEMOR DE ISAAC


Permaneció Isaac en Gerar, y los hombres le preguntaron por Rebeca, y él dijo que era su hermana, por miedo a que lo mataran si decía que era su esposa, pues Rebeca era una mujer bella. Un día Abimelec sorprendió a Isaac acariciando a Rebeca, y lo mandó llamar para recriminarle el haber mentido, pues pudo haber provocado que alguno de su pueblo durmiera con ella, trayendo sobre ellos el pecado. Entonces, Abimelec advirtió a todos en su pueblo que, el que tocara a Isaac o a su mujer, de cierto moriría. (26:6-11)

* ¿Por qué nuevamente este cuadro en que la esposa es presentada como hermana, por miedo a perder la vida frente a los pueblos paganos a los que llegaron tanto Abraham como Isaac? Ambos expusieron a sus mujeres a ser tomadas por otros hombres, sin embargo, decidieron correr el riesgo, con tal de salvar con vida... El pacto que Jehová hizo con Israel es tan sagrado como el pacto del matrimonioEn estos relatos, Abraham e Isaac estarían representando a los hijos del pacto que, por intentar ganar los favores de los pueblos paganos, fueron desleales con Jehová, lo que equivale a cometer adulterio en una unión matrimonial. Jesús dijo: "no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a Aquél que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno" (Mt 10:28), refiriéndose al Dios Todopoderoso.

 

ISAAC REABRE LOS POZOS DE ABRAHAM


Isaac sembró en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno, y fue grandemente bendecido por Jehová, y
 llegó a tener muchos animales, haciéndose muy rico y poderoso, lo que despertó la envidia de los filisteos, quienes cegaron los pozos que había abierto su padre Abraham. Abimelec fue entonces donde Isaac a pedirle que se fuera, pues vio con temor el poderío que Isaac había alcanzado. Entonces Isaac se mudó al valle de Gerar, donde se estableció, y volvió a abrir los pozos que los filisteos habían cegado con tierra, y los llamó con los mismos nombres que les había dado Abraham. Al llegar al valle, sus siervos cavaron un pozo que tenía aguas vivas, y los lugareños comenzaron a altercar con Isaac, diciendo que el agua les pertenecía. Por eso llamó al pozo "Esek", que significa "contención". Después, abrieron otro pozo, y también riñeron sobre él, por eso lo llamó "Sitna", que quiere decir "enemistad". Finalmente, abrieron un nuevo pozo, sobre el cual ya no riñeron, al que llamó "Rehobot", que significa "Lugares amplios o espaciosos", porque decía Isaac: "ahora Jehová nos ha prosperado, y fructificaremos en la tierra". (26:12-22)

* En las Escrituras, una fuente de agua, por lo general, simboliza la presencia de Dios. Abraham era un profeta de Jehová, y todos reconocían que Jehová estaba con él, pues le bendecía en todo. El que los filisteos hayan cegado los pozos que Abraham había cavado podría significar que, tras la partida de Abraham, el testimonio que quedó de Jehová en Gerar se desvaneció por las influencias de los idólatras filisteos. Pero cuando llegó su hijo Isaac, éste volvió a cavar los pozos que antes abrió Abraham, es decir, se volvió testimonio vivo, como su padre, de que el que camina con Dios, va a ser siempre prosperado.
** Muchas veces, cuando el evangelio es compartido entre los incrédulos (nos sucedió a nosotros mismos cuando fuimos llamados), se produce una contención entre el mensajero y el que recibe el mensaje, porque no nos creemos tan malos como para tener que arrepentirnos de algo, y rechazamos la idea de tener que entregar el control de nuestras vidas al Señorío de Jesucristo. Pero hay una profunda enemistad entre Dios y su creación, que es necesario subsanar. Dios no quiere la muerte del impío, sino que se arrepienta. Por eso envió a Jesucristo para reconciliarnos con Él, y llevarnos a lugares espaciosos, esto es, a la libertad de los hijos de Dios; que ya no vivimos en la angustia de ser esclavos del pecado, sino con el gozo de la esperanza de la vida eterna que nos fue dada en Cristo Jesús.

De allí, Isaac subió a Beerseba, y en la noche se le apareció Jehová, quien le dijo: "Yo soy el Dios de Abraham tu padre; no temas, porque yo estoy contigo, y te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia por amor de Abraham mi siervo." Isaac edificó un altar e invocó el nombre de Jehová, y plantó allí su tienda, y sus siervos abrieron un pozo. (26:23-25)

* Cada vez que un creyente oye la voz de Cristo llamando, y obedece para someterse a su Señorío, hace como hizo Isaac: entra en comunión con Él por su Espíritu Santo; comienza a vivir como extranjero (habita en tiendas) en la tierra, y en su corazón se abre el pozo de agua viva que brota con frescura, y conduce a la vida eterna.

No obstante haberle expulsado de entre ellos, Abimelec, rey de los filisteos, su amigo Ahuzat, y Ficol, capitán de su ejército, vinieron hasta Isaac, para decirle que era evidente que Jehová le bendecía, por lo cual deseaban hacer pacto con él, de no hacerse daño mutuo, pues ellos siempre lo habían tratado bien, y que lo dejarían ir en paz. Isaac estuvo de acuerdo, entonces hizo un banquete, y comieron y bebieron. A la madrugada siguiente, se fueron en paz. Aquel mismo día, vinieron los criados de Isaac para avisarle que habían hallado agua en el pozo que acababan de cavar. Y llamó al pozo "Seba", y por eso la ciudad se llama "Beerseba". (26:26-33)

* Es interesante que Abimelec, Rey de Gerar, desee hacer un pacto de paz con Isaac, así como lo hizo con su padre Abraham, y en el mismo lugar: Beerseba. Habiendo pasado tantos años (quizás unos noventa años) desde el pacto que el rey de Gerar hizo con Abraham, es probable que los nombres Abimelec y Ficol sean títulos oficiales, y nos los nombres propios de las autoridades de Gerar.
 
Como dijimos antes, era evidente para los habitantes de Gerar que el Dios de Abraham e Isaac era un Dios poderoso, que no dejaba sin castigo al que tocara a uno de su pueblo. Abimelec lo había experimentado personalmente, cuando quiso tomar como mujer a Sara, la esposa de Abraham. Por eso, para él era imperativo hacer un acuerdo de paz, un juramento (Seba significa juramento) de no hacerse daño mutuo, con los protegidos de Jehová.

Cuando Esaú cumplió cuarenta años, tomó por esposas a dos mujeres de Canaán, que fueron amargura de espíritu para Isaac y para Rebeca. (26:34-35)


JACOB RECIBE LA BENDICIÓN DE PRIMOGÉNITO


Isaac se había vuelto anciano, y sus ojos ya no veían. No sabiendo cuánto tiempo más le quedaba de vida, decidió llamar 
a Esaú para pedirle que fuera a cazar, y preparara un guisado con el fruto de su caza, como a él le gustaba, luego de lo cual, él le iba a dar su bendición de primogénito. Mientras hablaban, Rebeca escuchaba su conversación a escondidas. Cuando Esaú salió a cazar, Rebeca le contó a Jacob la intención de Isaac, y le pidió que le trajera dos cabritos para preparar un guisado como a Isaac le gustaba, para que se lo llevara a su padre, haciéndole creer que él era Esaú, y así recibir la bendición de primogénito. Como Esaú era velludo, y Jacob lampiño, la madre lo ayudó a cubrir su piel con pelos de animal, y le hizo usar la túnica de su hermano. (27:1-17)

Cuando Jacob llevó el guisado a Isaac, éste desconfió, pues, no reconocía la voz de Esaú, pero, al tocar su piel velluda, y oler su ropa, se convenció que era Esaú quien estaba ante él, y tras comer el guiso, le dio su bendición, diciendo: "Mira, el olor de mi hijo, como el olor del campo que Jehová ha bendecido; Dios, pues, te dé del rocío del cielo, y de las grosuras de la tierra, y abundancia de trigo y de mostoSírvante pueblos, y naciones se inclinen a ti; sé señor de tus hermanos, y se inclinen ante ti los hijos de tu madre. Malditos los que te maldijeren, y benditos los que te bendijeren." (27:18-29)

Como ya dijimos, ambos hermanos merecían ser condenados por el pecado que yacía en ellos, sin embargo, Dios decidió tener misericordia de uno de ellos, y escogió a Jacob para cumplir, a través de él, su plan perfecto de salvación. En los lomos de Jacob, y no de Esaú, se encontraba la simiente ante quien vendrían a adorar todas las naciones. Se trata de una bendición dirigida a Jesús, el Ungido de Dios que iba a llegar a ser Señor de todos 
 
** Las Escrituras siempre muestran que la promesa se cumple en uno que no es el primero, esto es, porque son los hijos del segundo pacto, cuyo mediador es Jesucristo, y no los del pacto mosaico, los que son bendecidos en la simiente de Abraham. (Seguiremos viendo el esquema de la bendición en otro hijo distinto del primogénito, en la medida que nos adentramos más en la Biblia). 
 
 

Sucedió que, tan pronto como Jacob salió de la presencia de su padre, Esaú regresó, y preparó el guiso. Al llegar donde Isaac, descubrió la suplantación de Jacob. Isaac lamentó mucho haber sido engañado, pero ya nada podía hacer, y dijo a Esaú que la bendición ya la había recibido su otro hijo, y por eso sería bendito. También le dijo: "He aquí yo le he puesto por señor tuyo, y le he dado por siervos a todos sus hermanos; de trigo y de vino le he provisto; ¿qué, pues, te haré a ti ahora, hijo mío? ". Entonces, Isaac abrazó a Esaú, diciéndole: "Vivirás lejos de las riquezas de la tierra, lejos del rocío que cae del cielo. Gracias a tu espada, vivirás y servirás a tu hermano. Pero, cuando te impacientes, te librarás de su opresión" (NVI) (27:30-40).

* La versión RVR60 repite, en parte, la bendición que Isaac dio a Jacob, pero traducciones posteriores han corregido el texto, dejando constancia de que, efectivamente, no queda bendición para Esaú, sino sólo defenderse con su propia espada, y someterse al señorío de su hermano. 

La historia bíblica cuenta que fue durante el reinado de David que Edóm quedó bajo el dominio de Israel. Varias generaciones después, cuando Israel fue dividido en dos reinos, estando en el trono Jorán, rey de Judá, los edomitas se rebelaron contra el reino de Judá, y coronaron a su propio rey.


Esaú se consolaba pensando que, una vez que muriera su padre, se vengaría de Jacob. Cuando Rebeca lo supo, aconsejó a su hijo menor huir a la casa de su hermano Labán, tío de Jacob, en Harán, hasta que se aplacara la rabia de Esaú, pues temía que, si se llegaban a enfrentar, murieran ambos por causa de esa rivalidad. Además, Rebeca dijo a Isaac que no deseaba que su hijo Jacob se emparentara con los hititas, casándose con una de sus hijas, (como lo hizo Esaú), pues no soportaría tener que tolerar otra nuera cananea. (27:41-46)

Entonces, Isaac habló con Jacob, y le dijo que se fuera a casa de Betuel, padre de su madre, y que no tomara como esposa a una cananea, sino que fuera donde Labán, hermano de Rebeca, y tomara por esposa a una de sus hijas. Bendijo Isaac a Jacob, diciendo: "Y el Dios omnipotente te bendiga, y te haga fructificar y te multiplique, hasta llegar a ser multitud de pueblos; y te dé la bendición de Abraham, y a tu descendencia contigo, para que heredes la tierra en que moras, que Dios dio a Abraham."  Jacob hizo como le dijo su padre, y partió. Esaú, por su parte, había oído toda la conversación de ambos, y vio cómo Isaac bendijo a Jacob, y se enteró que no miraba con buenos ojos a las cananeas como esposas. Entonces, fue hasta Ismael, hijo de Abraham con Agar la sierva, y tomó como esposa a una de sus hijas, además de sus otras dos mujeres. (28:1-9)

* Quizás Esaú pensó que, al tomar como esposa a la sobrina de Isaac, mejoraría su relación con sus progenitores, pero, lo cierto es que, probablemente, esa alianza no hizo más que acentuar la ya deteriorada convivencia familiar.

JEHOVÁ CONFIRMA LA PROMESA A JACOB


De camino a Harán desde Beerseba, cuando comenzó a anochecer, Jacob se detuvo en cierto lugar para dormir, y tomó una piedra para usarla como cabecera. Entonces comenzó a soñar, y vio una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y los ángeles de Dios subían y descendían por ella. Y Jehová estaba en lo alto de ella, y dijo a Jacob: "Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendenciaSerá tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente. He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho." (28:10-15)

* En Juan 1:51, Jesús mismo revela que Él es esa escalera, al decir: “De cierto, de cierto os digo: De aquí en adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.Es Jesús quien restablece el camino que une lo que está en la tierra con el cielo, al reconciliarnos con Dios

Cuando despertó, Jacob sintió temor, y dijo: "Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía"; "¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo". Entonces, al levantarse en la mañana, tomó 
como señal la piedra que había usado de cabecera, la alzó, y roció aceite en ella, y llamó aquel lugar "Bet-el", que significa "Casa de Dios", (aunque su nombre antes era "Luz", que significa "Almendro"), e hizo un voto, diciendo: "Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios". Y puso esa piedra como señal de que era casa de Dios; y prometió que, de todo lo que Jehová le diere, el diezmo apartaría para el Señor. (28:16-22)

* La piedra también nos señala a Jesucristo, porque Él es la roca cortada del monte, no por mano, de la que habla Daniel, que vino para desmenuzar los reinos terrenales; y también es la piedra de tropiezo para los judíos, que vino a ser piedra angular de la Casa de Dios, de que hablan Isaías, Zacarías y el Apóstol Pedro. Es sobre esa piedra (roca) que debemos cimentar nuestra vida.

JACOB CONOCE A RAQUEL


Jacob prosiguió su camino hacia el oriente, hasta llegar a un pozo que estaba cubierto por una gran piedra.  Entonces preguntó a los lugareños si conocían a Labán, y respondieron que sí, y que su hija Raquel, que era pastora, vendría con el rebaño de su padre en cualquier momento. 
Al lado del pozo, había tres rebaños echados. A Jacob le llamó la atención que no aprovecharan el día para abrevar los rebaños y llevarlos a apacentar, y les preguntó por qué no rodaban la piedra, y le respondieron que sólo la removían cuando se reunían todos los rebaños, y así todos bebían a la misma hora, después de lo cual volvían a poner la pesada piedra en su lugar. Aun no terminaban de hablar, cuando llegó Raquel. Al verla, Jacob removió la piedra para que el rebaño de Raquel bebiera, y se acercó a ella, la besó, y lloró. Luego, le dijo quién era él. Entonces Raquel corrió donde su padre Labán, y le contó que el hijo de su hermana Rebeca había llegado. Labán le dio la bienvenida, y permaneció con él durante un mes. (29:1-14)

* Todos los rebaños bebían al mismo tiempo. No era por orden de llegada. Así mismo se concretará la promesa de la herencia de los santos. La fe es "la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (He 11:1). Ninguno de los héroes de la fe, que están descritos en Hebreos 11, ha recibido todavía la herencia prometida. Dice la Palabra que, "conforme a la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra" (He 11:13), porque la patria anhelada por todos ellos, y por nosotros, que recibimos las promesas en los tiempos postreros, no es terrenal, sino celestial, una ciudad cuyo arquitecto es Dios mismo, y cuyos muros se están levantando con piedras vivas, y se completará cuando el Cordero regrese por su novia. En definitiva, el perfeccionamiento pleno de los santos del Antiguo Testamento como los del Nuevo Testamento se completará al mismo tiempo, según lo establecido por el Señor, para que habitemos eternamente en el paraíso prometido. 


EL CASAMIENTO DE JACOB


Labán ofreció pagar un salario a Jacob por su trabajo, pero Jacob, que se había enamorado de su prima, le propuso trabajar para él siete años sin remuneración, a cambio de que Labán le diera la mano de Raquel. Raquel tenía una hermana soltera, mayor que ella, llamada Lea. Era una mujer de dulce mirada, pero Raquel era una mujer hermosa. (29:15-19)

Habiendo transcurrido los siete años, Jacob pidió a Labán cumplir su compromiso, pero en la noche de bodas, Labán engañó a Jacob, sustituyendo a Raquel por Lea. Jacob no se dio cuenta del engaño, sino hasta la mañana siguiente. Inmediatamente fue a protestar ante su tío, y éste le contestó que en esa región no se acostumbraba a entregar la menor en matrimonio antes que a la mayor, y que, si quería a Raquel como esposa, debía esperar una semana, y se la entregaría también, a cambio de que trabajara otros siete años para él. Jacob aceptó, y también recibió como esposa a Raquel, y trabajó para su tío siete años más, y amó a Raquel más que a Lea. Labán dio como criada para Lea a su sierva Zilpa; y a Raquel, su sierva Bilha. (29:20-30)

* Sin duda se esconde algún misterio en estos dos períodos de siete años que Jacob dedicó para poder casarse con la mujer que amaba. Lea era la mayor, por tanto, tenía el derecho a casarse primero, pero no era perfecta a los ojos de Jacob, quien la recibe como esposa habiendo sido engañado, después de haber trabajado sin remuneración por siete años. Raquel era hermosa, y era la mujer que él amaba, por lo cual, no dudó en trabajar siete años más con tal de recibirla como esposa a la semana siguiente. Un solo marido, y dos esposas, que son hermanas entre ellas, y rivales.

En tanto vayamos avanzando, iré exponiendo lo que personalmente puedo extraer sobre el significado de los tiempos y personajes aquí involucrados. Por ahora, sigamos escudriñando la Palabra versículo a versículo.


LOS HIJOS DE JACOB


Cuando vio Jehová que Lea era despreciada, la bendijo dándole hijos. Primero nació Rubén, al que Lea llamó con ese nombre, porque Dios vio su aflicción. Después nació Simeón, porque Dios oyó su aflicción. Luego tuvo a Leví, llamado así, porque dijo, "esta vez se unirá mi marido conmigo"; y, por último, tuvo a Judá, queriendo decir con su nombre: "esta vez alabaré a Jehová". Mientras que Lea ya había dado cuatro hijos a Jacob
Raquel no conseguía quedar embarazada. (29:31-35)

Ante la desesperación de saberse estéril, 
Raquel puso a disposición de Jacob a su criada Bilha, esperando tener hijos a través de ella. Bilha concibió un varón al que Raquel llamó Dan, que significa "Él juzgó", porque decía Raquel: "me juzgó Dios, y también oyó mi voz, y me dio un hijo". Bilha concibió otro hijo al que Raquel llamó Neftalí, diciendo: "con luchas de Dios he contendido con mi hermana, y he vencido". Cuando Lea vio que ya no concebía más hijos, entregó su sierva Zilpa a Jacob, la cual dio a luz a otro varón, al cual Lea llamó Gad, que significa "Fortuna", porque decía Lea: "Vino la ventura". Zilpa tuvo otro hijo al que Lea llamó Aser, que significa "feliz", porque decía "para dicha mía; porque las mujeres me dirán dichosa". (30:1-13)


LAS MANDRÁGORAS DE RUBEN


Un día, Rubén, el primogénito de Jacob, hijo de Lea, salió a la cosecha y encontró mandrágoras que trajo a su madre. Cuando Raquel las vio, le rogó a Lea que le diera de sus mandrágoras, pero Lea le respondió si acaso le parecía poco haberle quitado a su marido que, además, quería las mandrágoras de su hijo. A lo que Raquel contestó que, a cambio de las mandrágoras, le permitiría pasar la noche con Jacob. (30:14-15)

*Se dice que la obstinación de Raquel por obtener las mandrágoras que Rubén traía a Lea, probablemente, se debía a las propiedades de fertilidad que se atribuían a esa planta. Sin embargo, me inclino más a pensar que, en las mandrágoras se simbolizan los derechos de primogenitura que tenía el hijo mayor de Lea, que, en el fondo, tenían que ver con la bendición dada por Jehová a Abraham, Isaac y Jacob. Aunque Raquel era la favorita de Jacob, cuando ocurrieron estos hechos, aún no le daba hijos, y claramente no era la madre del primogénito. 
 
Así que Lea pasó la noche con Jacob, y concibió a su hijo Isacar, diciendo: "Dios me ha dado mi recompensa, por cuanto di mi sierva a mi marido". Después Lea volvió a concebir un varón, al cual llamó Zabulón, porque, decía ella, "ahora morará conmigo mi marido, porque le he dado a luz seis hijos". Por último, Lea tuvo una hija, a la que llamó Dina. Y Dios oyó a Raquel, y abrió su matriz, y ésta dio a luz un varón. Entonces dijo: "Dios ha quitado mi afrenta", y llamó a su hijo José, diciendo "Añádame Jehová otro hijo" (30:16-24)

* Evitando, dentro de lo posible, entrar en detalles de acontecimientos que conoceremos más adelante en la historia de la nación de Israel, me parece oportuno ir mencionando algunos de ellos, para que comprendamos que en la Biblia nada está puesto por azar. Además, para quienes ya hayan hecho una primera lectura de todas las Escrituras, quizás el siguiente comentario les ayudará a hacer calzar ciertas piezas del puzzle.
 
A mi entender, las hermanas Lea y Raquel simbolizan la nación de Israel dividida en dos reinos, hecho ocurrido después del reinado de Salomón. Lea es la primera esposa; representa al reino del norte, conocido como reino de Israel, que estaba conformado por diez de las doce tribus. Raquel, por su parte, es la amada, y representa al reino del sur, Judá, cuya capital es Jerusalén, la ciudad escogida por Jehová para mantener la luz de David brillando, y poner Su Nombre en ella. El reino de Judá estaba conformado por las tribus de Judá y Benjamín, más los levitas que estaban en sus territorios.  
 
Los hijos nacidos de las distintas mujeres hablan de cómo se va conformando el pueblo de Israel. Lea, la mayor, se llena de hijos; en tanto Raquel, la menor, permanece estéril por mucho tiempo, representando que los herederos de las promesas no nacerían sino muchos siglos después, tras la consumación del ministerio del Mesías. Con respecto a las siervas Bilha y Zilpa, éstas reflejan a ambos reinos dando hijos en tiempos de cautiverio, al que los entregó Jehová por causa de su rebelión. 
 
Quizás alguien pudiera discutir esta analogía, argumentando que Raquel no es la madre de Judá, de donde proviene el Mesías, sin embargo, toda la historia bíblica muestra que la iglesia tiene sus raíces en los hijos de Israel; porque la iglesia, donde se congregan judíos y gentiles, es Israel regenerado por la fe en el Hijo de Dios, y Raquel es la que, aunque se demora, da a Israel su hijo más amado. De hecho, como veremos más adelante, eel primogénito de Raquel quien, llegado el momento, salvará a toda la nación de perecer, pues, José es un tipo de Jesús, quien proviene de la tribu de Judá.  
 
Esta teoría haya sustento en palabras de Jeremías, (y de Mateo, posteriormente), donde habla del lamento de Raquel, tras la caída del reino de Judá en manos de Babilonia, y la destrucción de Jerusalén, y se nos irá haciendo cada vez más evidente en tanto avancemos; en especial, cuando estudiemos la vida de José.
 

JACOB SE INDEPENDIZA DE SU SUEGRO LABÁN


Luego que nació José, Jacob pensó que era hora de volver a su tierra, y se lo dijo a Labán, quien le pidió que lo reconsiderara, pues, desde que Jacob había llegado, había prosperado en todo, y sus bienes habían aumentado en gran número; entonces le ofreció una remuneración por seguir trabajando con él. Jacob le hizo una proposición: que, del rebaño, separaría como su paga las ovejas manchadas, salpicadas y de color oscuro; y las cabras manchadas y salpicada. Labán estuvo de acuerdo. Entonces, Labán separó los machos cabríos manchados y rayados, y todas las cabras manchadas y salpicadas de color, y todas las ovejas que tenían en sí algo de blanco, y las de color oscuro, y las puso en mano de sus hijos, y puso una distancia de tres días entre él y Jacob, entonces Jacob se dedicó a apacentar el resto del rebaño de su suegro. (30:25-36)

* De acuerdo con este texto, podemos deducir que José nació al final de los dos períodos de siete años (catorce años en total), que Jacob había acordado trabajar para Labán, motivo por el cual se sintió en libertad de irse, o de negociar un nuevo trato.

Jacob ideó una forma de hacer que las ovejas más fuertes procrearan crías rayadas, pintadas y manchadas, que serían su salario: tomó varas verdes de álamo, de avellano y de castaño, y descortezó en ellas mondaduras blancas, descubriendo así lo blanco de las varas, y las puso frente al abrevadero donde iban los animales a beber, porque en ese lugar
solían aparearse. Entonces, cuando los animales más fuertes venían a aparearse, Jacob ponía frente al abrevadero las ramas descortezadas, y concebían borregos manchados, pintados y oscuros, los cuales apartaba para su rebaño; y quitaba las ramas cuando llegaban al abrevadero animales débiles. Así los rebaños de Labán se iban formando con los animales más débiles, en tanto que Jacob llegó a ser muy rico, y tuvo grandes rebaños, además de siervas y siervos, camellos y asnos. (30:37-43)

* Para llevar a cabo el plan de evangelización, Jesús preparó a sus discípulos, sus más íntimos, y los lavó con la Palabra que les predicó. Ellos fueron en las manos de Jesús como las varas de álamo, avellano y castaño que Jacob descortezó. Todas las ovejas manchadas de pecado, sedientas de justicia, que se acercaban al abrevadero provisto por Jesús, saciaban su sed en la Palabra de vida eterna que estos apóstoles predicaban, que es la misma Palabra que se sigue transmitiendo de generación en generación. Así se ha ido formando, en torno al buen Pastor, un rebaño multicolor, donde se congregan ovejas de todas las naciones, no importando raza, origen, sexo, edad, ni condición, Jesucristo recibe a todas las ovejas que el Padre le envía, y las pastorea junto a aguas de reposo, y las hace descansar en lugares de delicados pastos.

Jacob comenzó a tener problemas con los hijos de Labán, quienes murmuraban diciendo que él se había apoderado del rebaño de su suegro. Asimismo, Labán ya no miraba con buenos ojos a Jacob, entonces Jacob decidió que era momento de partir, pues en sueños, Dios le había mostrado que había sido su decisión tomar del rebaño de Labán para dárselo, haciendo que las ovejas parieran animales manchados, pues había visto que Labán lo había tratado de engañar en varias ocasiones, cambiando las reglas del juego. También le dijo: "Yo soy el Dios de Bet-el, donde tú ungiste la piedra, y donde me hiciste un voto. Levántate ahora y sal de esta tierra, y vuélvete a la tierra de tu nacimiento." Jacob comentó sus intenciones a Lea y Raquel, y estuvieron de acuerdo en que su padre había abusado de todos ellos, y que debían huir. (31:1-16)

* Así como los hijos de Labán estaban molestos, pensando que Jacob se había apoderado del rebaño de su padre, en la época de Jesús, los líderes y compatriotas del Señor estaban muy molestos por la influencia de Jesús en los judíos, que revolucionaba todo el ambiente con sus enseñanzas y la autoridad con que las exponía. Sin embargo, así como había sido Jehová quien dio a Jacob el rebaño de Labán, es Dios quien envía las ovejas a Jesucristo para que las pastoree.
 
Entonces Jacob, sin avisar a Labán, tomó todas las riquezas que había obtenido, y partió, junto a sus mujeres e hijos, hacia Canaán, donde estaba su padre Isaac. Lamentablemente, Raquel, aprovechando la ausencia de su padre que había ido a trasquilar ovejas, hurtó los ídolos que éste tenía, y los llevó consigo, sin que nadie supiera. Tres días después de la partida de Jacob, Labán se enteró, y partió tras él, encontrándolo en Galaad, pero Dios, en sueños, le había advertido que se cuidara de no hablar descomedidamente a Jacob. Labán habló a Jacob, recriminándole el no haberle avisado que se iba, pero, además, le reclamó haberse llevado sus ídolos. Jacob, ignorando lo que Raquel había hecho, le respondió que, si encontraba los dioses en mano de alguno de los suyos, el tal moriría. Entonces, comenzaron a revisar cada una de las tiendas, no hallando nada, y cuando fue a revisar la tienda de Raquel, ésta se había sentado sobre los ídolos para ocultarlos, y pidió a su padre que la disculpara por no pararse, ya que estaba en los días de su período. El padre aceptó la explicación de Raquel, y se fue. (31:17-35)

* ¿Qué significado tienen los ídolos que Raquel robó a su padre? Quizás, por medio de esta transgresión de Raquel, se nos estaba mostrando la fuerte tendencia a la idolatría del pueblo escogido. Si nos centramos más en la persona de Raquel, y damos un vistazo hacia el futuro de su descendencia, veremos que Efraín, nombre del segundo hijo de José, nieto de Raquel, sería el símbolo de la idolatría que llevó al reino del norte, Israel, a caer en desgracia. Por medio de sus profetas, Jehová habla de Efraín para referirse al reino del norte, porque en la región montañosa de Efraín, (que lleva ese nombre, porque fue el territorio que tocó en suerte a la tribu de Efraín, cuando se repartieron las tierras de Canaán), se asentaba el trono del reino conformado por diez de las doce tribus, cuando Israel quedó dividido en dos. Efraín, es decir, el reino del norte, se rebeló contra Jehová y se convirtió a los ídolos, por lo cual Dios, después de haberles enviado, infructuosamente, sus profetas para que se volvieran de su pecado, los entregó a sus perversidades, y los hizo llevar cautivos a Asiria, desde donde fueron dispersados por todo el mundo, lo que, permitió, dicho sea de paso, que de Efraín surgiera multitud de naciones, como profetizará Jacob al bendecir al hijo menor de José

Jacob riñó con Labán, recriminándole lo injusto que había sido, a pesar de que él le había servido con fidelidad todos esos años, sin embargo, Labán no había hecho más que aprovecharse de él: "Así he estado veinte años en tu casa; catorce años te serví por tus dos hijas, y seis años por tu ganado, y has cambiado mi salario diez veces. Si el Dios de mi padre, Dios de Abraham y temor de Isaac, no estuviera conmigo, de cierto me enviarías ahora con las manos vacías; pero Dios vio mi aflicción y el trabajo de mis manos, y te reprendió anoche". (31:36-42)

* Me parece oportuno detenerme unos segundos en este punto, para intentar definir el significado de esos períodos, dos de siete años y uno de seis, en que Jacob sirvió a Labán, antes de retornar a casa de su padre. Los años no deben entenderse de forma literal, sino como etapas vividas durante el peregrinaje de Israel hacia su redención: 
 
Los primeros siete años, (¿podríamos hablar de semana de años?) corresponderían al tiempo que corre desde que Jehová confirmó la promesa a Jacob en Bet-elhasta el cautiverio y dispersión del reino del norte en manos de los asirios, ocurrido en 722 a.C. Durante ese largo período, Israel debió trasladarse a Egipto para no morir de hambre; posteriormente, por más de cuatrocientos años, padeció la esclavitud bajo el duro brazo de faraón, de la cual fue liberado con grandes milagros. Luego, entró en pacto con Jehová en Sinaí, comprometiéndose a cumplir la ley entregada a los hijos de Israel por medio de Moisés, que tenía por objeto que conocieran los caminos de Jehová, que los conducirían hasta el tiempo de la venida de su Redentor. Por último, la apostasía de uno de sus principales reyes llevó a la división de Israel en dos reinos. Sin embargo, era necesario que todo esto sucediera, para dar a conocer el Nombre de Jehová entre las naciones. De hecho, nada de lo ocurrido sorprendió a Jehová, porque, incluso, la dispersión del reino del norte por todo el mundo estaba en los planes de Dios, para permitir que parte de la simiente de Abraham se mezclara con las naciones, para llegar a ser multitud de gentes. Las desgracias son consecuencia del pecado, pero Dios las usa para cumplir sus propósitos.
 
El segundo período de siete años correspondería al que corre desde que Jehová comenzó a tratar con el reino de Judá, al sur, escogido como remanente de Israelhasta la primera venida del Mesías para llevar a cabo su ministerio terrenal. Aunque el reino de Judá, por causa de su gran rebelión, también terminó yendo a cautiverio en Babilonia en 586 a.C., Dios permitió que regresaran a Jerusalén, cumpliéndose la profecía que les había anunciado por medio de Jeremías. Sin embargo, nunca más volvieron a ser completamente libres, pues siempre estuvieron bajo el dominio de grandes imperios como Persia, Grecia y Roma en tiempos de Mesías. 
 
El último período es el conocido como los tiempos postreros, que corre desde la resurrección del Mesías, y concluirá cuando Él vuelva por su iglesia. Es el tiempo de salvación, en que el Señor llama, no sólo al pueblo judío a volverse a los caminos de Jehová, sino a gente de todo pueblo, lengua y nación (ovejas manchadas, salpicadas y de color oscuro), para redención eterna. Se presenta como un período de sólo seis años (no de siete como los dos anteriores), porque no se sabe cuándo se completará.


Entonces Labán, al ver que lo que antes había sido de él ahora era de Jacob, lo invitó a hacer un pacto, para lo cual reunieron piedras, formando un montículo, al cual Labán llamó "Jegar Sahaduta", que en arameo significa "Montículo del Pacto", y Jacob llamó "Galaad", que significa lo mismo, pero en hebreo, y "Mizpa", que significa "atalaya", diciendo que Dios sería vigía entre ellos dos. Entonces, ambos prometieron que no cruzarían ese montículo para hacer daño al otro, e invocaron a Jehová como juez entre ellos. Y Jacob ofreció un sacrificio a Dios en el monte, y comieron, y pasaron la noche en el monte y, a la mañana siguiente, Labán besó a sus hijas y nietos, y partió de regreso. (31:43-55)


* Así como todo lo que ahora pertenecía a Jacob, hijas, animales, siervos, antes habían sido de Labán, Jesús está trabajando para despojar a Satanás de lo que antes era suyo. Cada nuevo redimido que Jesús trae al Reino de Dios es un condenado menos en las garras de Satanás.

 

JACOB DECIDE ENFRENTAR A SU HERMANO ESAÚ


Jacob siguió su camino, y le salieron al encuentro ángeles de Dios, y llamó a ese lugar "Mahanaim", que quiere decir "campamento", porque cuando vio los ángeles dijo que ése era Campamento de Dios. Luego, envió mensajeros a su hermano Esaú, en la tierra de Seir, que está en campo de Edom, para decirle "Así dice tu siervo Jacob: Con Labán he morado, y me he detenido hasta ahora; y tengo vacas, asnos, ovejas, y siervos y siervas; y envío a decirlo a mi señor, para hallar gracia en tus ojos". De regreso, los siervos le dijeron que Esaú venía a su encuentro con cuatrocientos hombres. Al oír esto, Jacob se asustó, y se angustió, y decidió distribuir todo lo que tenía en dos campamentos, a fin de que, si uno era atacado, al menos la mitad pudiera salvarse. Y oró Jacob: "Dios de mi padre Abraham, y Dios de mi padre Isaac, Jehová, que me dijiste: Vuélvete a tu tierra y a tu parentela, y yo te haré bien; menor soy que todas las misericordias y que toda la verdad que has usado para con tu siervo; pues con mi cayado pasé este Jordán, y ahora estoy sobre dos campamentos. Líbrame ahora de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le temo; no venga acaso y me hiera la madre con los hijosY tú has dicho: Yo te haré bien, y tu descendencia será como la arena del mar, que no se puede contar por la multitud". (32:1-12)

* Como vimos unos capítulos antes, cuando Jacob venía de Canaán huyendo de Esaú, con destino a la casa de Labán, tuvo un sueño donde veía una escalera apoyada en la tierra, cuyo extremo superior tocaba el cielo, y ángeles que subían y bajaban por ella, por lo cual llamó a ese lugar "Bet-el", que significa "casa de Dios". Fue allí donde Jehová le confirmó que la promesa hecha a su abuelo Abraham y a su padre Isaac, sería cumplida a través de Él, pues, todas las familias de la tierra serán benditas en su simiente. Además, le dijo que lo traería de regreso a su tierra, y que no lo desampararía hasta cumplir lo que le había dicho
 
Han pasado los años, y Jacob va de regreso a Canaán, y vuelve a tener la experiencia de ver que ángeles salen a su encuentro, confirmando de esta manera que la presencia de Jehová había estado siempre con él, y seguiría siendo así, hasta concluir sus propósitos.

Durmió Jacob en ese lugar, y después reunió de todo lo que tenía a la mano para enviar como presente a su hermano: "doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas ovejas y veinte carneros, treinta camellas paridas con sus crías, cuarenta vacas y diez novillos, veinte asnas y diez borricos. Y lo entregó a sus siervos", y los distribuyó por manadas a cargo de sus siervos, separando una manada de la otra, y dio instrucciones a los primeros siervos de ir delante de él, y en la medida que se encontraran con Esaú y éste preguntara a quién pertenecían, dirían que pertenecen a su siervo Jacob, que se las envía de regalo, y que viene detrás de ellos. De ese modo, Jacob pensó en apaciguar la ira de su hermano, y para cuando se encontraran, quizás lo recibiría con amabilidad. Una vez que partieron todos los presentes delante de él, Jacob se durmió. (32:13-21)


JACOB RECIBE EL NOMBRE DE ISRAEL


Llegada la noche, Jacob tomó a sus dos esposas, sus dos siervas y sus once hijos, además de todo lo que poseía, y los hizo pasar el arroyo de Jaboc. Habiendo quedado solo, debió enfrentar a un varón hasta que rayó el alba. Cuando el varón vio que no podía contra Jacob, lo tocó en su muslo, el que se descoyuntó en la zona de encaje, y le dijo que lo dejara partir, porque ya estaba por amanecer. Jacob le dijo que no lo dejaría partir si no lo bendecía. El varón preguntó a Jacob por su nombre. Cuando Jacob le dio su nombre, le respondió: "No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido". Jacob le pidió al varón que le declarara su nombre, pero éste le respondió: "¿Por qué me preguntas por mi nombre?", y lo bendijo allí. Jacob llamó a ese lugar "Peniel", diciendo porque "vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma". Al salir el sol, Jacob dejó Peniel, y cojeaba de su cadera. Los hijos de Israel no comen el tendón del muslo del animal por este motivo. (32:22-32)

* La traducción: "porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido" (RVR60), es ampliamente aceptada, sin embargo, es un poquito confusa. La LXX lo pone así: "porque has prevalecido contra Dios; también contra hombre poderoso". Algunos estudiosos sugieren que el escritor de Génesis quiso decir que, si Jacob pudo prevalecer sobre el varón de Dios, no tendría mayor dificultad en vencer al hombre. 
 
En el libro de Oseas, el profeta hace una referencia a este episodio, diciendo: "En el seno materno tomó por el calcañar a su hermano, y con su poder venció al ángel. Venció al ángel, y prevaleció"... (Os 12:3-4). Aunque tampoco podemos entender su significado plenamente, podríamos deducir que se refiere a Esaú cuando dice que luchó contra hombre y prevaleció, lo que es consecuente con el evangelio, pues, Esaú simboliza la naturaleza adánica, y sabemos que, el que es nacido de Dios vence al mundo. El pecado ya no tiene poder sobre él, por tanto, puede poner bajo sujeción su naturaleza pecaminosa. 

La lucha entre Jacob y el varón de Dios tendría que ver con la resistencia al cambio que opone nuestra carne cuando Cristo viene a nuestro encuentro. Después de luchar con el varón de Dios, Jacob dejó de ser, y surgió Israel; sin embargo, la transformación seguía produciéndose en este hombre, que ahora tenía una pierna coja que le estorbaba para avanzar, lo que simboliza la influencia que la carne aún ejerce sobre el creyente; en otras palabras, ahora Jacob se había agarrado del calcañar de Israel. Nuestra tarea como hijos de Dios es sujetar esa pierna débil para que no nos haga tropezar, y ser diligentes en procurar poner en práctica lo que dice el autor de la carta a los hebreos: "Hagan sendas derechas para sus pies, para que la pierna coja no se disloque, sino que se sane" (He 12:13 NTV). 

En el hombre renacido, se produce una lucha muy fuerte entre el espíritu y la carne. Pablo expone de manera ejemplar, en Ro 7:15-23, en qué consiste esta lucha contra el pecado que habita en la carne, que batalla contra el alma del hombre regenerado. 

** El varón dijo a Jacob "¿Por qué me preguntas por mi nombre?". En el libro de los Jueces, Manoa, padre de Sanzón, también preguntó al mensajero de Jehová por su nombre, y el varón respondió: "¿Por qué me preguntas cómo me llamo? ¿No sabes que mi nombre es inefable?" (Jue 13:18 RVC). En otras palabras, el Nombre de Dios supera la capacidad del lenguaje para ser expresado. El varón que luchó con Jacob dijo ser Dios (Elohim en el original. La BTX traduce "has luchado con Elohim"). Jacob, de hecho, dijo haber visto a Dios cara a cara, por lo cual llamó a ese lugar "Peniel", que significa "El rostro de Dios". Nadie más que el Señor podía transformar a Jacob en Israel, así como nosotros no podemos ser transformados, sino por Jesús, el Logos de Dios que se encarnó.


EL REENCUENTRO ENTRE JACOB Y ESAÚ


A diferencia de lo que Jacob temía, cuando se encontró con Esaú, éste corrió a su encuentro y, echándole los brazos al cuello, lo abrazó y lo besó. Esaú le dijo que no era necesario que le diera los regalos que le había enviado, pero Jacob insistió que era la forma que tenía de agradecer el recibimiento de su parte, y 
Esaú accedió a recibirlos. Esaú se ofreció ir delante de él camino a Seir, pero Jacob amablemente declinó la invitación, aduciendo que los niños eran muy pequeños, y que tenía animales que habían recién parido, por lo cual, prefería seguir su viaje según lo planificado. Así que se separaron y Jacob llegó a Sucot, donde edificó casa para sí, e hizo cabañas para su ganado. De ahí, avanzó hasta la ciudad de Siquem en Canaán, donde erigió un altar que llamó El Elohé Israel, que puede significar "El Dios de Israel" o "Poderoso es el Dios de Israel". (33:1-20)

La pretensión de Esaú, de creer que Israel necesitaba de su guía para llegar a su destino, recuerda lo que sucedió cuando nació la iglesia de Jesucristo: muchos judíos que habían creído en el Señor, sin entender plenamente la suficiencia del sacrificio de Jesucristo, quisieron convencer a la iglesia de que debía continuar con la práctica de algunos rituales del judaísmo, como la circuncisión, guardar ciertos días, abstenerse de ciertos alimentos, etc., para alcanzar salvación. El apóstol Pablo combatió fervientemente contra los judaizantes, porque tal ignorancia se convirtió realmente en una amenaza para la naciente iglesia. Lamentablemente, la mayoría de las religiones vigentes siguen enseñando, erradamente, que es necesario tener obras para ser salvos, cuando lo único verdadero es que nuestra fe en CRISTO ES SUFICIENTE. Eso prueba que desconocen la Palabra de Dios, donde claramente se enseña que las obras piadosas son la evidencia y no la causa de la salvación
 
Jacob venía de convertirse en Israel, es decir, sus sendas ahora eran guiadas por la presencia de Dios en su vida. No tenía que seguir a Esaú, que continuaba siendo el mismo hombre adánico.
 
** A veces escuchamos a los judíos manifestar su malestar, diciendo que la iglesia pretende usurpar el lugar de privilegio que ellos siempre tuvieron en los planes de Jehová. Pero no es así, y ahora explicaremos por qué:
 
Antes que todo, es necesario aclarar que, separar la iglesia de Israel es un error. Por ejemplo, decir que ahora es tiempo de la iglesia y que, después que Jesucristo saque a su iglesia de la tierra, Dios comenzará a tratar con Israel, es no comprender el plan de Redención en absoluto, porque, lo cierto es que la iglesia es la congregación originada en el pueblo de Israel que, habiendo recibido el Espíritu Santo por la fe, ha mudado sus ropajes, y ahora se viste de santidad, para presentarse gloriosa, sin mancha ni arruga, ni cosa semejante, ante el Novio, que es el Señor.

Como ya hemos dicho reiteradamente, el evangelio se anunció al pueblo judío, primeramente, pero también debía llegar a los gentiles (la parábola de la fiesta de bodas lo grafica muy bien). Lo anterior no significa que hubo un cambio en el plan de redención; lo que pasa es que no todos los descendientes de Abraham y Jacob son el Israel al cual se hizo la promesala nación de Israel es terrenal (y, lamentablemente, no todos serán salvos), pero el Israel de la promesa es el pueblo nacido del Espíritu Santo, por la fe, conformado por gente de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, que han sido lavados en la sangre del Cordero, y que Dios está reuniendo en Cristo Jesús, para darnos la tierra en herencia (la iglesia es el cuerpo de Cristo, por eso decimos "en Cristo"). 

La iglesia, cuyo nombre proviene del griego Ekklesia, que significa los llamados afuera (es decir, llamados a salir del mundo) no es de los hombres; ni siquiera podemos decir que son los hombres los que plantan iglesias, porque todo es por obra del Espíritu Santo. La iglesia tampoco es una denominación, ni una religión; es un organismo vivo, cuya vida proviene del dador de la vida. Lamentablemente, al estar conformada por hombres, aún no alcanza la perfección, pero está en proceso, y es la tarea que Jesús entregó a sus apóstoles y profetas, primeramente, y que han continuado los evangelistas, pastores y maestros. (Desgraciadamente, la institución religiosa más popular en el mundo, a la cual muchos se refieren como "la iglesia" - como si todos los verdaderos cristianos perteneciéramos a ella - no ha hecho más que manchar el Nombre del Señor, tergiversando la sana doctrina; promoviendo el sincretismo religioso; haciendo que el discipulado caiga en la adoración de ídolos; cometiendo graves abusos a lo largo de su historia; provocando con todo esto que el santo Nombre de Dios sea blasfemado, en vez de ser glorificado, que es para lo cual fuimos llamados). Con todo, a pesar de los ataques y las influencias que el enemigo ha logrado infiltrar en medio de la congregación, la verdadera iglesia (conformada por judíos y gente de todas las naciones) prevaleceráy se llenará de toda la gloria del Señor, cuando Jesús regrese por ella antes del fin. Cuando ese día llegue, muchos que se han hecho pasar por la iglesia verdadera, tendrán que enfrentar la vergüenza de ser rechazados por el Señor, quien no los conocerá, porque nunca hicieron su Voluntad.
 
Las sinagogas de los religiosos judíos son entidades terrenales, no hay vida en ella, porque la vida espiritual se recibe sólo por la fe en Jesús el Mesías, y ellos lo han rechazado hasta ahora. 

 

EL CELO DE LOS HIJOS DE ISRAEL


Dina, la hija de Jacob y Lea, salió un día a visitar a las mujeres que vivían en las cercanías, y la vio Siquem, hijo de Hamor heveo, príncipe de esa tierra, quien la llevó consigo y la deshonró. Pero Siquem quedó prendado de Dina, y quiso hacerla su esposa, entonces fue hasta su padre para que hiciera los arreglos para casarse con ella. Cuando Jacob se enteró de lo que Siquem había hecho, guardó silencio, y esperó a que sus hijos volvieran del campo. Entonces Hamor y Siquem vinieron para hablar con Jacob y pedir la mano de Dina. Cuando oyeron los hijos de Israel sobre el abuso cometido por Siquem contra su hermana, se airaron en gran manera. Pero Hamor los quiso tranquilizar, diciendo que Siquem amaba a Dina, y les ofreció emparentarse con ellos, y compartir la tierra en que habitaban, y tomar como esposas a las mujeres hebreas, y ofrecieron a sus mujeres como esposas para los hebreos también. Los hijos de Israel aceptaron el trato, pero pusieron engañosamente una condición: que todo varón de esa tierra se circuncidara. Hamor y Siquem aceptaron la propuesta, y hablaron con su gente para que todo varón se circuncidara, y todos cumplieron. Al tercer día, cuando los hombres estaban con más dolor, los hermanos de Dina, Simeón y Leví, tomaron sus espadas y atacaron la ciudad, que estaba desprevenida, y mataron a todo varón, y tomaron cautivos a las mujeres y niños, y se apoderaron de todos los animales y bienes. Cuando Jacob supo lo que habían hecho sus hijos, lo lamentó profundamente, y les dijo: "Me habéis turbado con hacerme abominable a los moradores de esta tierra, el cananeo y el ferezeo; y teniendo yo pocos hombres, se juntarán contra mí y me atacarán, y seré destruido yo y mi casa." Pero ellos respondieron: "¿Había él de tratar a nuestra hermana como a una ramera?" (34:1-31)

* Durante el ministerio terrenal de Jesús, los líderes judíos cuestionaban que Él siempre estuviera rodeado de publicanos y pecadores. Ellos tenían un alto concepto de sí mismos, y despreciaban a "ese tipo de gente".  En cuanto a los gentiles, para los de la circuncisión no eran más que seres inmundos, con los cuales no trataban.

 
¿Por qué menciono esto? Porque algo muy parecido al odio destructivo que invadió a los hijos de Israel, por lo ocurrido a Dina, experimentaron los judíos, cuando comenzó a levantarse la iglesia de Jesucristo que, para ellos, era una abominación que amenazaba todas sus creencias, entre otras cosas, porque no discriminaba entre justos y pecadores, sino que, sin importar qué tan evidentes eran las marcas del pecado en sus vidas, todos eran bienvenidos, y se les anunciaba el mensaje de salvación.

Luego de la crucifixion de Jesús, el celo de los religiosos judíos dio inicio a una sangrienta persecución contra los seguidores de Cristo, quienes, tras su resurrección, comenzaron a aumentar en número de maneras que los abrumaban. Según los escandalizados líderes judíos, lo que estaba surgiendo era una secta en la que se enseñaban y practicaban doctrinas contrarias a la ley de Moisés. Todo empeoró cuando vieron que entre sus adeptos no hacían diferencia entre circuncisos e incircuncisos, sino que se llamaban hermanos. Alarmados, comenzaron a levantar voces, acusando a los judíos cristianos de profanar el templo al haber introducido griegos (gentiles) en el lugar santo.

Cegados por la ira y, pesar de las señales que hacían los apóstoles, que daban testimonio de que este movimiento era obra de Dios, combatieron despiadadamente contra los que estaban siendo santificados en Jesucristo, convencidos, en su ignorancia, de que hacían la voluntad de Jehová, cuando, en realidad, era todo lo contrario.


ADIÓS A LOS ÍDOLOS


Apareció Dios a Jacob y le dijo que fuera a Bet-el, para quedarse allí, y que levantara un altar al Dios que lo había visitado cuando huía de Esaú. Jacob, entonces, mandó a toda su gente: "Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos. Y levantémonos, y subamos a Bet-el; y haré allí altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia, y ha estado conmigo en el camino que he andado". Fue así como todos entregaron sus dioses ajenos, y quitaron los zarcillos de sus orejas, y Jacob los escondió debajo de una encina que estaba cerca de Siquem. Entonces partieron, y el terror de Dios se esparció por todos los pueblos vecinos, por lo que Jacob no tuvo dificultad para salir con toda su gente. Así llegó Jacob a Luz, que es Bet-el, y edificó un altar a Jehová, al que llamó El-Bet-el (Dios de Betel), porque Dios había aparecido allí cuando huía de Esaú. Poco tiempo después, murió Débora, la mujer que había criado a Rebeca, y fue sepultada bajo una encina, que llamaron Alón-bacut, que significa la encina del llanto. (35:1-8)

* Cuando Cristo nos salva, nos da una nueva vida; esto significa que las cosas viejas deben quedar atrás, y nuestra mira debe estar puesta en las cosas del cielo. Ése es el camino natural de un nuevo creyente, y aunque vamos a cojear por algún tiempo, no tenemos excusa para no avanzar, porque, el Señor mismo, por su santo Espíritu, nos hace aptos para toda buena obra. Ya no disfrutamos el pecado que antes amábamos (ídolos), y, por el contrario, anhelamos agradar a Dios en todo.

** La muerte de Débora, aparentemente, es un evento sin importancia, sin embargo, si Dios quiso que quedara registrado en el Libro Sagrado, significa algo. Débora había sido la nodriza de Rebeca, madre de Jacob, y se vino con ella cuando fue traída desde Harán para desposarse con Isaac. Una nodriza es una mujer que amamanta a un bebé ajeno.  

El que Débora haya muerto poco después de que Israel mandó a su casa abandonar todos los ídolos, y mudar los ropajes, para salir rumbo a Bet-el, nos habla de un ciclo que termina, y da paso a otra etapa. Débora no era la madre de Rebeca, pero la había criado. Asimismo, no era el pacto de Moisés el que salvaba, pero encaminaba hacia el nuevo Pacto, que sí salvaEn los textos sagrados, siempre se nos muestra, primero, en sombras lo que más tarde la luz revelará; como cuando Jehová instruyó a Moisés edificar un tabernáculo conforme al modelo que le mostró en el monte Sinaí, que era una forma de representar cómo el Señor nos acerca a su Trono (nunca por nuestros esfuerzos, sino conforme a sus planes): primero estamos en los atrios; de allí pasamos al lugar Santo; pero al lugar Santísimo no podemos entrar, sino con la sangre que Jesús derramó en la cruz por nosotros. 


JEHOVÁ CONFIRMA SU PROMESA A ISRAEL


Una vez que Jacob dejó Padam-Aram, nuevamente Dios se le apareció, y le reiteró su bendición, diciendo: "Tu nombre es Jacob; no se llamará más tu nombre Jacob, sino Israel será tu nombre; y llamó su nombre Israel", y le mandó crecer y multiplicarse. Le dijo: "una nación y conjunto de naciones procederán de ti, y reyes saldrán de tus lomos". También le dijo que la tierra que dio a Abraham e Isaac, se la daría a él y toda su descendencia. Cuando Dios se fue, Jacob erigió una señal de piedra, y derramó sobre ella aceite, y llamó Bet-el a ese lugar, (que significa Casa de Dios). (35:9-15)

* Continuando con la idea expuesta en el comentario anterior, para que naciera Israel, Jacob debía morir. Israel representa la transformación del hombre terrenal en el hombre espiritual. Jesús fue el primer ser humano cuyo cuerpo mortal fue transformado en cuerpo celestial, gracias a su absoluta obediencia al Padre. 
 

Todos los que estamos siendo llamados a la congregación de los santos de Jesucristo, seremos transformados a la imagen de Jesús, pero empieza con una transformación paulatina aquí en la tierra, tal como fue la conversión de Jacob a Israel. Cada persona que es bautizada en la cruz de Cristo, muere en la muerte de Cristo, y en su resurrección, resucita junto con Él. Aunque aún no somos lo que llegaremos a ser, cada día estamos siendo transformados a la imagen del Primogénito de la creación, que es el Señor Jesús.

Por eso dice la Palabra que Jesús es la piedra angular de la casa de Dios, la ciudad santa que se levanta con llamados de todas las naciones, porque sobre su obra, que tuvo su punto central en la resurrección después de la cruz, se levantan los cimientos que hacen posible la restauración de la creación que quedó maldita tras el pecado del primer Adán. Jesucristo cumplió el propósito por el cual la Ley fue entregada a Israel, y en Él las promesas de Dios a su pueblo son sí y amén. 

La Jerusalén terrenal, ubicada entre el Jordán y el Mar Mediterráneo no es la ciudad de la cual nos habla Isaías, diciendo: "Por amor de Sion no callaré, y por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación se encienda como una antorcha. Entonces verán las gentes tu justicia, y todos los reyes tu gloria; y te será puesto un nombre nuevo, que la boca de Jehová nombrará." (Is 62:1-2). El profeta está hablando de la Jerusalén que se empezó a levantar tras la obra del Mesías en la cruz, con gente de todas las naciones.


MUERTE DE RAQUEL Y LA TRAICIÓN DE RUBEN A JACOB


Cuando partieron de Bet-el, Raquel comenzó el trabajo de parto de su segundo hijo, pero fue un duro proceso y, a pesar de que su partera le aseguró que ese hijo nacería, ella no resistió y falleció, sin embargo, antes de morir, llamó a su hijo "Benoni", que significa "Hijo de mi tristeza", pero Israel le cambió el nombre, lo llamó "Benjamín", que quiere decir, "Hijo de la mano derecha". Raquel fue sepultada en Efrata, Belén. De ahí, Israel siguió camino hasta Migdal-edar, (que significa "torre del rebaño"). (35:16-21)

* No debemos pasar por alto el hecho de que Benjamín es el único hijo nacido después de que Dios le cambió el nombre a Jacob por el de Israel. Benjamín no podía llamarse "Benoni", porque en él se simboliza a los hijos de la diestra de Dios, que nacen del Espíritu.

Mientras vivían en ese lugar, Rubén, el primogénito de Jacob, durmió con la concubina de su padre, Bilha, criada de Raquel, de lo cual Israel se enteró. (35:22)

Rubén era el primogénito de Jacob. Él iba a heredar los derechos que corresponden al primer hijo, sin embargo, por haber violado el lecho de su padre, al dormir con una de sus concubinas, tales derechos fueron dados a los hijos de José. Dicen las Escrituras que, no obstante que Judá llegó a ser el mayor sobre sus hermanos, y príncipe de ellos, el derecho de primogenitura fue de José (1 Cr 5:1-2). Rubén merecía morir de acuerdo con la ley. Pero Jacob tuvo misericordia de él, y perdonó su vida, no obstante, le quitó los derechos inherentes a la primogenitura. 

** Que Rubén haya dormido con la sierva de Raquel muestra la porfía de los principales del pueblo al que Jehová llamó "mi primogénito", el pueblo hebreo, que prefirió quedarse en los brazos de la esclava religión judía, en vez de avanzar hacia la libertad de los hijos de Dios en Jesucristo.  


LA DESCENDENCIA DE JACOB, Y MUERTE DE ISAAC


Jacob tuvo doce hijos. Los hijos de Lea fueron: 
Rubén, el primogénito de Jacob, Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón. Los hijos de Raquel fueron José y Benjamín. Los hijos de Bilha, sierva de Raquel, fueron Dan y Neftalí. Y los hijos de Zilpa, la sierva de Lea, fueron Gad y Aser. Todos esos son los hijos de Jacob nacidos en Padan-Aram. (35:23-26)

* Resumiendo, seis hijos tuvo de Lea, dos de Raquel, dos de Bilha, y dos de Zilpa. El significado de los nombres de los hijos: RubénÉl vio mi aflicción”; Simeón, el que oyeLeví, unir”, “amarJudá, “alabar; Dan,Él hizo justiciaNeftalí, mi lucha; Gad, suerte”, “buena fortuna”; Aser, “feliz”, “dichoso”: Isacar, “Premiar”, “alquilar”; Zabulón, “honrar”; José, añádame otro hijo”; Benjamín, “Hijo de mi mano derecha”. Sólo tuvo una hija, Dina, nacida de Lea.

Y Volvió Jacob donde Isaac su padre en Mamre, a la ciudad de Arba, que es Hebrón, donde antes habitaron Abraham e Isaac. Y fueron los días de Isaac ciento ochenta años. Al morir, lo sepultaron Esaú y Jacob, sus hijos. (35:27-29)


LA DESCENDENCIA DE ESAÚ


Esaú, por su parte, creció como nación y se convirtió en padre de los Edomitas, gentilicio originado en su apodo Edom, que significa "rojo"Esaú tuvo tres esposas, mujeres que tomó de las hijas de Canaán: la primera, llamada Ada, hija de Elón heteo; la segunda; Aholibama, hija de Aná, hijo de Zibeón heveo, y por último Basemat, hija de Ismael, hermana de Nebaiot. Tanto Esaú como Jacob tenían gran cantidad de ganado, y la tierra ya no daba abasto para ambos, por lo que Esaú decidió tomar todas sus posesiones, y se fue de Canaán, junto a toda su familia, para establecerse en el monte de Seir. De la descendencia de Esaú, podemos reconocer algunos pueblos que más tarde se convertirían en enemigos de Israel, entre otros, a los hijos de Amalec. (36:1-43)





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